Clarividencia

5.5K 442 105
                                    

Masomenos así imagino el traje de Alec. El de Magnus sería igual, pero sin capucha... y con el toque Magnus desde luego.

~Nueva York (Instituto)~

Clary --

–Debemos decirle –vuelvo a insistir.

–No podemos hacerlo –Isabelle sorbe su nariz–. No hoy.

–Izzy tiene razón –apoya Simon–. No podemos arruinar así el día de Alec.

–¿Y es mejor que esté feliz y que en un segundo se derrumbe? –Jace no ha dicho nada desde que regresamos de la cazaría– Jace, es tu parabatai. Debemos decirle.

Jace, que ha tenido la mirada nublada y distraída desde que llegamos, me mira. Simon e Isabelle esperan ansiosos su respuesta.

–No, no podemos. Hoy es un día importante, no quiero arruinárselo.

–¿Y tú crees que yo sí? Alec lo superará, es un gran niño...

–Exacto –Isabelle se pone de pie–. Es un niño, sólo tiene doce años. ¿Cómo podríamos decirle eso?

–Alec no es débil –también me pongo de pie–. Y esto no es algo que se pueda ocultar.

–Lo haremos –afirma Jace–. Lo ocultaremos hoy y mañana se lo diremos.

–¿Y Robert? –pregunta Simon.

–No podrá fingir. Tampoco se lo diremos –sentencia Jace.

~Idris (casa solariega Lightwood)~

Magnus **

–¿Por qué tengo que usar esto?

–Es un traje de hechizo, como el mío –se señala Robert.

–Es un traje rojo –lo corrijo–. Un rojo muy aburrido.

–Lo siento, Magnus, pero si quieres ir a la ceremonia tendrás que usarlo.

Hago un mohín y regreso enfadado a mi cuarto para cambiarme. Miro el traje sin chiste y pienso que podría hacerlo más interesante.

–Y no quiero que le estampes lentejuelas, déjalo así –escucho la voz de Robert pasar por detrás de mi puerta cerrada.

>¿Cómo lo supo?< Resignado, decido que no tengo otra opción más que usar este aburrido traje rojo de cuero pesado... Suspiro con pesar y comienzo a desvestirme.
Por dejar el traje de forma brusca sobre la cama, termina en el suelo y cuando lo recojo para ponérmelo siento un peso extra sobre él. Miss Cuack está encima y veo que hunde sus garritas en el cuero.

–Miss Cuack –la cargo y ella rasga una parte de la chaqueta–. Robert va a matarme.

Dejo a la gata en la cama y extiendo el traje... tal vez no se note. Me lo pongo, acomodo las correas de los hombros y miro al espejo. No está tan mal. Sólo se ven rasgaduras increíblemente simétrica en las piernas y las mangas.

–Eres una gran diseñadora, Miss Cuack –la felicito.

–¡Magnus ¿ya estás listo?! –pregunta Alec desde abajo.

–¡Sí, ya voy! –acaricio a Miss Cuack detrás de las orejas como le gusta, antes de bajar las escaleras.

–¿Qué le hiciste a tu traje? –pregunta Alec.

Él usa un traje como el de Robert, excepto que el suyo tiene capucha.

–No fui yo –me cruzo de brazos haciendo más notorias las rasgaduras.

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora