Shawn Mendes.

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Al llegar a casa, lo primero que vi fue a Arabella bajar de las escaleras, sonriendo ampliamente estrechándome en sus brazos haciéndome entender qué me había echado de menos. Una pelirroja que, para mi, estaba muy alta, me abrazo por los hombros parándose de puntas. Una chiquilla de cabello muy largo me abrazo la cintura. Y un chico que parecía de dieciocho, espero a que todas las mujeres dejaran de lloriquear para chocar los puños y darme un corto abrazo.

- ¿Qué hay, papá? Yo llevo tu maleta arriba -Dijo, quitandome la maleta de la mano y corrió escaleras arriba sonriendo demasiado. Mire a Arabella, la que solo se encogió de hombros.
- ¡Cecilia! ¿Segura que eres Cecilia? Ya te vez más grande -Le dije a mi hija más pequeña, que se cruzó de brazos arrugando la nariz.
- Sigo más que igual.

Me reí divertido. Miré a la alta chica a mi lado, me entró una extraña sensación al verla, así que pase mi brazo por sus hombros, que cayeron al instante.

- ¿Y tú, Noah? Te has puesto mucho más guapa -Fue un comentario que siempre le hacía, ella solo se reía o seguía el juego, pero está vez se puso sería, incluso incómoda. Ella sólo bajo la mirada.
- Supongo -Fue lo único que pudo decir.
- Bueno, chicas. Dejen a su padre descansar, ha viajado de muy lejos para venir hasta acá a verlos un par de semanas, ya tendran tiempo de molestarlo.

Cuando Arabella se dirigía a la cocina, yo sabia que tenía que seguirla, pues eran chismes de nuestros hijos que mientras yo no estaba, ella los descubría poco a poco y me los contaba. Se aseguró que la puerta estuviera cerrada, que Noah y Cecilia veían la television en el sillón, también que Dylan estuviera buscando algo en el armario de las male... Esperen, ¿que estaba haciendo ahí?

- Bueno, estas son las nuevas: Dylan cortó a la hija de Kian, pues según estaba “enamorado de alguien más ” y Kian llamo esta tarde, agradeciendome que por fin haya echo entender que Dylan no estaba a su altura.
- Ay, ese Kian -Suspire, negando divertido.
- Cecilia esta bien, le va bien en las clases, hace sus tareas, come sus vegetales, todo normal.
- Esa es mi Cecilia -Dije yo, orgulloso.
- A Noah le gusta Julen Styles, esta decaída por que el muchacho cree que está saliendo con el hijo de Matt. Y, ah, tiene una suspensión de dos días.
- ¿Qué Noah le gusta quien y que esta saliendo con quien?

Arabella me miró unos segundos.

- Hola, oye, Shawn. Tu hija tiene una suspensión de dos días.
- ¿Y que? ¡A mi hija le están comenzando a gustar los chicos!
- ¡Shawn!

Me cruce de brazos, mirando a la pelirroja frente a mi, que tenía el ceño fruncido. Sonrei, me hacía recordar cuando la conocí, fue algo como “Ey, ¿te gustaría salir conmigo? Soy Shawn Mendes. No puedes decir que no.” y ella estaba como “Me vale un quequi quien seas. No saldré contigo.” Tenía aquellas mismas arruguitas en medio de sus cejas, parecía que los años no habían pasado y mi pequeña Arabella aun estaba ahí, estaba conmigo. Para siempre. Borre la tonta sonrisa de mi cara y regresé a los problemas de nuestros hijos.

- Okey, esto haremos. A Dylan le daremos el libro de “Las chicas también tienen sentimientos.” a Cecilia le daremos un premio, lo que ella quiera. Y a Noah la castigaremos por sus suspensiones. ¿Eso querías oír?

La expresión de Arabella se relajo.

- Eso quería oír, gracias, Shawn -Se levantó, caminado a mi y me beso en la frente, yo la abrace de la cintura apretándola hacía a mi.
- Vamos a mandar a dormir temprano a los chicos hoy, ¿verdad?
- Claro que si, amor.

Cuando salimos de la cocina, regresamos a nuestras habituales rutinas. Arabella les dio de cenar a los chicos, yo trate de arreglar algo que los chicos habían roto, está vez era la puerta del pasillo, que no paraba de rechinar. Luego, todos terminaron sus tareas, a las nueve ya los estábamos mandando a dormir. No sin antes, como cada vez que llegaba de un tour, pasaba por las habitaciones de cada uno. Empezando por Dylan, el mayor de los tres.

- ¿Puedo pasar, Ale?
- Sip, pasa, papá.

Su cuarto era un desastre, tenía ropa que seguramente estaba limpia tirada en el suelo, revistas de famosos del rock en una esquina apiladas. Su guitarra sobre su cama desatendida, libros por doquier y la basura llena de empaques de dulces. Preferí no comenzar una pelea y me senté donde puede.

- ¿Como has estado, campeón?
- Bien, bien. Saque un nueve en química.
- ¿Esta vez no fue por copiarle el examen a una chica linda, verdad?

Él se río.

- No, esta vez no.

Me levanté, sonriendo, le revolvi el cabello cuando se acostó en la cama.

- Eso es bueno, Alessandro.
- ¿Sabes papá? El Dylan mujeriego esta a punto de irse, creo que eso ya es pasado -Dijo orgulloso de si mismo. Le palmee el hombro, sonreí animado yendo a la puerta para a pagarle la luz.
- Me alegro por ti. Siempre va a ver alguien que te haga sentar cabeza.

Al apagar la luz, cerré la puerta y me quede pensando en esta unos segundos. Este niño se traía algo entre manos y tenía qué descubrirlo... Nah, le diría a Arabella, ella era buena para poner a Dylan en su lugar.
Cecilia estaba hablando con alguien en su celular. Me pregunté por que o con quien lo hacía. Solo tenía catorce años...

- Buenas noches, princesa -Bese su frente, ella apago el celular y lo dejo en la mesita de noche, me sonrió.
- Buenas noches, papi. Oye, oye, ¿puedo preguntar algo?
- Claro, dime.
- ¿A que se refiere cuándo dicen “Netflix and chill”?

La miré. Ella, con sus grandes e inocentes ojos cafés espero una respuesta. Creo que Gilinsky era la persona indicada para responder esta pregunta, pero como no estaba....

- ¿Por que no le preguntas a tu mamá? Hasta mañana.

Suspire, definitivamente tener hijos era difícil. Era más fácil lidiar con fans de la edad de Noah o incluso con sus madres. La habitación de Alexandra estaba cerrada, toque varias veces, pero nadie contestó.

- And now that, I'm without your kisses... -Canté, esa era como una clave para saber si estaba ocupada. Se escuchó que quito el pestillo y mientras abría la puerta, cantó en voz baja.
- I'll be needing stitches... -Sonrei, ella muy apenas.
- ¿Qué pasa, Alex?
- No mucho, ¿me trajiste algo de tu nueva mercancía?
- Algunos pines nuevos para tu mochila. Mañana te los entregó.

Alexandra asintió suavemente, bajo la mirada a sus pies, ladee la cabeza.

- ¿Algo le sucede a mi pequeña?
- No es nada papá, solo que... ¿Crees que soy bonita?

¿Qué clase de pregunta era aquella? Era la pregunta más dolorosa que se le puede hacer un padre, más si se trata de una hija. ¿Como es que no iba a hacerlo? En toda mi vida había visto a una niña tan bonita, obviamente, era una de las tres mejores. Pues su madre y su hermana estaban en aquella lista. Noah siempre fue una niña muy linda, yo lo notaba, su madre y su hermana también, incluso Dylan lo notaba al ponerse celoso con sus amigos qué iban a casa. Todos notaban lo preciosa que era, menos ella... Y quizá una persona más, por eso me hacía aquella pregunta tan tonta.

- No solo eres bonita, también eres inteligente, eres la mejor en Francés, tienes el cabello pelirrojo... ¡Y natural! -Ella se río, mi corazón de encogió- Tus ojos son una réplica exacta de los de tu madre, toda tu eres perfecta. Nunca vuelvas a pensar que no lo eres. ¿A que viene esa pregunta?

Jugó con sus manos, sus mejillas se pusieron rojas y levantó su mirada.

- Sólo quería escuchar que era bonita, todos lo dicen. Pero, ¿sabes? Es más valioso si lo dices tu.

La abrace fuerte, acariciando su cabello, sentí como su cuerpo se contraía en mis brazos, ella quería ponerse a llorar ahí mismo. Pero no lo haría, no hasta que me fuera, ella era lista, además, la conocía bien, por qué había heradado eso de mi. Esconderse, para que nadie supiera como se sentía en verdad.

- Te quiero, Noah, ve a dormir, mañana tienes que ir al colegio.
- Estoy suspendida -Dijo sollozando, recordándome la platica con Arabella.
- Ah, si... Bueno, duermete, por que mañana tenemos un gran maratón de Harry Potter.

Arabella leía con curiosidad algo en su teléfono, pero su lectura fue interrumpida por mis besos, ella se río en voz baja abrazándome por los hombros.

- Te extrañe, Arabella.
- Y yo a ti, Shawn, más de lo qué te imaginas.

Y bueno. Hay cosas que simplemente no se pueden contar, menos si tienes tres hijos a los lados de la habitación. 

SOLO 16. | s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora