Narra Kaia.
Sabía que Klaus intentaría detenerme. Que todos lo harían. Pero no podían entenderlo. Kaleb era mi vida, y si tenía que entregarme a Dahlia para liberarlo, lo haría sin dudar.—No dejaré que hagas esto. —Klaus me sostuvo con más fuerza, como si con solo sujetarme pudiera impedir que esto siguiera adelante.
—No puedes decidir por mí. —Me aparté de su agarre, sintiendo la ira arder en mi interior—. Esta es mi elección.
Klaus apretó la mandíbula. Elijah y Hayley nos observaban en silencio, y Freya parecía atrapada entre la culpa y la resignación.
—Si esto va a hacerse, debemos actuar rápido —dijo Freya finalmente.
Ignoré el gruñido de Klaus y asentí.
...
Estábamos en un círculo de velas y símbolos ancestrales dibujados en el suelo con sangre. Freya recitaba el hechizo en un idioma antiguo, su voz temblando con cada palabra.
El dolor llegó de inmediato.
Era como si mi alma estuviera siendo arrancada de mi cuerpo. Grité, sintiendo cómo la magia me desgarraba por dentro, como si algo invisible intentara arrancarme de este mundo y atarme a otro.
Vi sombras moverse a mi alrededor, susurros en el viento. La presencia de Dahlia era inconfundible, una oscuridad fría y aplastante que me envolvía.
Y entonces, el hechizo se rompió.
Todo se detuvo.
Caí al suelo, jadeando, con el cuerpo ardiendo de dolor.
—¿Qué pasó? —logré preguntar con la voz entrecortada.
Freya estaba pálida.
—No funcionó.
La habitación quedó en silencio.
—¿Qué significa eso? —Klaus fue el primero en reaccionar, su tono afilado como una navaja.
Freya tragó saliva.
—Dahlia... rechazó el intercambio.
El mundo se derrumbó a mi alrededor.
—No... —susurré, sacudiendo la cabeza con desesperación—. No, eso no es posible. Dijiste que era la única forma.
Freya me miró con dolor.
—Lo era. Pero Dahlia no quiere solo un primogénito, Kaia. Quiere a Kaleb. A él y a nadie más.
Un grito desgarrador escapó de mi garganta mientras la realidad me golpeaba con toda su fuerza.
Lo había perdido.
De verdad lo había perdido.
No importaba lo que hiciera. No importaba cuánto estuviera dispuesta a sacrificar.
Dahlia jamás me lo devolvería.
Lo había perdido. Para siempre.
—Kaia... —Freya intentó acercarse, pero levanté la mano para detenerla.
No quería su compasión. No quería sus palabras vacías.
Me puse de pie con dificultad. Mi cuerpo aún dolía por el intento fallido del hechizo, pero no era nada comparado con el dolor en mi pecho, el que amenazaba con consumirme desde dentro.
—¿Entonces qué hacemos ahora? —preguntó Elijah, rompiendo el silencio.
Todos me miraron. Esperaban que me derrumbara. Que me encerrara en el búnker y dejara que la desesperación me tragara.
Pero eso no iba a pasar.
—Si no puedo salvarlo... entonces voy a matar a Dahlia.
Klaus frunció el ceño.
—Ni siquiera pudimos hacerle un rasguño antes. ¿Cómo piensas—?
—No me importa cómo. —Lo interrumpí con frialdad—. No me importa cuánto tarde ni cuántas veces tenga que fallar. Dahlia va a pagar por esto.
Freya suspiró.
—Kaia...
—No me detendrán. —Mi voz era tan helada como la ira que crecía dentro de mí—. No voy a dejar que siga con vida después de esto.
Me giré sin esperar respuesta y salí de la habitación.
Porque si ya no podía salvar a mi hijo, lo único que me quedaba era vengarlo.
Y juro que lo haré.
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No Estoy Obsesionada -Klaus Mikaelson
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