Capítulo 30

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Narra Raquel
¿Qué pensará cuando me vea después de estar cuatro meses sin saber nada de mí? Me dijeron las chicas que había estado en Albacete buscándome cuando vino de concierto pero en aquella época seguía en el campamento de meditación cristiana para buscar la fé. Que lo único que he encontrado es a mi mascota, Robi, mi conejito. La muerte de Natalia hizo que me atormentara tanto por dentro que cuando mi madre me ofreció ese campamento no dude en aceptar. Si he venido de Albacete a Benalmadena es porque estoy segura de que lo voy hacer, ahora no me puedo rendir por nada del mundo. Solo que no sé donde alojarme, he abandonado mis estudios porque la carrera que estaba haciendo no me gustaba nada y como estudiante que he sido nunca me he planteado de que tenía que encontrar algún trabajo. Tal vez Pablo me deje vivir con él pero no lo hará, sería estúpido si lo hiciera.
En la estación, perdida, agarro fuertemente las maletas, no sé a donde ir, estoy más perdida que una aguja en un pajar, algunos no hacen más que dar empujones, tanto es así y tanto es mi mareo viendo a la gente pasar que con otro empujón caigo a las vías del tren, lo peor de todo es que no me puedo mover.
-¡Cuidado!-dice una mujer señalando a lo lejos un tren, intento moverme pero la bota de mi zapato se ha enganchado.
-¡Ayudaaa!-grito desesperada, un hombre fuerte y valiente salta a las vías, me quita rapidamente el zapato y me saca de las vías justo cuando el tren pasa-Mi maleta-lamento al verla aplastada, genial, estoy sin un techo donde dormir, sin ropa y casi me muero.
La gente de alrededor le aplauden-¡Pablo heroe!-grita una chiquilla, me quedo blanca cuando se quita el gorro y veo a Pablo Moreno.
-Raquel-me susurra él también sorprendido al verme, tal vez con las prisas de mi rescate no le habrá dado tiempo a reconocerme.
-Gracias-me pongo roja como un tomate, esto no es lo que yo tenía planeado, no me esperaba nada de lo que acaba de ocurrir.
-¡Pablo Pablo!-grita la gente-¿Conoces a la chica?-pregunta una mujer con una grabadora en su mano, no entiendo de que manera ha salido la periodista, podrían darme a mi también su puerta de teletransporte.
Él agarra mi mano fuertemente, haciendome daño pero por su seriedad no le importa, corremos por las calles de Benalmadena y entramos a un callejón con poca gente.
-¿Qué haces aquí?-comenta con voz grave, empieza a dolerme la cabeza, toco mi frente y veo sangre, él también se ha dado cuenta.
-Quería hablar contigo-no hace más que fijarse en mi herida.
-¿Después de tantos meses?-asiento, resopla saliendole baho de la boca por el frío.
-Te daré las explicaciones que quieras-en ciertos momentos cierra los ojos, lo conozco muy bien, no quiere llorar delande de mí.
-Vamos a mi casa que te cure esa herida-seguimos caminando por las calles pero esta vez en completo silencio.

No quiero verme soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora