Narra Raquel
El reloj del salón marca las diez de la noche, mi cabeza va explotar de tanto estudiar, sé que he aprobado los demás exámenes y no quiero estropear el curso con este. Sigo llevando el pijama, no me lo he quitado desde esta mañana. Decido descansar un rato abriendo el wifi del móvil, espio un poco el twitter y veo el perfil de Natalia, el concierto ya ha comenzado, resoplo, que envidia me da.
Voy al baño a ducharme cuando llaman a la puerta, no quiero abrir desnuda por lo que no me queda otro remedio que ponerme el albornot. Un chico de uno noventa, con el pelo despeinado y moreno y con los ojos azules me espera detrás de la puerta-Que sexy-suelta cuando me observa de arriba abajo, cuento hasta diez para no perder los nervios.
-Detergente, ¿Qué haces aquí?-me apreto más fuerte el nudo del albornot, no quiero que me vea nada, entra al piso sin ningún permiso y le paro antes de que llegue al salón-Nadie te ha dado permiso para entrar.
-Ya sabes que no me gusta que me llames Detergente-rio sarcástica-Me conozco esta casa como la palma de mi mano-señala el sofá-Mira si allí hicimos el amor-siento calor por dentro, no se si de la vergüenza o de la rabia.
-¡Ariel! ¡Vete de aquí No sé como pude salir contigo-intento empujarle pero mis fuerzas son inferiores a las suyas.
Se dirige de nuevo a la puerta y se sienta con su espalda apoyada en ella-¿Está Natalia?-niego y vuelve a lenvantarse-Entonces no tengo nada que hacer aquí.
-¡Eso vete a la mierda pesado!-y cierro la puerta de un portazo, escucho su risa.
-¿Te has aclarado el pelo no?-comenta a través de las rendijas-Estás muy guapa pero no te hagas ilusiones, como mi Natalia, nadie-intenta chincharme y he de reconocer que lo ha conseguido.
-¿¡Te indico el camino a tu casa!?-escucho sus pasos alejarse y lloro desesperada, miles de recuerdos vienen a mi cabeza e intento huir de ahí pero me es imposible.
Si vine a Madrid fue por él, por estar cerca, porque la distancia nos estaba jugando una mala pasada pero es lo peor que pude hacer, no debí presentarle a Natalia. Ahora seguiría con él y no tendría que presenciar cada beso que se dan delante de mí. Pero tal vez es lo mejor que pude hacer, no debería arrepentirme y sentirme tan culpable de la cosas que hago. Confío en ti destino.
-Varias horas después-
Después de llorar tanto he vuelto a ponerme con mis estudios, debo concentrarme en esto y no en Ariel y Natalia. Miro el reloj de mi móvil y marca las dos de la madrugada, me preocupa que aún no haya llegado, no creo que el concierto dure tanto. Y hablando del rey de Roma, mejor dicho Reina, escucho el portazo de la puerta principal y veo la luz de su habitación. Cada vez que me acerco más a ella escucho sus risotadas que hay veces que son muy exageradas, por la rendija de su cuarto veo que habla por teléfono.
-¡Pablo! Al final voy a soñar con alguna de tus bromas-sigue riendo mientras se cambia de ropa-También contigo ¡Vaya espectáculo! Me tienes que invitar luego a otro, me contratas como "Relaja Nervios"-no sé si esa expresión tendrá doble sentido pero para mi si-Bueno, me voy a dormir, descansa-hay varios segundos de silencio-Yo también te quiero-mis ojos se abren como platos y ella descuelga, en mi cabeza se acumulan muchas preguntas pero ahora no hay ganas de entretenerme en ello, debo preocuparme en mis estudios. Antes de que se de cuenta de que estoy allí me encierro en mi habitación y en mis pensamientos.