Verdad 2/2

5.2K 485 266
                                    

Alec ••

El hombre me mira de arriba a abajo, se relame los labios y su respiración es claramente acelerada. Salgo de la cama con cuidado, pato en mano y cuando pongo un pie en el piso, él habla.

–Alec, ¿qué haces aquí?

–Este era mi pato –miro el peluche y acaricio su suave textura–. Era mi juguete favorito, dormía con él y una noche ya no... –mi voz se comienza a cortar–. Cuando crecí le pregunté a mi mami qué le había pasado a mi patito y ella dijo que se perdió...

–Alec...

–Y cuando le pregunté sobre mi papá, me dijo que me había abandonado y yo pensé...

–Alec –el hombre me abraza cuando ya estoy llorando.

–¿Es cierto? –sorbo mi nariz antes de ensuciar con mocos su hombro– ¿Tú me abandonaste?

El hombre se separa y me ve a los ojos. No se parece mucho a como lo imaginaba. Siempre pensé que mi papá sería un hombre como los malos de Disney, larguirucho con una barba exagerada y traje morado.
Pero es musculoso, sí tiene barba, pero no como la de Jafar, es más pequeña y bien peinada. Usa una playera sin mangas color cielo y pants gris; y lo que más me sorprende es ver sus ojos azules llenos de tristeza.

–Me di cuenta que abriste el refrigerador –limpia mis lagrimas con su pulgar–. ¿Tienes hambre?

–Sí.

–Ven –se para y me ofrece su mano.

Está llena de callos, como las de tío Jace. Me guía a la parte baja derecho a la cocina donde abre el refrigerador.

–Puedo preparar algo ligero ¿te parece?

–Sí... claro.

–Siéntate –invita separando un banquillo de la barra.

Miro el banquillo y me doy cuenta que no podré subir solo.

–Es muy alto –me quejo.

–Oh. A ver... –me toma por la cintura y sienta en el banquillo, mis pies cuelgan mucho– ¿Estas cómodo?

–Sí.

Sonríe y noto las arrugas que se forman al rededor de sus ojos. Se aleja al refrigerador y saca algunas verduras.

–¿Cómo te llamas? –pregunto mientras él corta una zanahoria.

–Robert –responde a media voz–. ¿Tu madre nunca habló de mí?

–¿Entonces sí eres mi papá?

A los dos años dejé de llamar papi a mis tíos Jace y Simon, desde entonces me pregunté quién sería, a dónde habría ido.
Robert detiene el cuchillo a medio camino de matar un pepino y me mira.

–Sí, Alec. Yo soy tu padre.

–¿Y por qué te fuiste?

El hombre niega con la cabeza y rodea la barra para arrodillarse frente al banco, quedando casi a mi misma altura.

–Porque te amaba lo suficiente para saber que si estaba contigo te haría mucho daño.

–Te recuerdo –frunzo el ceño–. Tú me golpeaste cuando besé a Magnus en ese lugar. Me dijiste muchas cosas...

–Alec...

–Cosas muy feas –termino sin dejarlo hablar–. Toda mi vida me pregunté quién era mi padre y qué había hecho para que se fuera. Cuando comencé a ver a los niños, a fijarme en ellos, pensé que era eso. Que por eso te habías ido...

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora