El timbre suena. Me levanto del sofá, me quito la manta y abro la puerta para ver quién es. Cuando abro la puerta veo a Madison con una bolsa de papel reciclado en los brazos, seguro que viene por el favor que le he pedido hace un rato por teléfono.
-Gracias por traerlo. ¿Cuánto te debo?-le pregunto, yendo al mueble a buscar dinero.
-Tranquila, ya invito yo-entra en casa y deja la bolsa encima de la isla de la cocina. Empieza a sacar cosas: un paquete de chocolate en polvo, especias y una bolsa que no había pedido-. Te he comprado delicias turcas. Sé que en esta época te encantan.
-Gracias Maddie-le sonrío-. Pasa al sofá y acomódate.
Hacía tiempo que no hacía esto. Cuando éramos más pequeñas, Madison, mi madre y yo nos sentábamos en el sofá y veíamos películas de amor, de esas que te hacen llorar. Lo hacíamos a menudo, hasta que Madison dejó de fijarse en el lado triste y empezó a comentar que qué culo tenía el tío, o qué brazos, o qué abdominales, etc. Y lo peor de todo es que mi madre le seguía el juego.
Bueno, hoy hemos quedado para ver la tele a secas. Me encanta hacerlo porque me recuerda a hace un par de años, cuando éramos aún un poco jóvenes e inocentes. Además, cuando hace este tiempo, me gusta quedarme en casa y sentirme cobijada, mirar por la ventana y ver lo mal que está el cielo.
Pongo leche en una cazuela pequeña, diez cucharadas de cacao en polvo, canela y guindilla. Sé que es inusual ponerle especias, pero una de las películas que vimos en una de estas sesiones era Chocolat, en la que la propietaria de la chocolatería le ponía guindilla al chocolate caliente para que tuviese un toque diferente. Y desde entonces lo hacemos así.
El chocolate acaba de hacerse y lo sirvo en las tazas. Las pongo en una bandeja, con un plato lleno de delicias turcas y me dirijo al salón. En el sofá está Madison. En la butaquita está mi madre, apoyando los pies en el reposapiés con una manta hasta arriba. Dejo las cosas en la mesa y me siento con ellas.
-¿Qué veis?-pregunto.
-Estamos haciendo zaping, Alice-responde mi madre, con el mando en la mano.
-¿Cómo va todo?-me pregunta Madison, pinéndome la mano en la pierna. Ambas estamos encima del sofá sentadas como los indios, de piernas cruzadas. Nos miramos mutuamente a los ojos, como si con su mirada pudiese ver qué guardo dentro, como si desde un principio supiera que lo que le voy a responder es mentira:
-Bien.
-No lo dices muy convencida.
-No sé, estoy todo lo bien que se puede después de haber perdido a tu novio.
-No me seas melodramática-coge una delicia turca y me la mete en la boca, para que me calle-. Estás muy desentrenada, ¿eh? ¿Hace cuánto que no te comes una polla?
-¡Madison!-le digo entre dientes, señalando con ojos muy abiertos a mi madre, con la mirada.
-Tranquilas, seguid hablando de miembros, yo haré como que no he escuchado nada-dice mi madre, impasible. La miro de reojo, sin llegarme a fiar del todo.
Mi madre cambia de canal y se ve un programa de televisión.
-¡Oye! ¿Ese programa no es ese en el que sale el tío aquél tan cachas?-pregunta Madison, mientras muerde una delicia turca.
-Sí-respondo.
El presentador sale y empieza a hablar, peor apenas se le escucha. El público aplaude y hacen entrar a un chico a plató. El chico se sienta en una butaca y el presentador también.
-¡Fíjate!-comenta Madison-¡A su lado John parece un fideo!
-Oye Alice, ¿ése no era tu segundo novio?
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Pretty flexible boy
Fiksi Remaja[Pretty flexible boy] Alice es una chica de diecisiete que apenas ha tenido contacto con los chicos. Relacionarse con la gente siempre se le ha hecho difícil, más teniendo en cuenta los nervios que le causan algunas situaciones. Y cuando se enamora...