Capítulo 40

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Narra Klaus.
Han pasado tres semanas sin noticias de Kaleb. Mis híbridos han buscado por todo el mundo, Freya no ha dejado de rastrearlo con su magia, pero seguimos sin respuestas. Mientras tanto, Kaia es una sombra de lo que solía ser. Es como si le hubieran arrancado el alma y solo quedara una versión vacía y destruida de ella. No sale del búnker, no quiere verme... Solo permite la entrada de Hayley y Marcel.

No sé qué más hacer para traer a Kaleb de vuelta. Verla así me hace querer arrancarme el corazón y dárselo.

—Niklaus, ¿no hay novedades? —preguntó Elijah.

—Nada —resoplé, pasándome una mano por el cabello con frustración—. Y te juro que estoy perdiendo la cabeza. Ella es la única mujer a la que he amado, y no soporto verla sufrir de esta manera.

Elijah suspiró, cruzándose de brazos. Lo conocía lo suficiente para saber que, aunque intentaba mantenerse firme, él también estaba agotado. Todos lo estábamos.

—Debemos pensar con claridad —dijo con su tono sereno de siempre—. Dahlia es meticulosa. Si no ha intentado negociar o darnos un ultimátum, significa que no planea devolver a Kaleb.

Sus palabras cayeron como un golpe. Ya lo sabía, pero escucharlo en voz alta lo hacía aún peor.

—Entonces dime, Elijah, ¿qué demonios hacemos? —le espeté, sintiendo la rabia arder en mi interior—. He destruido ejércitos enteros por mucho menos. He arrasado con todo aquel que intentó arrebatarme lo que es mío. Y ahora... —Mi voz tembló de furia—. Ahora estoy aquí, impotente, viendo cómo Kaia se consume en su propio dolor.

Elijah no respondió de inmediato. Su mirada se posó en la puerta del búnker, donde sabíamos que Kaia estaba encerrada.

—Si seguimos sin un plan concreto, perderemos más de lo que ya hemos perdido —murmuró finalmente.

La verdad era que no había plan que valiera. Dahlia nos superaba en poder, en estrategia, en todo. Cada hechizo de rastreo, cada intento de contacto, había sido bloqueado como si ni siquiera estuviéramos en el mismo plano de existencia que ella y Kaleb.

Pero rendirme nunca había sido una opción.

—Freya debe haber encontrado algo —dije, más para convencerme a mí mismo que a él—. No puede ser que no haya una sola manera de romper el vínculo entre Dahlia y Kaleb.

Elijah asintió, pero su mirada reflejaba duda. No nos quedaba mucho tiempo antes de que Dahlia terminara de moldear a Kaleb para lo que fuera que tenía planeado.

Antes de que lo perdiéramos para siempre.

Narra Kaia.
El búnker estaba en penumbras. Había perdido la cuenta de los días, del tiempo, de todo. La única razón por la que aún respiraba era la promesa que me hice a mí misma: encontrar a mi hijo.

Pero, ¿y si nunca lo hacía?

Ese pensamiento me golpeaba cada noche, cada vez con más fuerza. Sentía a Kaleb en mis sueños, su risa, su calor... pero también el frío de la magia oscura que lo rodeaba. Dahlia lo tenía. Y yo no había sido lo suficientemente fuerte para protegerlo.

Alguien tocó la puerta. No necesitaba preguntar quién era.

—Kaia... —La voz de Hayley era suave, llena de preocupación—. Déjame entrar, por favor.

No respondí.

El sonido de la puerta al abrirse me indicó que no había esperado mi permiso. Se acercó lentamente, su silueta iluminada por la tenue luz que entraba desde el pasillo.

—Esto no es lo que él querría —susurró, sentándose a mi lado—. Kaleb necesita que sigas luchando.

—¿Y si ya no hay nada que pueda hacer? —Mi voz sonó rota, irreconocible.

No Estoy Obsesionada -Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora