Hielo

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Querido diario:
31 octubre (23:00h)

Estaba allí, contemplando la escena en la que mi novio golpeaba al histérico de Luis.

Sufría cada vez que el, le propinaba un puñetazo a Santi, pero este sabia defenderse bastante bien.

De repente vi como Luis caía insconciente al suelo... Santi se había pasado mas de tres pueblos.

¿¡Como se le ocurre dejar inconsciente a un alumno!?

-BASTA SANTI, ESTATE QUIETO- grite varias veces, no me entendía porque las personas estaban hablando o gritando por lo que acababa de suceder. Pero consiguió entenderme.

Me acerque a el y le examiné la cara.
Tenia un ligero corte en el labio sangrando con una marca circular a su al rededor, eso dejaría marca. También tenia todo el moflete morado y rojizo por el derechazo que le golpeó Luis.

La gente tenia los ojos clavados en mi, ya que, era la única que conocía a este.
También marujeaban cosas, seguramente nada buenas, solo podía pensar en las heridas de Santi.

-Vámonos a la enfermería ¿vale?- dije en el tono mas dulce que pude. Intentando calmarme de la escena de animales que se acababa de presenciar.
-Estoy bien tranquila- dijo el con tono de superioridad.
-¡Vamos a la enfermería, tienes la cara horrible!- le ordené gritandole.
-Vale, vale- me contesto cabizbajo.

Le agarre de la mano y le saqué del pabellón.
Había gente liándose en los pasillos, otras personas simplemente venían del baño.

-¡¿Como se te ocurre pegar a alguien?!- dije ya saliendo del pabellón y estando mas cerca de la enfermería.

Quería gritarle, no puede ir pegando a la gente simplemente porque le provoquen o le digan cosas ofensivas. El no solía ser tan violento cuando eramos mas jovenes.

-Le pegué porque estaba diciendo mentiras acerca de mi y la chica de antes le dijo que la había besado y tocado el culo. Mentira también, obviamente. ¡Que tia mas estresante!-

Me alegraba saber que a el tampoco le había caído bien Tamara.

-Esa tía se llama Támara, y me hace la vida imposible-
-Ahora entiendo porque es una amargada- reí ante su comentario.
El sonrió aunque enseguida hizo una mueca de dolor por su labio.

Le agarre de la mano otra vez para que caminase mas rápido.

-Anda, vamos a la enfermería- rodé los ojos con una sonrisa en mi cara.
-A que ya no estas enfadada- dijo con una sonrisa victoriosa.
-Digamos que... Simplemente no tanto como antes dije con una sonrisa.

¿Como este chico me podía hacer enfadar y desenfadar con tan solo unos pocos segundos? Me encantaba que supiese sacarme una sonrisa cada vez que me enfada o estaba triste.
Pero solían ser pocas veces porque yo suelo ser risueña las 24horas del día.

Llegamos a la enfermería, y Elisa, la enfermera, le tendió a Santi hielo para que se lo pusiera en su mejilla mientras le observaba el labio.
Se lo desinfectó, le limpió la sangre.

-Que suerte has tenido chico, el corte a sido solo superficial y no hay que coser, simplemente ponte hielo también ahí para que no se te hinche mucho- le guiñó en plan amistoso.

-Gracias Elisa- le dijo Santi.
-De nada, cariñet- era su forma de llamar a sus pacientes.

Llegamos a la puerta del instituto.
-Creo que si te vas ya a lo mejor Luis no te guardara rencor- le sonreí.
-Bah, ese tío no me da miedo, es un flojo. Le he ganado muy fácilmente- dijo encojiendose de hombros y sonriendo.
-Lo que me sabe mal es que tu tengas que aguantar a... La que te hace la vida imposible-
-¿Tamara?-
-Exacto. La amargada- me reí.
-Ya tengo, 15 añitos tengo que ir practicando resolviendo mis problemas yo SOLITA para enfrentar los de mi futuro-
-Ya, bueno... Si pasa algo con el o ella no dudes en decírmelo o sino...-
-¿Sino que?- levante una ceja con una sonrisa divertida.
-Pegaré a los dos- dijo obvio.
-¡No vas a pegar a una chica!- me quejé.
-No, tranquila, serias tu...-
-Ni lo sueñes, yo soy pacifista- hize el gesto de la paz con la mano. El se rió.
-Que era broma nena- me guiño el ojo. Me reí y me sonroje.

Se quedo unos segundos mirándome que a mi me parecieron eternos y se acerco lentamente a mis labios.

Me beso lentamente, pero se alejó con una mueca de dolor en su boca.

-Perdón- me sonroje.
-Tranquila, no has hecho nada, soy yo y mi adicción a tus labios- me sonroje aun mas con una sonrisa nerviosa.

Me encantaba y odiaba que me dijera esas cosas. Me gustaba porque eran gestos románticos y muy importantes para mi, pero lo odiaba porque siempre me hacia ponerme roja como un tomate, o no saber que decir y quedarme en blanco.

-Ponte hielo cuando llegues a casa y cuidado- le advertí y le di un beso en la mejilla.

-Si... A lo mejor se me cura antes si se le da un beso- dijo señalándose el corte.
-No, que te puedo dañar- dije otra vez sonrojándome.

El se acercó a mi, me agarro de la cintura y me sonrió. El sabia perfectamente que me ponía nerviosa cada vez que hacia eso.
Me besó la frente y se despidio con la mano.

Volví a dentro con las demás.

Estaba todo el mundo bailando con la canción de Starships de Nicky Minaj, como si nada hubiera pasado pero cuando me vieron entrar el silencio lleno aquella habitación y los ojos observándome.
Llegué a mi mesa y me senté con mis amigas.

-¿Que tal esta Santi?- pregunto Ashley.
-Bien, solo se tiene que poner hielo en las heridas y ya- dije tranquilizandolas. Aunque Santi no les cayese bien, preguntaban porque se preocupaban por el y por mi, por si estaba preocupada.

-¿Y Luis?- pregunté con un poco de terror en mis palabras.
-Esta bien, tranquila. Cuando salisteis por la puerta abrió los ojos y fueron a por hielo para los golpes, pero se la tiene jurada a tu novio-me dijo Elena.
-Y Támara esta hecha un furia- dijo Marta.
-Bah, ella me da igual.-
-Pues no te creas que te librarás de sus insultos o cosas peores. Recuerda que sus padres manejan este colegio y además es la mas popular, puede hacer lo que quiera- dijo Ashley poniéndome una mano en el hombro.

La verdad es que temía lo que pudiera hacer Támara. Ella no tiene conciencia ni la conoce. Puede hacer lo que quiera, puede mentir sobre mi y poner a todos en mi contra y lo peor de todo es que puede ser capaz de echarme.

A lo mejor Santi y yo hemos metido la pata hasta el fondo.

Se hicieron las 23:45h y vino la madre de Ashley a recogernos y dejarnos a cada una en su respectiva casa.

Diario de una preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora