Capítulo 32

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Narra Raquel
La luz que entra por las rendijas de la ventana no hace más que molestarme, intento darme la vuelta pero choco contra algo, mejor dicho alguien. Pablo está a mi lado, con los ojos cerrados y despeinado, sus brazos rodeaban mi cuerpo pero mi movimiento ha hecho que los apartase sin darse él cuenta.
Siempre que he dormido con él he tenido la curiosidad de saber en que está soñando, cuando me desvelaba por la noche a su lado lo veía con una gran sonrisa, en cambio ahora lo veo serio. He debido de hacerle muchísimo daño, me siento tan culpable de no demostrarle lo que siento por él. Y que sé yo de amores, si me he pasado parte de mi vida encerrada en mi casa estudiando para que mi madre se sintiese orgullosa de su hija. Solo me he enamorado dos veces, uno no correspondido y él otro sí pero se me está haciendo más difícil el correspondido que el otro. Nunca, nadie dijo que el amor fuese fácil, de ahí que sea el tema principal de las novelas y canciones más importantes. Yo no quise un amor de perros, yo quise un amor de pájaros, los dos libres sin ningún problema.

Narra Pablo
El sonido del Mar inunda esta preciosa imagen de los Baños del Carmen donde relucen más que nunca. Allí está ella, con el pelo más aclarado por el Sol moviendolo de un lado a otro, sus ojos verdes fijos en el mar, de vez en cuando los cierra concentrándose en su baile provocativo. Lleva puesto un vestido corto enseñando sus finas piernas, mis ojos se pierden en ella. Me acerco sin que ella lo note, rodeo su cintura con mis brazos y nos meneamos, los dos pegados, de un lado a otro. Raquel más sonriente que nunca se aleja, coge de mi mano dando una vuelta y corre en dirección a la playa comenzando una persecución de enamorados.
La Luna nos ilumina a los dos reflejándose en el Mar junto las estrellas. Todo está en silencio, raro en un día de verano en Málaga pero mucho mejor, las palabras sobran, solo estamos los dos. La alcanzo levantándola del suelo, me mira fijamente y me besa. Mientras siento que algo cae en mi pelo, el cielo se ha nublado convirtiéndose de un azul oscuro a un grisaceo amenazando con tormenta.
-Sueltame-me dice de pronto Raquel-¡Sueltame!-lo hago, sin darme cuenta de las consecuencias que repercutarán.
-¿Qué te pasa?-pregunto pero las palabras no me salen, la lluvia nos moja a los dos pero no me importa.
-Ya no hay vuelta atrás, fue bonito lo que nos pasó.
-¿Fue?-comento desorientado, ella camino por la arena hasta convertirse en lo que pisaba.

El sonido del microondas hace que me de cuenta de que era un simple sueño. Me doy cuenta de que al final he dormido junto a ella, camino por los pasillos de la casa y en la cocina Raquel saca su café con la taza en la que yo suelo beber mi cola cao.
-Buenos días-le saludo cáptando su atención.
-¿No dijistes que ibas a dormir en el sofá?-remuevo mi pelo nervioso-Echaba de menos esos momentos-da un pequeño trago.
-Me dolía la espalda, el colchón está más blando-sonrie timidamente.
-Pablo, mañana marcho a París, he pensado que podrías acompañarme-y antes de que diga algo añade-Creo que acabo de decir una estupidez, mejor olvidalo-se da la vuelta dejando la taza y se dispone a irse de casa.
-No-se detiene-Quiero ir contigo-corre hacia mis brazos y se abalanza sobre mí-Pero esto no significa que te haya perdonado.
-Ya ya, me voy a dar una vuelta, ahora vuelvo.
-Eso espero-rie y por primera vez después de tantos meses sonrio.

No quiero verme soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora