Mami

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~Nueva York (Instituto)~

Maryse ;;

Estoy en el cuarto de los bebés, se podría decir que no sola, Rigna está de pie en una esquina cerca de la cuna de Magnus, pero es difícil pensar que está viva cuando actúa como una muñeca. Son casi las cuatro de la mañana y ambos bebés duermen profundamente. Los observo mientras me balanceo tranquilamente en la mecedora y comienzo a sentir el peso del sueño en mis párpados. Es extraño, pensé que este tipo de desveladas no las volvería a tener hasta que mis hijos tuvieran los suyos, aunque claro, ninguno de mis hijos podrá tener propios. Alec es gay e Isabelle decidió por un vampiro... ¿Pero ahora que crezca, Alec será gay otra vez? La verdad no sé qué lo hizo gay, o tal vez simplemente él es así y eso está bien; confío en que la Clave madure en ese tema para cuando quiera tener su primer novio.
Alec comienza a llorar. Me levanto de golpe dejando que la mecedora se mueva frenética y me inclino sobre la cuna para ver a Alec llorar y estirar sus manitas hacia mí, como si de alguna forma supiera que aquí estoy. Con mucho cuidado lo cargo y recargo su cabeza en mi pecho.

–Shh, tranquilo –susurro mientras acaricio su espaldita.

Alec continúa llorando y decido revisar su pañal, sí, definitivamente es eso. Me acerco al cambiador y recuesto a Alec. Su constante llanto provoca que Magnus también despierte y comience a llorar. >Por el ángel, son como hermanos.<

–Rigna, ¿podrías encargarte?

Rigna parece reaccionar y se acerca a la cuna de arcoíris sacando a Magnus de ella.

–Sólo está alterado porque Alexander llora –dice sin dejar de mecer a Magnus–. No le pasa nada.

No tengo respuesta y prefiero no buscarla, mejor me concentro en cambiar a mi hijo. Le retiro el pañal y lo tiro en el bote especial para eso, lo limpio y esparzo un poco de talco en su traserito antes de envolverlo en otro pañal.

–Listo, como nuevo –cargo a Alec quien comienza a reír y jugar con mi cabello. Le gusta jalar mi cabello–. Alec, no, no jales el cabello a mami.

Alec deja de enredar sus deditos en mi cabello y me mira haciendo un puchero.

–Ma.

–¿Qué dijiste? –miro a Alec con los ojos muy abiertos.

–Mami –repite tan rápido como puede, como si temiera olvidarlo.

–Repítelo por favor –siento las lágrimas de felicidad empañar mis ojos–. Por favor, dilo otra vez.

Alec estira su brazo hasta que su manita llega a mi mejilla y la acaricia.

–M-Mami.

No puedo respirar, estoy tan feliz. Recargo a Alec en mi pecho y salgo de la habitación para correr a la mía.

–Robert, escucha...

Me quedo muda al ver la cama vacía. >Ah, es cierto, él se fue.< Imagino que ahora debe estar despierto y desayunando con aquella joven, su amante, la hermosa mujer por la que me dejó.

–Mami –llama Alec y bajo la vista para verlo.

Me sorprendo al darme cuenta que su frente está mojada, temo un segundo que sea por sudor, pero me doy cuenta que es por mis lágrimas.

–Estoy bien, amor. Mami sólo está triste.

–Mami tite.

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora