La fiesta del "Armaggedon"

47 6 23
                                    

Mañana de 7542. 8:07/67:93.


He ido a parar a un sitio extraño. Me ha sorprendido lo oscura que estaba la habitación. Aún no se ni como he logrado salir de ella. Fui tanteando por las paredes hasta encontrar el pomo de una puerta.

El mundo que me esperaba fuera no era más reconfortante.

Cielo rojo. Mar amarillo. Hierba azul.


Lo más extraño: 3 lunas. Las 3 majestuosas brillaban, bañándolo todo a su alrededor con ese blanco plata. Preciosose podría decir, de no ser por que tenía miedo, mucho miedo. Era curioso mirarlas, una de ellas, la que se situaba más a la derecha estaba creciente, y era ligeramente más pequeña que las otras dos, la del medio era la más grande, menguante, y la de la izquierda, la mediana, estaba llena y era la que brillaba con más explendor de todas, a pesar de ser de un negro carbón, como el resto de las lunas.

En todo el tiempo que llevo aquí solo logro decir:
¿Donde he ido a parar?

Dario de Suix

...

Azomi se despertó. Como todas las mañanas, su sistema nervioso se había acostumbrado a ponerse alerta a las seis de la madrugada, la rutina de siempre no le acechaba hoy, por lo que la noche anterior no pudo conciliar un buen sueño, su nerviosismo se lo impedía. El corazón se le acelero a mil pulsaciones por segundo, le pareció que le iba a estallar, martilleándole el pecho, rogando por salir de aquel cuerpo que en su vida se había encontrado menos calmado. Intentó tranquilizarse, sin resultado alguno...

La verdad es que estaba entusiasmado, aunque intentó no hacerse ilusiones,"Hoy hago el examen" se dijo " puede que no lo apruebe con suficiente nota como para que me dejen entrar". No pudo evitar que una media sonrisa se le formara en su boca, siempre había sido demasiado positivo como para pensar que no lo conseguiría.

Se vistió un poco más formal para la ocasión, con unas ropas de color café, se calzó sus mejores zapatos y se peinó intentando evitar que el pelo del flequillo le cayese a los ojos, aunque no lo logró.

Salió de su casa, no sin antes darle un beso a su madre y que ésta le deseara toda la suerte del mundo, así pues, caminó hacia el centro donde harían el examen, todos habiendo estudiado en un colegio y él, sin más remedio, habiendo buscado toda la información que creía importante en bibliotecas públicas, quizás su padre solo fuera un herrero y no tuvieran dinero más que para una casa más parecida a un establo, pero aquello no le frenó en su deseo de obtener una beca en la escuela de "Las Artes de la Nigromancia". Estaba preparado para hablar con los demonios.

...

-Señor, hoy hay lluvia, se deberían cerrar todas las ventanas y puertas de palacio. Las últimas tormentas inundaron todo el primer piso.

Kriznal miró a su sirviente Jonás, éste era ya mayor, estaría es sus cincuenta, tenía un bigote blanco que le daba un aspecto algo cómico y vestía un esmoquín especial para su trabajo. Los ojos del menor, de tan solo dieciséis años de aspecto, se clavaron en los del mayor, la mirada de Kriznal era fría, sus ojos eran de un azul grisáceo que recordaba al mar en una noche de tempestad, capaz de tragarse a los marineros que un día realizaban su jornada y al siguiente quedaban sumergidos en las profundidades de la marea. No solo eso, la forma en la que miraba a su alrededor era más profunda que el mismísimo atlántico, y la manera en la que clavaba sus ojos en las cosas, como afiladas cuchillas de plata, capaces de decapitar a un inocente niño, daba escalofrios.

-Cerrad pues todas las puertas y ventanas, menos la trasera, hoy tengo que ir a cierto lugar.

-Es peligroso salir en una noche como esta Señor.

Noches despiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora