Tengo que decirlo

86 10 1
                                    

Querido diario:
18 de diciembre 2015

Después de pasar la noche en casa de Santi, me volví a casa acompañada por Ashley.

Cuando abrí la puerta no sabia lo que me esperaba...

-¡Ya he llegado!- grité entrando.
-¿Cariño puedes venir al salón?- me gritó mi madre.

Cuando llegué al salón estaban mis padres sentados en el sofá con mi hermana y mis otros dos hermanos de pie.

¿Reunion familiar? Lo dudo, nunca las hacemos.

-¿Que pasa?- pregunté preocupada.
-Sientate Carolina- me dijo mi padre.

Me senté en el sofá individual que hay en mi casa enfrente de mis padres.

-¿Quereis decirme ya que pasa?- pregunte bastante nerviosa.
-Hija... Nos vamos a Andalucía-
-¿Que? ¿Cuando?-
-Antes de noche vieja- dijo mi hermana.
-¡¿Porque?!- pregunté histérica.
-Porque tu padre lo han traspasado alli-
-¿Y no puedes quedarte aquí?- pregunte aun gritando.
-No, no puedo.-

No me lo puedo creer, acabo de volver con mi novio, tengo aquí a mis amigas. ¿¡Tengo que volver a vivir lo mismo que me cambie de colegio!? No, esto es mil veces peor... No me puedo creer que me arrebaten mi vida otra vez.
Se que he estado pocos meses pero me ha parecido como si fuera de toda la vida con mis amigas.

-¡Me puedo quedar en casa de una amiga! No hace falta que vaya- dije suplicando.
-Tu te vienes y ya- dijo mi madre.
-¡No me podéis hacer esto otra vez!-
-¿Como que otra vez? ¡La otra vez solo te cambiamos de colegio!-
-¡Y me quitasteis del colegio de mi infancia!-
-¡Dejad de gritar! Carolina nos vamos y san se acabó- dijo mi padre.

Les miré con los ojos acuosos y me fui a mi habitación.

No me creo que me tenga que ir otra vez, y esta vez es mucho peor. No veré a mis amigas nunca más, ni a Santi... Lo acabábamos de arreglar y me tengo que ir, no es justo...

Me quedé llorando hasta que me dormí y me desperté a las 3 de la madrugada. Estaban todos durmiendo.

Me fui a la cocina y me hice un vaso de leche y me encendí la tele con el volumen bajo.

De repente escuché unos pasos a mi lado...
-Hola nena- me susurró Santi en el oído.
-¿Como has entrado?-
-Esta conversación ya la hemos tenido ¿no?- dice el riéndose.

Yo no me reí y me quedé viendo la tele.

-¿Que te pasa?- me pregunta preocupado.
-¿Porque me tiene que pasar algo? Simplemente estoy cansada- mentí.
-No te creo, me has mentido-

¿Como lo sabia?

-Pues es lo que me pasa- mentí otra vez.
-Siempre que mientes abres mas los ojos, y además los tienes rojos. Tu has llorado- dijo poniéndome la mano en la barbilla para que le mire.

-No quiero hablar de ello- dije apartándole la mirada.
-Esta bien- dijo abrazándome.

Y pensar que no volveré a sentir sus abrazos tan calidos, me derrumbó y me puse a llorar en su hombro.

El me besó en la cabeza y se recostó para que estuviéramos mas cómodos.

En 5 minutos me calmé y dejé de llorar.

-¿Que te parece si te traigo pañuelos y un vaso de agua?- me pregunto el.
-Gracias- dije quitándome una lágrima que caía por mi mejilla

Me lo trajo, me soné y bebí.

-¿Cambiamos de canal y ponemos otra cosa?- yo asentí.

Tenía que contarle que me iba pero ahora no, que lo tengo muy reciente y me volvería a poner a llorar.
Preferiría que estuviéramos todos juntos y contarlo.

Diario de una preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora