Aún después de todo las cosas podían ir a peor. Porque carajos había una carpeta con el nombre de una bomba nuclear.
- Oye que es lo - apagué el micro y me dispusé a abrir la carpeta-.
Mis ojos se inundaron de montones de documentos. La cabeza me dolía. Ahora entendía la necessidad de mi madrastra de encontrarme, porque donde me encontraba yo se encontraba J. La imagen que encontre entre muchas se podía ver como alguien que supuestamente era J, creando una bomba nuclear.
De repnte alcanzé a oir el sonido de un coche. Encendí el auricular y oí las voces de ambos chicos gritandome que me fuera rápidamente. Pero a pesar de que conseguí borrar los documentos sobre J y los demás, no me dio tiempo para desaparecer.
Delante de mi se encontraba esa mujer con una sonrisa triunfante mientras actuaba como si nada.
- Nos volvemos a encontrar- Dijó arrogante sin hacerme caso- Me has traído a tu hermano?-.
- No dejaré que utilices a mi hermano para esa locura-.
Entonces me miró aterrorizada y seria pero su cara paso a ser una falsa tranquilidad.
- De que locura hablamos?-.
- De la bomba nuclear que quieres soltar sobre Síria. Quieres a mi hermano para que te cree esa bomba y luego matarnos a todos.- dijé de golpe mientras oía las voces de J y Lucas desde el auricular, alterados-.
- Vaya eres una chica muy entrometida- Dijó mientras se acercaba amenazante a mi- Y los tres sois muy ilusos.-
De repente en el auricular sonó un fuerte chirrido y lo agarré estrellandolo contra el piso. Miré a esa mujer que me observaba divertida. De golpe la puerta se abrió dejando paso a un hombre que sujetaba sobre sus hombros a ambos chicos inconcientes y pálidos.
- Despertaran amnesicos- dijó tranquilamente-.
Me encontraba apoyada en la silla con mucho temor. No había manera de huir y tampoco odía huir teniendo a los chicos bajo las garras de esa arpía.
- Porque haces esto- grité fuertemente llamando su atención-.
- ¿¡Porque?!- Gritó acercandose a mi y agarrandome del cuello- Porque cuándo terminó la maldita guerra de Siria, mi marido siendo soldado milagrosamnete volvía conmigo y con mi hija pero a los malditos capitanes esos que dirigian a los soldados decidieron que habían visto demasiadas masacres injustas y decidieron callarlos matandolos a todos. Me ingresaron en un hospital psiquiatrico de alli cuando aparecí con un supuesto estrés postraumático. Esa maldita ciudad mató a mi marido-.
Aquella confesión me dejó helada. Me soltó mientras se agarraba el rostro entre sus uñas con fuerza. Aproveché ese instanté de debilidad y locura por parte de ella y salí corriendo por las escaleras. Oí como los cuerrpos incoscientes de J y Lucas caían al suelo con violencia y entonces el hombre que los sujetaba me seguía con rápidez.
Llegué al cuarto que anteriormente era de mi padre y tiré con brusquedad todos los objetos que se encontraba encima, hacia el hombre. Abrí el cajón y agarré insegura la 9 mm. El hombre agarró mi hombro con violencia y entre el giró que causó le pegué con el codo en el rostro. Sin pensar y con miedo en medio de mi giro de 180º mi dedo apretó el gatillo y entre los mechones de mi pelo en movimiento vi como la bala atravesaba su cuerpo, paralizandolo.
El hombre seguía de pie con la herida en la cadera, sin embargo aún se acercaba a mi. El miedo volvío a entrarme y con los ojos cerrados disparé dos veces más. Segundos después vi como su cuepo caía seco contra el suelo, empapandolo todo de sangre. UN dispró en el cuello y otro en el tórax. Eso si que era estrés postraumático.
La manos me sudaban, mi cuerpo temblaba, y el intento de respirar era imposible mientras veía como soltaba su último suspiro. Lo había matado. A pesar de que tenía la sensación de que iba caer desmayada, coloqué la 9mm en mi cintura entre mi piel y la tela de mi pantalón.
Bajé rápidamente las escaleras y me encontré a esa mujer intentando llamar a alguien. Agarré la 9mm y apunté hacia ella. Su móbil cayó al suelo de miedo y quedó paralizada. Aún sin apartar mi arma de ella me acerqué a ambos chicos y hicé el intento de despertarlos.
Lucas despertó adoloridos mientras que J seguía incosciente. Lucas me miraba con miedo y fijamente mientras cargaba a J en su espalda.
- Ni una palabra- Dijé desafiante mientras le mostraba un pendrive que casualmente se encontraba en mi bolsillo- Tenemos la informacion-.
Rápidamente huímos mientras oíamos el sonido de las sirenas de polícias a nuestras espaldas. Corrimos durante media hora sin parar, sin hablar y llegamos a un edificio vacío. Seguí a Lucas hasta la última planta y allí nos esperaban Daniel, Mia y Allison. Mintras todos ayudaban a Lucas y a J me quedé al margen. Solté la 9 mm causando un sonido sonoro que llamó la atención de los demás. Desvié mi mirada hacia un cristal del suelo.
Mi reflejo. Una chica salpicada de sangre que no era suya me hizó recordar que era una asesina. El pinchazo de mi cabeza me hizó desvanecerme mientras que notaba en mi caída el contacto del crital con mi mejilla y la 9 mm clavandose en mi rodilla fuertemente.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza pero también por la cálida aunque fría caricia de una mano en mi mejilla. Abríi los ojos con dificultad y vi como J me miraba con compasión.
- Lo has arriesgado todo por nosotros y por eso te quiero- susurró mientras sonreía entre preocupado y sonrojado- Gracias-.
Estaba harta de ser la única que escondía sus sentimientos así que me incorpoé y rodee su cuello con mi mano mientras lo atraía a mí y lo besaba. Separamos nuestros labios pero nuestras frentes seguían conectadas. Sentía su aliento en mis labios mientras observaba como sonreía.
HIcé una mueca de dolor y me abalanzé encima de él abrazandolo con fuerza y espezando a sozollar mientras que el acariciaba mi cabeza.
En aquel momento solo, lo necesitaba a él.
Continuará...
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Signos vitales de viejas memorias (en edición)
RomanceAmor prohibido, historias más allá de la que ha vivido y amistades de las que duran para siempre. Eso es lo que descubrirá nuestra protagonista, Alba, cuándo decide romper las cadenas que la tiene prisionera bajo la custodia de su madrastra. Mientra...