Celos

4.7K 234 199
                                    

Ya saben cuanto amo traer la influencia mexicana a mis historias. La canción se llama "Gritó prisionero" y es de uno de los artistas más importantes de mi país: Pedro Infante.

TRES MESES DESPUÉS

~México (Ciudad de México)~

Alec ••

–Alec, Alec –siento como alguien me mueve del hombro, pero yo hundo más mi cara en la almohada. >Quiero dormir<–. Alec, vamos, despierta.

Me estiro en la cama y lentamente abro los ojos para encontrarme con los de Magnus.

–Creo que bebí mucho anoche –me lamento sintiendo la cabeza palpitante.

–Sí, el tequila no es lo tuyo –Magnus me acaricia la cabeza–. Pero vamos, Garbancito, lo prometiste.

–Ya voy –me obligo a levantarme de la cama.

Magnus me sonríe antes de levantarse y comenzar a vestirse.
Después de nuestro viaje a Perú, Magnus y yo decidimos que no queríamos regresar a casa, así que llamamos al Instituto y les informamos que haríamos una pequeña parada en Ecuador y después en Colombia, eso fue hace dos meses. Pasamos por Costa Rica y hace tres días aterrizamos en México, a Magnus comienza a gustarle viajar en avión.
Nos hospedamos en el Hotel Media Luna, ubicado en el centro de la ciudad y que es popular entre subterráneos, en especial licántropos. Escuché durante la fiesta que hubo anoche, en la que Magnus y yo nos invitamos solos, que la bandera nacional se iza todos los días a las seis de la mañana y que es un espectáculo impresionante. Mi error fue decírselo a Magnus, prometerle que iríamos en la mañana y al mismo tiempo tomar un poco más de la cuenta.
Al terminar de vestirme me doy cuenta que Magnus también ya está listo, parece que no planea arreglarse mucho para salir a las cinco y media de la mañana.
Cuando salimos del edificio, caminamos unos pocos minutos hasta el zócalo[*] de la ciudad, donde al centro se ve un enorme poste rodeado de hombres del ejercicio sin duda, nos acercamos a los soldados quienes se mantienen firmes y rectos mirando al frente. Unos tambores comienzan a sonar y veo que de un enorme y largo edificio al fondo comienzan a salir más soldados. Tres al frente cargan un gran pedazo de tela roja y una fila atrás es guiada por un hombre con una trompeta, el resto tocan sincronizadamente el tambor. Una vez que los tres hombres llegan junto al poste otros soldados los ayudan a enganchar la bandera y comenzar a subirla cuando campanas se escuchan de la catedral a nuestra espalda anunciando las seis de la mañana en punto. La  bandera llega a lo más alto y la banda de tambores comienza a tocar lo que supongo es el himno nacional.
Todas las personas reunidas colocan una mano sobre su pecho, con la palma de la mano unida y recta de manera horizontal. Magnus y yo somos de los pocos que nos mantenemos firmes hasta que la tonada se detiene y la bandera queda ondeante en lo más alto del poste. Los soldados regresan al largo edificio y esa parece señal suficiente para que las personas comiencen a alejarse. Magnus y yo decidimos que lo mejor será regresar al hotel, pero una pareja nos detiene.

–Disculpe ¿podrían tomarnos una foto? –la mujer nos ofrece su celular.

Dos meses entre hispanohablantes me ha ayudado a entender el idioma, pero aún no soy en experto. De la pregunta que la chica formuló sólo entendí las palabras: tomar y foto, pero es suficiente para asentir y aceptar el celular. La chica toma a su novio y posan frente a la enorme y muy decorada catedral. Los enfocó en el celular y capturo tres fotos de ellos antes de regresarles el aparato.

–Gracias, amigo.

–De nada –les digo y miro a Magnus quien me sonríe con aprobación.

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora