De vuelta [Terminada]✔

8. El protector de la isla

Me sentía engañado. ¿Habría avisado de que yo había descubierto algo? ¿Habrían huido juntos?

«No han quedado aquí»pensé saliendo por la puerta de la entrada con la esperanza de alcanzarlos. Estudié la situación y me di cuenta de que había escuchado el sonido de la puerta cerrarse, pero no el sonido de alguien llamando para entrar. Robert había salido con Elsa y habían quedado en algún sitio. Si no los encontraba perdería la única pista que había obtenido hasta ahora.

Además, si estaba en lo cierto y ellos sabían dónde estaba Paula, quizás el lugar donde ellos habían quedado era el mismo donde ella se encontraba.

No había nadie. La oscuridad de la plaza no ayudaba. Reinaba el silencio. Intenté percibir el sonido de pisadas por la calle. Nada. Era como si se hubieran evaporado.

«¿Cómo he podido ser tan estúpido? » pensé intentando planear cuál sería mi nuevo paso.

— ¡Alto ahí! — rompió el silencio una voz a la vez que una intensa luz me iluminaba—. ¿Quién eres?

Cubrí mis ojos para conseguir una visión del extraño que acababa de aparecer en la noche.

—¡Ah, Jim, eres tú!—volvió a decir apagando la luz—. Perdona. No lo sabía.

— Hola John — dije al fin tras reconocer a la persona.

— Disculpa. Es que había observado desde mi ventana una silueta llamando a las casas y a estas horas de la noche - se explicó mientras nos dábamos un apretón de manos —, y es algo inusual en esta tranquila isla.

—Estoy buscando a Paula. Hace tiempo que ha desaparecido— le informé para ponerle al tanto.

Al fin y al cabo era el policía de la isla. Si alguien podía hacer algo, John sería uno de ellos.

—¿Qué me dices? — se sorprendió llevándose las manos a la cabeza —. ¿Desde cuándo está desaparecida?

—Desde el medio día. La última vez que la vi estaba conmigo en los acantilados.

—¿Medio día? Vamos Jim —en su rostro apareció una sonrisa burlona—. No se puede considerar desaparecida hasta pasadas las 48 horas. ¿Has hablado con su padre?

—No — respondí con decepción —, por eso estoy aquí, pero no está en casa. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo? - pregunté mirando disimuladamente alrededor.

—¿No está en casa? Qué raro —se dio la vuelta para buscar como hacía yo —. No suele salir por la noche.

—Creo haber escuchado que había quedado con Elsa — puede que no supiera dónde estaba él, pero quizás dónde estaba ella sí.

—¿Con Elsa? — una sonrisa apareció en la comisura de sus labios intentando lucirse —. Ay Jim. No sabes lo solo que puede sentirse uno en esta isla.

No me gustaba el giro que estaba tomando la situación con su comentario. La única pista que tenía se evaporaba por el calentón de un hombre de cuarenta años con una veinteañera.

—Suerte que tiene —puso los brazos en jarras—. Muchos otros lo han intentado y han caído en el intento.

Quizá hablaba de si mismo, o de otros habitantes de la isla. Quizá ella era la que buscaba aquellos hombres para matar su soledad.

—¿Sabe dónde pueden haber ido? —insistí con tal de conseguir más información.

—Más vale que los dejes solos, Jim — se giró dispuesto a marcharse —. Cuando alguien quiere intimidad, a nadie le gusta que se les moleste. Y Robert se llevó un buen palo tras el divorcio. Necesita pasar página - comenzó a andar dirección a su casa -. Si le buscas no le estarás haciendo ningún favor.

—¿Y qué me dice de Paula? — detuve sus pasos enfadado —. ¿No me va a ayudar a buscarla?

Se giró lentamente con una mirada desafiante.

—Si es verdad que ha desaparecido, tú serás el principal culpable.

Se me helaron los pies tras la acusación. Si daba un paso atrás me hubiera caído al suelo. Me sorprendió que ni la ley de la isla me fuera a ayudar.

—Y si le pasa algo a esa chica — siguió diciendo perforando mis emociones con su dura mirada amenazante—, haré todo cuanto esté en mi mano para que no vuelvas a poner un pie en la ciudad.