Capítulo 25

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Narra Natalia
Soy testigo de su juego de besos, los observo detrás del árbol con las lágrimas en mis ojos cayendo como el agua de una cascada, no puedo creer que mi ex y mi mejor amiga me hayan engañado de esa manera. Los dos entran al hotel, Raquel abalanzada sobre Pablo como un koala y Pablo sujetándola con sus brazos.
Apoyo mi cabeza en el tronco del árbol del que estoy escondiendome. Es tan fuerte el dolor que nada podrá curarlo, una herida de la que nunca sanará. Esa costra de la que todo el mundo quitará para que vuelva a sangrar, ya no hay vuelta atrás, el dolor está hecho y la decisión también.
Por mi mala suerte tengo que pasar cerca de donde ha sido el concierto, las fans no hacen más que buscar algún rastro de él, ilusas.
Llego al hotel en el que me alojo, busco en el escritorio la soga que me traje de Canarias. Si a Raquel le gusta tanto Andalucía con esto llegara a odiarla, quiero que los dos se sientan culpables de lo que va suceder. ¿Ahora es el buen momento para creer en Dios? No lo sé, sea lo que sea que haya ahí arriba espero que me cuide bien. En la pared hay una parte donde puedo atar la cuerda, coloco una silla pero antes de nada pongo Terral en el móvil sonando Ahogándome en tu adiós. Me subo a la silla teniendo en frente de mis ojos la cuerda que se mueve como si se tratase del péndulo de un metrónomo, Pablo era el que medía los compases de mi vida.
Ahogándome en recuerdos, ahogándome en tu adiós, sonaron las sirenas en nuestra triste habitación...
Cuelgo de la soga faltándome la respiración y la vida...

Narra Pablo
-¿Ocurre algo?-le pregunto entre mis brazos, después de tener una noche movida hemos decidido visitar la playa.
-Llevaba desde pequeña sin venir a la playa, a mi madre no le gustaba la costa y ver estas vistas... Me trae muchos recuerdos-la abrazo fuerte, me siento tan seguro cuando está tan cerca de mí, no podría vivir sin ella-Málaga es tan bonita.
-Bonita como tú-me atrevo a decir, ella ríe y me da un cálido beso-Estamos aquí parados pudiendo estar ya en el agua.
-No tengo bikini-le doy una sonrisa pícara y ella también-No te atrevas Pablo Moreno.
-Vale vale-me levanto de la arena y ella me persigue sin entender a que quiero llevar con todo esto-¿Ves que bonito es desde estas vistas?-Raquel se queda embobada mirando y es cuando aprovecho para levantarla del suelo.
-¡Pablo! ¡Pablo no!-pero no le hago caso, siento pequeños golpes en mi espalda pero apenas lo noto.
Llegamos al agua y nos sumergimos en el mar los dos juntos, como si se tratase del libro de Tres metros sobre el cielo nos besamos debajo del agua.
Lo que siento por ella no lo he sentido por nadie más, tal vez ella si sea la mujer de mis hijos, la que tanto buscaba y anhelaba.

No quiero verme soloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora