Cuidados

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~Nueva York (Instituto)~

Isabelle ''

–Vamos, Magnus, coopera –pide Catarina intentando que deje de moverse en la tina.

Las dos estamos en el baño con los bebés, que por como actúan y su tamaño, dedujimos que deben tener unos ocho meses.
Por suerte, Alec no se mueve mucho, es muy tranquilo, Magnus es el que se retuerce cual gato cada vez que lo mojan. Catarina hizo aparecer todo lo necesario para su baño e incluso unos mamelucos muy adorables. Lo sacamos de la tina y siguiendo las instrucciones de la bruja, seco y visto a Alec antes de sacarlo al cuarto donde todos nos esperan.

–Aww, se ven adorables –Clary acaricia la cabecita de Alec.

Él tiene un mameluco blanco con dibujos de flores azules y Magnus uno rosa con un gorro que tiene unas orejas de conejo.

—¿Cómo es que te rebajaron a esto? –susurra Jace acercándose a su parabatai– Con flores... no puedo ver.

Se tapa los ojos y se aleja dramáticamente.

–No exageres, es adorable –lo reprendo y cargo a mi hermano para darle un beso esquimal.

Alec me toca la cara y comienza a explorarla, sus ojos chocan con los míos y sonríe. Parece... siento que me reconoce.

–Hola, Alec –susurro–. ¿Sabes quién soy?

Inclina la cabeza y ríe, mientras Magnus comienza a llorar. Está en el piso sobre un tapete decorado con números del uno al diez representados en diferentes figuras. Catarina hace chillar una rana frente a él para tranquilizarlo, pero Magnus sigue llorando.

–Shh, shh. Vamos, pequeño, no llores –hace aparecer un patito y lo agita frente a él.

–¡Eso sólo lo hará llorar más! –Jace le quita el pato y lo lanza lejos.

–¿Quizá, quiera que lo carguen? –sugiere Simon no muy seguro.

Bueno, ninguno de nosotros es experto en bebés.

–Quizá... –Catarina lo carga y se acerca a mí.

Magnus deja de llorar, ve a Alec con ojos curiosos y estira su manita para tratar de tocarlo. Alec hace lo mismo y cuando sus dedos chocan ambos ríen como si se hicieran cosquillas. Parece que Catarina es nuestra experta en bebés.

–¿Sólo querían estar juntos? –pregunta Clary.

–Parece que sí –sonrío y se me ocurre algo–. Dejémoslos en el tapete.

Ambas bajamos a los bebés. En el tapete, Magnus toma un cubito de madera con forma cuadrada e intenta introducirlo en el espacio circular, Alec gatea hasta él y guía su mano al lugar correcto.

–¡Awwwwww!

La puerta se abre y tres figuras entran. Mis padres y un brujo con astas de alce.

–Oh, Alec –mi madre se arrodilla y recoge a su hijo que tira la pieza triangular–. ¿Pero qué te han hecho?

–¿Ese es Magnus? –el brujo señala al bebé que ve con furia (o lo más cercano que puede) a mi madre.

–Sí, John –confirma Catarina–. Es él.

–¿Quién eres? –pregunto al brujo.

–Mi nombre es John Finn. Soy quien cuida de los brujos más jóvenes hasta que crecen u otro brujo quiera encargarse de ellos.

–Pensé que los hermanos silenciosos se encargaban de eso –menciona Jace pensativo.

–Hace unos seiscientos años quizá, pero todos los brujos creyeron que sería mejor que crecieran con alguien como ellos.

–¿Tú los cuidas?

–Poseo una magia muy específica –responde John a Simon.

–¿Y esa es..?

John agita su mano que saca chispas rosas y a su lado comienza a crecer una figura de humo que se solidifica y forma una especie de humanoide robot, con articulaciones y todo. Su pecho y rostro son planos, y está ligeramente encorvado, como un muñeco sin cuerda.

–Ellos son los que me ayudan con el cuidado de los pequeños. Cuando tocan al niño quedan programados para cuidarlo.

–Impresionante –Jace camina hasta el androide y estira su mano para tocarlo, pero el brujo le da un manotazo–. Au, ¿qué te pasa?

–Al primero que debe tocar es a Magnus, a no ser que quieras que te cambie el pañal.

John da dos pasos para cargar a Magnus que parecía intentar trepar a mi madre. Lo acerca al robot y hace que su mano roce el brazo rosa. El robot se endereza y comienza a cambiar, lo rodea una capa de piel clara, de su cabeza crece pelo negro hasta la cadera que acaba con sus puntas blancas, le crecen senos sin pezones y su cara toma rasgos humanos: una nariz recta y labios carnosos, cejas negras y ojos cerrados con largas pestañas. De su frente nacen dos cuernos y finalmente sus dedos se alargan creando una articulación extra. Ahora, frente a nosotros, hay una chica desnuda con cuernos y dedos muy raros.

–¿Cuál es tu nombre? –pregunta John al androide.

Ella abre los ojos y veo que son azules, como los de Alec.

–Rigna –responde con voz cantarina.

–¿Y a quién cuidarás? –cuestiona de nuevo el brujo.

–Mi encomienda es proteger a Magnus Bane.

–Correcto –el brujo chasquea los dedos y un vestido blanco cubre a Rigna.

Le entrega a Magnus y comienza a mecerlo, parece que eso le agrada, pero Rigna no deja de mirar al frente, sus ojos como dos hermosas canicas azules.

–¿Y ahora qué? –pregunto a nadie en específico.

–Debemos encontrar a ese brujo para curarlos –responde mi padre–. Y saber qué hechizo utilizó.

–¿Por qué?

–Sin duda fue accidenta –afirma John–. Ningún brujo quisiera convertir a otros en bebés.

–Eso no es cierto –Jace da un paso al frente–. Él parecía buscar ese objetivo. Cuando vio mi runa parabatai y supo que Alec estaba vivo me dijo: Más vale que los cuides. Sabía lo que había pasado y parecía muy satisfecho.

John parece pensarlo un momento, pero yo estaba ahí, recuerdo la cara de satisfacción del brujo mientras se iba.

–Eso lo hace más peligroso. Ahora podría ir por ahí convirtiendo en bebés a todos.

–¿Y eso sería tan malo? –cuestiona Jace– Parece que lo peor que podría pasar es que el mundo huela peor.

–Es muy malo, Jace –afirma mi padre serio–. Imagina que el brujo decida viajar a Idris y transformar a todos los nefilim. ¿Qué crees que pasaría?

–Bien, es malo.

–Pero mientras tanto ¿qué sucede con ellos? –Clary ve a mi hermano y Magnus.

–Robert y yo nos llevaremos a Alec a Idris para cuidarlo.

–Yo junto a Rigna nos encargaremos de Magnus.

Estarán separados, pero no por mucho tiempo. Sólo hasta encontrar a ese brujo de tres ojos.

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora