Capítulo IV

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La clases han pasado más rápido de lo normal, en parte, porque me he dormido en todas, exceptuando en la de Física y Química, ya que teníamos examen.

Tengo tantísimo sueño porque anoche me quedé estudiando hasta las tantas. Al final, he acabado entendiendo las sales cuaternarias, pero de tanto dormir se me han olvidado un poco. Afortunadamente, Diego me ha enseñado de reojo su examen y me he acordado de todo, de modo que al final no ha ido tan mal. 

Al salir de clase, hemos ido juntos a la cantina y nos hemos reunido con Madison. Hemos comida pizza y hemos estado comentando un poco las clases. Después, no recuerdo muy bien cómo, ha salido el tema de la flexibilidad. Y Diego nos ha explicado un relato:

-Se dice que antiguamente no sólo quemaban a las brujas, sino también en los brujos. Por esta zona, hay una leyenda que explica que un brujo fue condenado a la horca por ejercer magia negra. Como sabían que el chico era capaz de escaparse, le pusieron llamas bajo sus pies por si conseguía soltarse. Y entonces el chaval se deshizo del nudo y cayo directo a las llamas. Pero se abrió de piernas, aguantándose en el estrado de madera donde había sido colgado y consiguió escapar de aquel infierno.

-Vaya-comenta Madison-. Seguro que tú eres su descendiente-todos reímos. 

-Pues la verdad es que no lo sé, ni siquiera estoy seguro de que esa historia sea cierta.

Tim pasa al lado de nosotros con una gorra hacia atrás en la cabeza. Se para un momento. Le echa una cómica y fulminante mirada a Diego y él le hace un sitio.

-Ya está el gordo quitándome el sitio-dice Tim mientras se sienta, refiriéndose a la anchura de Diego. Se lo dice de broma, obviamente, pues Diego no tiene nada de grasa corporal, es todo músculo-. ¿Esta tarde haces algo?

-De momento no me van los tíos, pero gracias-le responde Diego, de broma. Madison y yo los observamos expectantes ante tal show cómico.

-No tonto-se ríe-, lo digo porque esta noche hay carreras... De las que a ti te gustan.

-Lo siento tío, he quedado con John.

-¿Con John? ¿Qué John?-pregunto, y me tapo la boca la ver que lo he pronunciado en voz alta.

-John es como mi profesor, más o menos. Siempre se ha comportado como mi hermano mayor, tanto en el terreno de la flexibilidad como en el sentimental. Sabe dar buenos consejos, ¿sabes?

-Vaya...-dice Madison- ¿Y cuánto le mide, al John este?-le piso el pie, haciéndola callar mientras se muerde el labio de dolor.

-No me seas pervertida-le susurro.

-Pues la verdad es que no lo sé. Mira que le he visto veces desnudo, pero no me he fijado tanto. Tampoco le voy a preguntar, es un chico un tanto especial-se ríe, cerrando los ojos, como si recordara algo privado y se lo guardase para él-. No le gusta hablar de sexo.

-Joder, no lo conozco y ya me cae bien-le digo a Diego.

-Ahora que lo pienso, ¿por qué no te vienes conmigo? ¿No querías hacer el spagat? Pues no hay mejor persona que te enseñe que John. 

-Eh... Vale, ¿por qué no? Total, había quedado con la pervertida de Madison-se gira y me mira como si me pudiese matar con la mirada-, pero creo que esta tarde le estará dando un ratito al patito de goma.

-Vale, pues a las seis en mi casa-Diego se levanta y se dirige a la salida. Tim se pone en medio del banco donde estaban los dos, con tal de acomodarse los últimos cinco minutos antes de clase. Apoya los brazos en la mesa y pone su cara entre sus manos. Me lanza una mirada insinuadora y miro a Madison. Es ahí cuando me doy cuenta de que Madison me mira igual.

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora