Y desde que sabemos que los sueños están muertos, me rehuso a dejar que la sociedad nuclear cabalge en químicos caballos. Dejaré que mi fábrica de deseos se alce en lo alto de una montaña de espuma, y solo yo y mis amigos podremos jugar a las tinieblas bajo el radiante sol de mil risas, mientras vemos como abajo, las lágrimas de plata se forjan en oxidadas sonrisas.