Capítulo 31

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Narra Pablo
Llega un momento donde te acostumbras a respirar sin esa persona a la que hubieses dado la vida por ella. Pero hay noches donde, tumbado en la cama, en esas sábanas que compartiamos, la recuerdas. Escuchas su risa, ves sus ojos, acaricias su piel pero lo que en realidad escuchas, es el reloj que cuenta lo minutos que estoy sin ella, lo que en realidad ves es aquella pared en la que sus ojos se posaban, lo que en realidad acaricias es el aire que los dos respirabamos. Llega un momento donde piensas que te has olvidado de la mitad de tu ser pero en realidad la recuerdas e incluso la sueñas. Lágrimas caen sobre el tejido de la almohada, tus manos desgarran las sábanas haciendole culpable de su marcha, te lamentas porque piensas que solo tú tienes la culpa, cuando no es verdad, la culpa es de los dos que nos hemos enamorado de la persona equivocada.
Y después de todas las noches de insomnio por su marcha, ahora estoy en frente de ella curándole una herida después de rescatarla sin saber que ha sido lo mejor que he podido hacer.
-Ya no me miras con los mismos ojos-dice rompiendo el silencio que había antes.
-¿Y cómo te miro ahora?-pregunto con una voz grave, a ella le asusta pero disimula.
-Con odio-y no se lo niego, no sabe como he sufrido sin tenerla a mi lado-Pablo yo te sigo queriendo-y esas palabras me duele-Yo...-comienza a sollozar-No sabía que hacer con mi vida, necesitaba pensar.
-¿Y no te distes cuenta de qué he sufrido?-yo también empiezo a sollozar, no me gusta verla así.
-Tú eres el culpable de mi insomnio-quiero tranquilizarla, abrazarla y que nunca se separe de mis brazos.
-¿Dónde marchastes? ¿Por qué no me llamastes? ¿Como sé que puedo confiar en tus palabras?
-Fui a encontrar mi fé-me entra la risa nerviosa, ella me observa de mala manera-¿Qué tiene de gracia?
-¿Te vas hacer monja?-ríe-¿Desde cuando eres tan cristiana?
-Mi familia lo son ¿Por qué no? Me he encontrado a mi misma.
-Nunca me has presentado a tu familia-muerde su labio volviendome loco por un segundo.
-No tuve tiempo.
-Te siento distinta-alza sus hombros-¿Qué clase de brujería hacen allí?-rie entre las lágrimas, por un momento nos olvidamos de los problemas, si discutimos no llegaremos a ninguna parte-¿Y tienes lugar para dormir?-niega y me cuesta decir las siguientes palabras-Te puedes quedar en mi casa, dormirás en mi dormitorio yo en el sofá.
-Me niego-y no se como pero al final la convezco.
Le dejo ropa para dormir y sin despedirse se encierra en la habitación. Yo me quedo pensativo en el sofá, viendo los pasos que ha dado, me acerco a la sala e indeciso abro la puerta hayándola dormida en la parte derecha de la cama donde a ella tanto le gusta. Me tumbo sin hacer ruido contemplándola, acariciando su brazo y sin darme cuenta me quedo dormido.

No quiero verme soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora