XLII

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—Y si me quedo... —continuó el muchacho, tuvo que haber supuesto que no se quedaría con esa tan campante y seguiría dando guerra.

—Si te quedas —se giró para encararlo—, apagas las luces, me molestan para dormir.

—¿Y puedo dormir contigo? Porque me rehúso a dormir en el sofá —él suspiró.

—Mientras no estorbes —concedió, todo con tal de poder dormir. Regresó a su proceso de quitarse la ropa, se aflojó la correa, a la par que terminaba de entrar a su cuarto.

Seguía desvistiéndose, tirando las prendas en los lugares que menos estorbaran y cuando ya estaba en su ropa interior, la sensación de que le estaban quemando la espalda no la aguantó más y se tuvo que girar a ver con qué cara de culo le recibía el muchacho.

Éste seguía en la sala, y apenas se dio cuenta que él lo estaba viendo de regreso, desvió la mirada, avergonzado.

—Que conste, que solo lo estaba apreciando para evaluar los resultados de tu rutina de ejercicios —murmuró aún sin verle—. Y objetivamente hablando, el tatuaje de tu espalda es bastante interesante... Aunque algunas partes no se ven bien por los moretones, ¿Tan violento era el lugar al que fuiste?

—Como no tienes idea —bien, estaban hablando con relativa normalidad—. Aunque no quiero hablar de eso, tan solo quiero dormir —sin importarle nada, apagó la luz de su cuarto y se tiró en su cama sin ningún tipo de reparo, tapándose el rostro con una almohada para que la luz de la sala no le estorbara demasiado.

No tardó demasiado en caer rendido, pero en algún punto sintió cómo algo más se montaba a su lado; al quitarse la almohada, notó que las luces estaban apagadas y a su lado estaba Matthew que le veía expectante.

—Sí que te dormiste rápido —comentó en un susurro, la ropa que tenía puesta era diferente, de eso estaba seguro. Entrecerró los ojos —. Sí, confieso que salí a buscar una muda diferente, dormir en pantalón de vestir y camisa no es particularmente cómodo.

—Te fuiste y volviste, increíble —dijo, su voz sonando ronca; se frotó un poco los ojos para quedarse mirando el techo, sus párpados le pesaban.

—No quería estar solo —tomó una pausa, ni idea de que gesto estaría haciendo—. Menos sabiendo que existía la probabilidad de que no nos volviéramos a hablar —eso lo dijo aún más bajo.

—Sí, es una mierda estar solo —complementó, cerrando los ojos—. He estado ahí... Si cambié fue porque me cansé de estarlo —murmuró, sintiendo cómo volvía a quedarse dormido.

El rubio le habría respondido algo, pero todo lo que él escuchó fue un murmullo.

[...]

Despertar con un peso adicional en su cuerpo, más que nada en el pecho, no estaba entre sus planes para recibir el viernes por la mañana. Miró hacia el origen del peso extra y por supuesto que se encontró al rubio incrustado a un lado suyo, usando parte de su pecho cómo almohada.

De bolas que no sentía el brazo derecho. Suspiró, era muy temprano para preocuparse; se frotó el rostro y se quedó mirando el techo un rato, luego miró a su acompañante una vez más. Matthew era atractivo cuando no lo miraba con arrechera y no estaba haciendo una rabieta. Se veía tan en paz, tan tranquilo durmiendo a su lado que parecía incluso una persona diferente.

Ayer claro que le reclamó de que el muchacho iba en todas las direcciones posibles y no tenía nada claro, sus acciones no tenían ningún tipo de sentido... Lo cual era algo bastante grave si alguien cómo él pensaba eso.

Estar tan encaprichado con un treintón, tener aparentes arranques de celos cada vez que ese dicho sujeto hablaba con cualquier mujer, porque ahora que lo pensaba, tal vez Matthew no lo veía con rabia a él en el gimnasio cuando hablaban con otras mujeres... Capaz veía con rabia a las otras mujeres cuando hablaban con él.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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