Narra Pablo
-Da miedo-los dos entramos a una casa abandonada donde el olor a antiguo inunda nuestras fosas nasales.
Le doy varias veces al interruptor de la luz pero no se enciende, con la linterna de su móvil puedo apreciar las grietas de las paredes y la pintura amarilla junto a todas las pelusas que rodean los muebles de la casa.
-¿Te gusta?-frunzo el ceño, la verdad es que no, ella ríe al ver mis gestos-Aquí nací-me fijo en un cuadro que hay cerca de aquí, allí está ella con pocos años, adorable.
Empiezo a investigar por la casa y doy con una puerta diferente a las demás, pone un NO bien grande en la parte de arriba con pintura roja, da escalofríos pensar que habrá al otro lado de la puerta-¿Y esto?-Raquel que observaba su habitación sale para acompañarme.
-Era el despacho de mi padre, mi madre nos prohibía entrar después de su muerte. Mi hermana para asustarme me decía que ese NO estaba escrito con su sangre.
-¿Y si entramos?-le interrumpo antes de que se enrolle más.
-No sé si podré-su piel se pone de carne de gallina, debe ser duro recordar a alguien que más o menos se ha olvidado.
-No estás sola-le agarro la mano y los sentimientos que sentía cuando la conocí vuelven, la sigo queriendo, nunca la he olvidado.
Ella coloca su mano sobre la manivela y yo sobre su mano, abrimos la puerta y encontramos una mesa con una silla de director al final de la sala, un montón de libros a su alrededor y papeles tirados por el suelo.
-A mi padre le encantaba estudiar-va cogiendo poco a poco los papeles del suelo.
Observo los libros, todos tratan sobre ciencia, abro uno y soplo el polvo que hay dentro de ellos y veo que todo está escrito en francés.
-Ese es el último libro que estaba leyendo, le llamaron para una investigación solo que ya no recuerdo de que trataba-intento descifrarlo pero el francés es muy coloquial y me cuesta traducir ciertas frases.
Un sobre que estaba metido en el libro cae al suelo, lo cojo extrañado y Raquel al ver mi cara también se acerca.
-¿Qué es eso?-ella me lo arrebata de las manos y comienza a leerlo en voz alta.Querida Raquel:
Si lees esto es porque me demuestras una vez más lo valiente que eres como tu padre y lo cotilla que eres como tu madre.-Que majo mi suegro-bromeo, reimos y sigue leyendo.
Después de esta tontería, solo quería decirte que te quiero mucho y que nunca os abandonaría por nada en el mundo pero hay veces en la vida que hay que tomar decisiones complicadas.
Sabes que últimamente tu madre y yo discutíamos mucho. Intentábamos ser una familia normal pero no pudo ser.
Desde joven, tu familia paterna iba de vacaciones a Sevilla. Allí conocí a una sevillana que me volvió loco pero por motivos de la vida tuve que casarme con tu madre. Aunque esa sevillana siempre estaba en mi mente y ya no aguantaba más vivir en una gran mentira. No me he muerto como os contará vuestra madre pero si me he ido para buscar al amor de mi vida.
Algún día, leerás esta carta y me odiarás y lo comprenderé. Pero lo he hecho por vuestro bien y no atormentaros en vuestro futuro.
Muchos besos.