Capítulo 39 FINAL

35 5 1
                                    

A hermano mayor le gusta pintar.  Hermano mayor lo pinta todo.

Papi se enfada y grita. No me gusta cuando papi esta enfadado. Culpaba a hermano mayor y me voy llorando. Hermano mayor viene por las noches. Me traé un osito y yo le doy un beso.

Pero un día papi está enfadado y hermano mayor no viene. Hermano mayor no vuelve a traerme ositos. No viene a jugar. Hermano mayor se esconde a pintar; dice papi llorando. Hermano mayor siempre pinta. Hermano mayor ha escapado. Ya no puedo dormir, no quiero dormir hermano mayor. Hermano mayor no va a volver.

Quién es hermano mayor?

Un fuerte dolor seguido en ambas mejillas me hizó abrir los ojos de golpé. Noté como pequeñas lágrimas se deslizaban por mi rostro y intentando secarlas me di cuenta de que me encontraba atada y sentada en una silla vieja de madera.

Cerré mis ojos con fuerza para detener las lágrimas y levanté mis ojos para encontrarme a un hombre delante de mi, que cuando de dió cuena de que me encontraba despierta, me ignoró completamente y se dirigió hacia mi izquierda. Siguiéndolo con la vista me di cuenta de que nos encontrabamos todos en la misma situación, sin embargo Allison y J aún no habían despertado.

Nos miramos ente todos de forma preocupada. El sonido estridente de la palma de la mano de sujeto contra una mejilla me hizó volver a desviar la mirada hacia dónde se encontraban J y Allison. Aquel imbécil había abofeteado a Allison y se disponía a repetirlo.

- ¡No!- Grité con angustia y sacudiendo frenéticamente mi cabeza- No porfavor, es solo una niña, déjala, no la necesitaís despierta-.

MI voz se volvió entrecortada y apenas audible y aunque miraba a aquel hombre con compasión, su mirada era fría y sin apenas sentimiento. El hombre volvió a mirar a la niña, se encontraba inconsciente con toda la cabellera peliroja cubriendole su rostro pálido. Su brazos apretados entre si casi morados por la gruesa cuerda que los rodeaba. 

Un par de sollozos retumbaron por la sala cerrada y oscura. Miré al lugar proveniente de esos sonidos. Mia se encontraba a punto de estallar. El sonido del seguro de una glock 9 mm aturó sus sollozos de golpe. Un hombre apuntaba a la espalda de Mia dispuesto a disparar. Se podía oir como aguantaba la respiración a medida que se oían los pasos de tacones sobre el asfalto.

Dirigí mi mirada amenazante hacia la persona que llevaba puestos esos malditos tacones. A pesar de que mi mirada fué percibida no me hizó ni caso.

- Es mejor que hagas silencio cría- amenazó esa mujer a Mia que se encontraba aterrada al borde de la locura- Apuesto que nunca te has sentido tan cerca de la muerte. No habias sentido la fría boca de la arma rozando tu morena piel apunto de soltar una bala que te perforará y en pocos segundos te matara. ¿Verdad?-.

La mujer agarró la barbilla de Mia con brusquedad obligandola a mirarla, mientras que le comía la cabeza con sus palabras.

- Basta- grité ya harta de tanta tontería-.

- ¡No! Basta tu Alba-.

Aquello no me lo esperaba. La voz no venía de la mujer, venía de Mia. Que con la voz frustrada gritaba con la cabeza agachada.

- ¡Basta ya! Si no fuera por tus malditos y liosos pensamientos, no estaríamos aqui! Si morimos aqui tú nos habras matado, porque si no fuera por ti estariamos lejos y tú estarias retorciendote de fracaso en tu cama- Gritaba desesperadamente y gastando todas sus fuerzas-.

Mientras ella seguía soltando un montón de barbaridades hacia mi y que probablemente si salía viva de todos esto, luego el remordimiento me mataría, Miré hacia esa loca mujer que sonreía perversamente. Todo era un plan. Si no callaba le pegarían un tiro. 

Signos vitales de viejas memorias (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora