29. Resuelto el misterio

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La pistola apuntaba a la cabeza del anciano

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La pistola apuntaba a la cabeza del anciano.

Su mujer tomó asiento intentando recuperar la respiración.

Los intrusos invadían la habitación a mi alrededor.

Paula permanecía fielmente a mi lado.

— ¿Quién habla primero? — pregunté.

— Deja que Lourdes se vaya y te contaré toda la historia.

— La historia ya está acabando. ¿Por qué vamos a privarle de conocer el final?

— Ella no tiene nada que ver en esto.

— Vamos Jim, deja la pistola — sugirió Paul.

— Bien, Paul. Ya que has empezado a hablar. ¿Puedes explicarnos por qué la maleta de Paula flota sobre las aguas a la deriva? — interrogué lanzándole una mirada amenazante.

— Podemos solucionar todo esto sin que muera nadie — añadió Sofía.

— ¿Y qué le ibais a hacer a Paula? — mi tono de voz iba en crescendo mostrando toda mi furia —. ¿Por qué me ocultasteis todo desde el principio?

— Deja que Lourdes se vaya — pidió el anciano bajo la mirada del cañón.

Observé la mujer agitada en el sillón limpiándose las lágrimas con un pañuelo de papel.

— ¿Por qué debería dejar que se fuese?

— Ella no tiene nada que ver. No necesita escuchar esto.

Observé como Paul cambiaba su posición ganando terreno sobre mi. Sofía se giraba por la sala intentando llamar mi atención. Elsa permanecía en la puerta con las manos en el rostro, bloqueada, asustada, apunto de echar a correr.

Acerqué la pistola hasta la frente de Mathew y ellos pararon sobre sus pies.

— Eres el líder de toda esta organización, ¿verdad? — pregunté mirando a los demás al comprobar que temían por su vida.

Paula se acercó a la anciana y le preguntó por su estado. Al ver que se encontraba mal me dedicó una mirada como señal de que mejor debería alejarla de allí y calmarla. Asentí y ella acompañó con cuidado a la mujer hasta la cocina.

— Bien - continué —. Ya has conseguido lo que querías. Ahora habla.

— Chico, jamás vas a salir de esta isla — me amenazó.

— Y vosotros tampoco — corroboricé —. Sólo déjame que pase los últimos días meditando la trama que tenéis aquí montada.

Paul retomó sus pasos.

— ¡Estate quieto! — le sugerí —. En cuanto me de las respuestas estaré con vosotros.

Centré mis ojos en Elsa. Sabía que era la más débil. Mi mirada amenazante debió hacerle entrar en razón puesto que fue la primera en escupirlo todo.

— Mathew nos paga a todos— su voz temblaba y sonaba preocupada —. Él financia este experimento.

Hubo un silencio acusador.

— ¿Qué experimento?

No hubo respuesta.

— ¡¿Qué experimento?! — embestí la pistola contra su cabeza.

— ¡Controlar los sentimientos!— gritó Elsa al fin.

La duda se dibujó en mi rostro. Observé a mis adversarios en busca de más argumentos.

— Robert está trabajando para encontrar una forma de acceder al cerebro humano y controlar así los sentimientos — intervino Mathew al fin dándose por vencido.

— ¿Me estáis diciendo que experimentáis con personas para acceder a su cabeza y controlar lo que sienten?

— ¡Yo no quería! — gritó Elsa debido a tanta presión mientras rompía a llorar.

— Entonces... os dedicáis a captar a gente en la ciudad para que vengan aquí con la promesa de nuevas experiencias y luego las engañáis para experimentar con ellas. ¿Qué les ha pasado a esas personas?

Su silencio me dio la respuesta.

— ¿Con cuántas personas habéis experimentado?

— Lo importante es que ya casi hemos dado con una solución — añadió Mathew en su defensa — todo esto habrá acabado y Lourdes podrá descansar al fin.

El nuevo dato dio un giro a la investigación. Por lo visto la anciana sí que tenía que ver en esta historia.

— Todo esto es por vuestro hijo, verdad— me aventuré a decir.

El hombre calló mordiéndose la lengua por haber hablado más de la cuenta.

— ¿Por qué financias esta investigación? — me agaché para verle el rostro sin dejar de apuntarle.

Su mirada era fría y el miedo se había esfumado, convirtiéndose en ira y desesperación.

Paul aprovechó para dar unos pasos en mi dirección. Ahora ya sabía que lo que querían era salvar sus principales ingresos y garantizarse un futuro.

— ¿Quieres ser el próximo con el que experimenten? — amenacé cambiando la dirección del arma hacia su novia Sofía.

El miedo apareció en su rostro y rectificó sus intenciones.

Volví a encañonar al anciano.

— ¿Por qué llevas a cabo esta investigación? - susurré al oído mientras le ofrecía el sentimiento frío del metal.

— Lourdes lleva años sufriendo — habló por fin —. Quiero que deje de sufrir y vuelva a ser la de antes.

Sus ojos se nublaron como si su mente viajara a otro lugar.

— Desde que murió nuestro pequeño, ella no deja de lamentarse. La pérdida de nuestro pequeño la consume día a día.

— Y quieres borrar el sentimiento de culpa o tristeza de su cabeza y que siga su vida como si nada.

No hubo respuesta.

- Estáis todos locos — añadí alzándome.

— Mi querido Mathew — dijo la voz quebrada de la mujer que nos observaba desde la entrada al salón.

El hombre giró su rostro decepcionado al descubrir que su mujer había escuchado la conversación.

La anciana volvió sobre sus pasos sumida en la tristeza. Se escuchaba el llanto allá donde iba, hasta que el sonido de una puerta al cerrarse lo silenció.

Mathew quiso correr tras ella pero alguien intervino en la escena y nos interrumpió.

— ¿Y qué pasa conmigo? — dijo Tomás sacando el cuchillo que había clavado a Elsa por la espalda.

Todos nos quedamos parados tras la brutal entrada que había ofrecido aquel siniestro ser sin escrúpulos. Y por lo que había descubierto... Sin sentimientos.

 Sin sentimientos

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De vuelta [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora