28. Delirio

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Desperté dulcemente de lo que había sido una pesadilla

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Desperté dulcemente de lo que había sido una pesadilla.

Paula acariciaba mi rostro que sostenía sobre sus piernas.

Ella sonreía para mi. Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía feliz.

No entendía nada de aquello. ¿Era yo el que estaba muerto y aquello era el cielo para mi? ¿Había muerto Paula y su espíritu había vuelto para despedirse?

Estaba delirando. Eso o la anestesia había afectado a mi cerebro produciendo una confusión mental.

—Por fin has despertado, mi amor — dijo ella con su dulce voz de ángel que tanto había ansiado escuchar—. ¿Podemos irnos ya?

Me alcé bruscamente e ignoré el mareo que eso me provocó y estando de rodillas frente a ella agarré su rostro y estudié el color de sus ojos fijamente.

La besé como si fuera la primera y la última vez.

El fuego recorrió mi cuerpo. La sangre volvía a circular a gran velocidad por mis venas. Mi cuerpo volvía a sentirse vivo.

Era una sensación real. Todo era real.

Paula estaba viva.

Y estábamos juntos por fin.

—Te he buscado por todas partes— quise explicarme —. No sabía qué hacer.

—Shhhh — quiso callarme colocando su dedo en mis labios.

Observó a su alrededor. No quería que nos escuchasen.

—Debemos irnos — me susurró —, o nos encontrarán a los dos.

—Pero, acabo de ver cómo... — me tragué las palabras para no estropear la escena.

Me levanté y busqué a John o alguna señal que me explicase lo que había sucedido. Encontré sangre en mis manos y por el suelo.

—¿Dónde está John? —pregunté —. ¿Qué ha pasado?

— No lo sé—contestó mirando a su alrededor, estudiando su ropa, sus manos... —. Yo me he despertado aquí y tú estabas inconsciente a mi lado.

No tenía palabras para explicar lo sucedido. Había visto morir a Paula y ahora la tenía a mi lado.

Por otro lado, hace unas horas, había llegado a pactar con la muerte y ahora estaba con mi querida Paula.

La vida me estaba dando tantas oportunidades que no debería dejar escapar.

—Vamos — le dije agarrando su mano —. Todo esto va a acabar bien.

—¿A qué te refieres? — preguntó acelerando sus pasos para alcanzar mi ritmo.

—Primero tenemos que salir de esta isla.

Comenzamos a bajar los escalones con mucho cuidado de no ser descubiertos. Allí también había sangre.

— ¿Sabes dónde está mi padre? — me preguntó mientras descendíamos.

De vuelta [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora