Capítulo 13: Una disculpa

34 7 1
                                    

Narra David

Estuve esperando ansioso a que pasaran las clases y por fin después de casi dos largas horas sonó la campana que indicaba el inicio del primer recreo. Entonces esperé que Alex tardase tanto en guardar las cosas que Ana se fuera ¡Bien! Ana se había ido porque a Alex se le había caído el estuche. Me puse a ayudarle a recoger los lapiceros de colores y él me miró con desprecio. Toda la clase se había ido ya al recreo. Pensé si tal vez mi plan sería un poco loco, pero como no se me ocurrió otra manera seguí.

- ¿No quieres hablar conmigo? -Al menos lo intentaría antes de empezar con el plan

- ...- no me contestó, tan solo me miró como si fuera obvio que no hablaría conmigo, lo que fue una señal para que empezase mi plan

- Bueno... Al menos lo intenté - Me miró extrañado y le cogí de la cintura como si fuese un saco, aunque la verdad, pesaba como tal, el me miró y antes de empezar a intentar soltarse se sonrojó ligeramente

- ¡Para! ¿Qué estás haciendo? Dejame en paz de una vez -al ver que no podía conmigo dejó de resistirse- Sueltame

- Intenta soltarte tú solo si puedes -dije gracioso

- Agh, sabes que no puedo, lo admito, tú eres mas fuerte que yo, pero sueltame de una puñetera vez -como me estaba gustando hacer que el niño bueno se pusiese nervioso

- Si ya hemos llegado - Entré en el armario de la limpieza con Alex todavía a mi hombro y por fin lo solté en una caja que había por allí, a continuación cerré la puerta con llave que conseguí robar al final del primer recreo

- Dejame salir - negué con la cabeza y el empezó a intentar coger la llave- Dame la llave, tú no deberías tenerla - Entonces consiguió alcanzar la llave y se cayó al suelo. Como reflejo le di una patada y pasó por debajo de la puerta. Nos habíamos quedado encerrados. Juntos.

- ¡No! -Grité antes de que la llave pasase por debajo

- Genial, nos hemos quedado encerrados, tú... -Hizo una pausa en la que bajó la cabeza- Y yo -se sentó en una caja

- Bueno, pues así podrás escucharme -dije sonriendo

- Dejame en paz, no quiero hablar contigo - cerró los ojos- Por tu culpa estamos encerrados.

- A ver, escuchame de una vez. Sobre lo que pasó el otro día...- me interrumpió

- El otro día ya pasó como tenía que pasar y punto. - me estaba empezando a poner nervioso

- Pero yo quería pedirte... - me fije en que se había tumbado en el suelo y no me estaba escuchando. Puso las manos sobre su cara- ¿Me estás escuchando? -Empezaba a ponerme verdaderamente nervioso.

-...- se levantó sin decir nada, pareció meditar sus palabras pero antes de que dijese nada yo seguí hablando

- A ver... -Mi paciencia se acababa- quería pedirte de una vez que el otro día cuando estábamos juntos yo no debí decir... -me interrumpió de nuevo

- Dejalo, en serio somos diferentes, jamás podré comprenderte -Siguió hablando con indiferencia- aunque ahora te perdonase daría igual, tú mismo lo dijiste, o por lo menos lo pensaste. Tú y yo nunca podremos ser amigos -Entonces esas palabras agotaron mi paciencia. Lleno de furia cogí las muñecas de Alex esta vez con ambas manos y lo puse en la pared. Tuve que bajar la cabeza ligeramente porque Alex era bastante más bajo que yo

- ¡NUNCA PIENSES NADA POR MÍ! -Baje un poco el tono- ¡Tú y yo si podemos ser amigos! Y nunca pensé lo contrario -Vi que no me miraba y de nuevo me puse nervioso- ¡MIRAME!- Cogí con una mano las muñecas de Alex y con la otra le cogí de la barbilla para girarle de manera de que él me viese. Sus ojos ya no mostraban indiferencia, ni enfado, nada de eso. Sus ojos mostraban nerviosismo junto con tristeza

- Sueltame por favor - lo dijo con la voz casi temblorosa, como si estuviese a punto de ponerse a llorar de los nervios- Te lo suplico

- No puedo, quiero que me escuches -ver a Alex así me había calmado- Verás, fui gilipollas esa vez, y sé que no paro de cagarla contigo, te juzgué antes de conocerte, pero sé que no eres así. Fui gilipollas pero por favor, perdoname, quiero que seamos amigos. Somos diferentes pero hay algo en mí que me dice que tienes... Que eres especial, es... -Hice una pausa para meditar mis palabras- cuando estoy contigo me siento tranquilo, como si aunque te dijese mis secretos más oscuros no fueras a juzgarme, no estoy seguro, supongo que es lo que se siente con amigo de verdad -No estaba seguro si así me sentía, pero suponía que era eso la sensación de tranquilidad que tengo con él- Por favor, seamos amigos -Paré de hablar y Alex me miró a los ojos. Los suyos empezaron a brillar y sin darme cuenta empezaron a caer ligeras lágrimas. A continuación empezó a hablar con una voz rota, triste, justo al contrario de lo que era él

- Yo... Supongo que me siento igual... Más o menos. De nuevo estoy llorando y ya tendrás una imagen de mí de que soy una persona sensible que llora por cualquier cosa- Me fijé en sus ojos y... Habían recuperado ese brillo, o así lo sentía. No sabía si eso era cosa de mi imaginación, pero al menos pensaba que había vuelto la felicidad a sus ojos- Pero no lo soy, y quiero demostrartelo saliendo más veces contigo -Sonrió por primera vez desde que entró al instituto. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No sabía por qué.

- ¿Eso significa que...- el me miró, me di cuenta que todavía lo tenía sujeto en la pared y le solté tanto las muñecas como la barbilla.

- Sí, claro que te perdono - Entonces pasó algo muy extraño.

Cuando le solté el sonrió y nos miramos. De la alegría le abracé fuertemente. Abrazarle era muy extraño, solo lo había hecho la noche en casa de Ana y en el Lago pero me gustaba. Cuando le solté nos miramos. Después del abrazo el tenia los brazos al rededor de mi cuello y yo más o menos en su cintura. Seguíamos mirándonos a los ojos y acercamos nuestras caras suavemente. Nuestros alientos chocaban, nos acercamos un poco más y solo nos separaban un par de centímetros. Entonces...

Simplemente YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora