He seguido pensando, porque mis noches no sirven para descansar, y entretejiendo palabras de luz de luna del más blanco neón en la libreta de mis sueños, he tratado de alcanzar una meta que me permita descubrir qué ocurre con el temblor de mi alma. Bien, pues creo, y digo creo como cualquier teórico hablaría sobre el principio del cosmos, que debería mentirme un poco más y decir que no estoy enamorada de ti sino de la sensación de quererte, que creo que amo el sentimiento y no la persona, como quien ama el olor de la lluvia pero no andar bajo ella. O como quien ama el olor del café por la mañana pero no su sabor. O como quien ama el frío para quedarse caliente en su casa. Parece una mentira piadosa que pudiera creerme para que todo esto fuera algo más fácil.
Dios sabe que quiero creermela, pero entonces me miras, como nunca antes lo habías hecho, como jamás imaginé que pudieras hacerlo, porque pocas veces he visto tu mirada seria, clavada en un pensamiento fortuito, en dudas y esperanzas. Y entonces yo me seguía mintiendo, te juro que lo hice, que en mi cabeza repetía "no le quieres". Casi logré creerlo, si tú no me hubieras dicho "mírame". Y ahí estaban tus ojos, serios, oscuros, el azul del cielo se había convertido en un mar a medianoche, y el verde que los rodeaba ya no estaba allí, joder, ¿porqué te miré? Aparté la vista al segundo pero no fue suficiente, no podía más con esto, y yo seguía con mi piadosa mentira, sin aguantar todo lo que estaba sucediendo.
Y allí, en medio de toda la maraña de colores, una palabras gris: "no". Creo que no logré entender su significado en ese momento por lo que sucedió después.
¿No? Ese "no" resuena, tanto, en mi cabeza como un clavo de miedo, como una jeringuilla que hacía volver todo lo que una vez lograste ahuyentar: miedo, dolor, fracaso, rabia, asco. Vi como volvían a mi interior y lo aparte, rápido, no ibas a hacerme esto, no podías hacerme esto y yo no iba a permitirlo.
Doce de la noche, sin luna y sin estrellas, nos despediamos y en mi cabeza, mi mentira cobraba forma. Ahora ya casi puedo sentirla echa realidad, ella es mi armadura, ella me protege. Para cuando ese "no" vuelva a salir de tus labios, yo ya estaré preparada, "no te amé a tí" pensaré "ame la sensación de amarte". Benditas mentiras.