Narra Pablo
Ayer terminamos el triplete que tanto esperaba y tanto temor me daba, el de Madrid, agradezco la compañía que tuve sobre el escenario, especialmente el de Alejandro Sanz cantando a mi lado mi tema de Quién. Si él supiera como se creó esa canción, rio sarcástico mientras sigo despierto en mi cama. Y pensar que yo era el que enviaba audios por WhatsApp cantándole Mi Marciana.
El reloj de la habitación apunta las cuatro de la madrugada, maldito insomnio, si estuviese en Málaga, en mi casa ahora tomaría mi Cola Cao y mi bocadillo de Nutella mientras me pierdo en mis pensamientos. Pero no veré Málaga hasta la semana siguiente, esta noche he decidido quedarme en Madrid. Cojo el móvil y por poco se me cae en la cara, esto del insomnio me deja un poco tocado, miro la última conexión de Natalia, aún no ha llegado o tal vez no se ha conectado, será mejor no interrumpirla.
Me levanto de la cama, me visto ropa informal y salgo de mi habitación intentando no hacer mucho ruido, no quiero que nadie sospeche de que ahora mismo voy hacer una de mis locuras.
Narra Raquel
El aire con la lluvia choca contra las persianas de mi ventana, llevo desde las dos de la madrugada despierta, se supone que esta noche deberían haber subido las notas pero no han puesto nada, no me quedan uñas en mis dedos. Saco un libro del cajón de la mesilla a oscuras, enciendo el flexo y doblo mi almohada apoyando mi espalda en ella. Dicen que leer te da sueño y por intentar no pasa nada, al ver la portada del libro me doy cuenta de que Natalia se ha llevado mi libro y yo me he quedado el suyo. Las 50 Sombras de Grey, suspiro y después rió. No se cuando la volveré a ver y me siento muy culpable de que no estuviésemos bien en estos días pero me alegro de que haya conocido a Pablo y pueda olvidarse de todo un poco. Pero no creo que funcione, las relaciones a distancia nunca duran y lo sé por experiencia.
Abro por la mitad el libro y lo primero que leo hace que resople y lo vuelva a dejar donde estaba, no me queda más remedio que pasar la noche en vela. Abro mi ventana y luego la persiana dejando que la lluvia moje mi cara por completo, veo los charcos de la calle y un gato resguardarse en el árbol.
Saco de mi armario un chubasquero, unas botas de agua y salgo a la calle, quiero volver a aquella época donde mi padre y yo saltabamos los charcos de París. Camino hasta la mitad de la carretera, tengo delante un charco y las luces de un coche. Éste se va aproximado más, justo cuando llega a metros de mí, alguien coge de mi brazo y me arrastra pasando el coche delante nuestra.
-¿Estás loca?-me dice una voz conocida, veo a Pablo con el pelo y la ropa mojada-¿Te ibas a suicidar?
-¡No! Me iba apartar-digo dubitativa, en realidad no se que me ha pasado que mis músculos no se podían mover, si no hubiese llegado él ya estaría igual que mi padre, muerto, lo veo desconcertado-¡Hablo! Te estás mojando.
-Tú también-rie-Más o menos ¿Qué haces a estas horas por la calle?
-Lo mismo podría preguntar yo, Natalia se ha marchado esta mañana.
-No venía a visitar a ella-me sonrojo, no entiendo porque querrá visitarme a mí-¿Pasamos a tu casa? Como dices tú me estoy mojando completamente-asiento y esta vez esperamos que pase el coche para poder cruzar la calle, entramos al piso del que hace unos minutos he salido para nada.