Solo piensas en ti

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Querido diario:
11 de diciembre de 2015

Ha pasado una semana desde que me entere de lo que le pasó a Santi.
Se que es un poco pronto pero decidí ir a visitarle a ver que tal se encontraba.

Cuando llegué me abrió Jonh, el padre de Santi.

-¡Carolina que bueno verte!-
-Igualmente Jonh-
-Pasa, pasa por favor- dijo haciendose a un lado para que pudiera pasar yo.
-Gracias- me dirigí al salón.
-¿Quieres algo de beber?-
-No gracias, no quiero causar molestias Jonh-
-¿Molestias? Si eres casi de la familia, o eras-
-Me gustaría poder hablar Santi por favor, ya sabe... Por lo del accidente que tuvo-
-Ah, claro. Se lo que pasó tranquila. Aun no me puedo creer que lo hiciera otra vez- dijo llevándose las manos al pelo.
-¿Otra vez?- pregunte curiosa.
-Sí, cuando murió su abuelo, estuvo en drogas porque según el mi padre, era el único que le quería de verdad y que su madre y yo solo lo aguantabamos porque era nuestro hijo y nuestro deber pero nunca pensó que lo queriamos de verdad. Pensó que ni sus hermanos ni yo le queríamos. No era cierto, solo que le tocó una infancia difícil con nuestras deudas etc. Y no le podíamos hacer mucho caso a si que siempre llamábamos a su abuelo para que estuviera con el y no pensase que estaba solo.
Por suerte se hizo muy amigo de un chico, Luke.
Desde entonces siempre están juntos.
Luke le ayudo a entender que si le queriamos y queremos y las dejó pero al parecer ayer volvió a recaer...-

-Por mi culpa...- dije en voz alta.
-¿Que? Oh, no, no, no-
-Si lo es Jonh. No dije nada para que no lo dejaramos-
-Pero fue su culpa de romper y sus acciones lo llevaron a...eso-
-Bueno, ¿podría hablar con el?-
-Claro, claro- se levantó y me guió hasta la habitación de su hijo.
Cuando llegamos me susurró suerte y se fue.

Decidí llamar a la puerta.
La golpeé tres veces.
No abría.

La golpeé otra vez.
No abria.

¿Y si se esta drogando otra vez? No no puede ser. Madre mia. ¡No abre la puerta! ¿Le habrá pasado algo? Joder... - solo podía pensar eso.

Golpeé y grite su nombre para ver si abría.
No, no abría.

-Venga, abre. No pasara nada- me decía a mi misma una y otra vez.

Cuando abrí me relajé.

Había un Santi sentado en el borde de la cama en boxers y mirándome incrédulo.

Espera, espera, espera... ¿¡EN BOXERS!?

Me sonroje y cerré la puerta de golpe.

De la habitación de enfrente salió Manuel en boxers también.

Madre mía.

¿¡Esque en esta casa nadie va vestido!?

Bueno si, Jonh.

Me tapé la cara con las manos. Estaba entre dos habitaciones con chicos en boxers.

-Carolina, ¿que haces aquí?- me preguntó mom... Manuel.

-Eh... Yo... Hablar- dije aun con las manos en la cara.
-¿Con Santi?-
-Si...-
-¿Quieres que entre y te abrá?- oía como se acercaba, le oía caminar descalzo y cortando el espacio personal que había entre nosotros.

Yo me apoye en la puerta de la habitación de Santi.

-No, eh gracias de todas maneras...- dije quitandome las manos de la cara mirando a Manuel a la cara. Aunque tuviese un cuerpo perfecto con unos abdominales marcados me resistí a mirarlos.

Diario de una preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora