Capítulo XI

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¡Al fin!

Al fin me libro del yugo del curso y puedo celebrarlo con una señora fiesta en casa de Tim.

Hace tiempo, ni me hubiese planteado salir de casa en este día. Pero gracias a Madison y a Diego, me estoy transformando, de tal manera que apenas me reconozco. A veces, me miro al espejo y me pregunto quién es esa guarra que hay al otro lado, esa tía que empieza a tener fantasías sexuales y que está a punto de hacer un trío. Y después, miro mi vestido y me convenzo de que soy la mejor. Me lanzo un beso y me digo a mí misma: "Alice, cariño, eres una guarra en potencia. ¿Y qué? ¿Acaso está prohibido serlo? Mejor ahora, porque como esperes unos años, los que te llamarán guarra serán ellos, todo el mundo, el mundo cruel que te rodea. Y lo peor de todo es que te dirán que eres una zorra sólo por ser libre." Y sí, se podría decir que ahora estoy feliz, ahora que la antigua Alice, la frígida, no está.

Por eso creo que la canción de Cruel World de Lana del Rey describe estos momentos.

Y así va el mundo. Lleno de gente loca como yo, gente que hoy se ríe por las esquinas como si llevaran al demonio dentro.

Me pregunto si eso es por culpa de la felicidad que me causa el final del curso o si es por culpa de los nervios que tengo. ¡Dentro de unas horas estaré fornicando con John y Diego!

Madison ha insistido en que me masturbe con tal de ir preparada, pero le he dicho que probablemente sea John el que lo haga conmigo, de modo que sabiendo lo sensible que es seguro que tendrá cuidado. Más le vale.

Diego, John y yo hemos quedado en casa de éstos a las diez y media. Diego me ha dicho que él se ocupaba de todo y que me lo pasara bien en la fiesta de Tim. Es esa una de las razones de su ausencia en la fiesta, la organización de la cena. Y John no ha asistido tampoco, pero tampoco está en su casa, por lo que me ha contado Diego. Me parece que tiene que ir a despejarse antes de hacer un trío, de hecho, creo que es lo que estamos haciendo todos ahora mismo. Yo, me estoy mentalizando para el trío yendo a una fiesta, Diego seguro que está cocinando o estirando, cualquiera de esas dos cosas le relaja, estoy segura. Y John debe haber ido a algún lugar especial para él para pensar en lo que sucederá sólo dentro de unas horas, dos, concretamente. De aquí dos horas estaremos los tres en la cama a punto de consumar el acto sexual.

Madison me mira de arriba abajo nada más entrar en casa de Tim.

-¿Y ese vestido rojo? ¿Dónde vas tan guapa?-me pregunta, cogiéndome dos mechones de pelo y mirándome de nuevo de los pies a la cabeza- Te queda muy bien, ¿te lo había dicho?

-No, no me lo habías dicho, básicamente porque me acabas de ver ahora mismo-le respondo, riéndome.

-Pues estás muy guapa. Va, dime tú lo mismo.

-¿Para qué? Si ya sabes que es verdad.

Tim se nos acerca con un botella de Tropic Blue en una mano y otra de ron blanco en la mano contraria. Habla con una chica, sonriendo mucho, hasta que llega a nuestra altura y la chica se va por otro lado.

-¿Haciendo amigas, Tim?-pregunta Madison, golpeándole con el puño en el hombro, haciendo que Tim se estremezca y esté a punto de soltar ambas botellas.

-Au-se queja del golpe-. Pues sí. ¿A que está buena?

Madison y yo la miramos a lo lejos. Está hablando con un chico mayor que ella, un chico negro, fuerte y con media cabeza rapada. La chica se parece bastante a mí, físicamente: cara más bien alargada, ojos marrones, complexión menuda y brazos y piernas más largos que el tronco. Lleva un vestido de color blanco y le queda como Dios: al ser rubia, el color le favorece muchísimo. Tiene un extraño tic que repite un par de veces: cruza los dedos índice y corazón y meñique y anular, para, finalmente, hacer que el dedo índice y el meñique se toquen el uno con el otro.

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora