Capítulo IX

91 14 20
                                    

¡Hoy es sábado! Sólo queda una semana para acabar y ya falta menos para el tan esperado cuatro de julio. 

He estado haciéndome ideas de cómo será. Diego me ha prometido buscar un sitio bonito para ir a ver los fuegos artificiales, y la verdad es que aún ahora no soy capaz de imaginármelo del todo. ¡Será tan perfecto...!

Y tengo más noticias: mi habitación ya está acabada, definitivamente. De hecho, como esta semana apenas tengo deberes (es obvio, en la última semana normalmente se trabaja todo en clase y ya no hay exámenes), voy a pasar este fin de semana con Diego, John y más gente, en mi nueva habitación.

A mis padres les ha parecido un poco extraño, el tema de la habitación. Les ha sorprendido, claro. Bueno, a mí padre, como siempre, no le ha parecido bien que pasase un fin de semana encerrada con dos chicos. Ha dicho que los jóvenes de hoy en día estamos muy salidos, y mi madre, entre risas, le ha calmado, diciendo que no sólo estaremos los tres, que también vendrán Madison, Tim y Ariadna. 

-Peor me lo pones-ha dicho mi padre-, una orgía de madrugada.

-No seas así-le ha dicho mi madre-, la niña tiene edad suficiente para cuidarse sola. Y si quieren fornicar, que lo hagan-se ha girado y me ha mirado con cara seria-. Que se ponga protección, eh, no quiero ser abuela a mi edad.

-No seáis tontos-les he dicho-, no va a pasar nada de eso, tranquilos. 

He cogido la mochila, me he despedido y he andado hasta llegar a casa de John. Debían ser las doce y algo del mediodía, así que la música estaba a toda pastilla. Diego, como siempre, feliz en la planta de arriba haciendo arreglos mientras John mira en el periódico locales por alquilar en la ciudad.

-Alice, ¿ya estás aquí?-pregunta John, sorprendido. 

-Si vengo en mal momento me voy, ya vendré más tarde-le respondo, al ver su cara de sorpresa.

-Oh, no, pasa, pasa. No quería decir eso-se sonroja-. Me refería a que no te esperábamos más pronto-hace una pausa y me mira un poco-. Mira, mejor que hayas venido. Estoy decidiendo dónde montar el comercio.

-Ah, sí, por cierto, ¿al final qué montarás? ¿Una sex shop?

-No-se ríe-, había pensado de montar un bar. 

-Qué guay-le digo, entrando en casa y cerrando la puerta-. Y dime, ¿cómo será? En plan moderno, o...

-Sí, algo así moderno, pero tampoco mucho, un punto intermedio. 

Pasamos a la cocina y empezamos a mirar fotografías de locales que se alquilan en la ciudad. En ese momento baja Diego, sudoroso, sin camiseta, con un mono por la cintura.

-¿De qué te has disfrazado?-le pregunto, riéndome. John me imita. 

-De pintor, tontos-dice, enfadado cómicamente-. Para vuestra información estoy pintando la sala de juegos.

-Vaya, pensaba que estabas haciendo estiramientos-le dice John.

-Además, ¿qué problema tenéis si me veis sin camiseta? Con lo sexy que soy-dice Diego, bromeando.

-Sí, sí, nadie lo niega.

-Por cierto, ¿a qué hora quedamos al final con los demás?

-Ayer dijimos que vinieran sobre la una. 

-¿Y entonces tú qué haces aquí?-me pregunta, mirándome.

-He venido a ver lo sexy que estás, ¿por?-le respondo, bromeando. 

-Ah, entonces no tengo ninguna queja... Oye, tengo hambre, ¿vosotros no?

Ah, sí, se me ha olvidado comentar una pequeña cosa. Como John se intenta integrar en el mundo de la perversión adolescente, de vez en cuando le soltamos algún que otro comentario con doble sentido. Seguro que alguien con mente enferma ya se habrá dado cuenta de que Diego no tiene hambre, simplemente está intentando insinuarle algo pervertido a John. 

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora