Capítulo II

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Me despierto acurrucada en uno de los sofás del comedor de la casa de Tim. Voy descalza y noto (esta vez sí) que el rímel se me ha corrido. Me duele muchísimo la cabeza y cada vez que alguien hace un ruido me duele más: resaca. No es que haya mucha gente haciendo ruido, pero en otro sofá cercano hay un chico roncando demasiado fuerte. 

Me levanto y me pongo una mano en la frente. Cada vez que mi corazón late, mis sienes se resienten y me da la sensación de que mi cabeza va a explotar en mil pedazos. Me masajeo ambos lados de la cabeza con el dedo pulgar y corazón para relajarme un poco. Cojo los zapatos que están en el suelo y me muevo un poco inconsciente hacia la puerta, intentando esquivar a los cuerpos que hay tirados por el suelo. Siento una conversación a lo lejos, concretamente en la cocina, que está adosada al comedor, donde me he quedado dormida.

-Hey Alice-me saluda Tim, desde la cocina-. ¿Quieres un zumo?

-Sí, por favor-le pido, y me siento en un taburete, o mejor dicho, aterrizo en un taburete que hay junto a la isla de la cocina-. ¿Cómo es que no estáis durmiendo?-Pregunto, al ver a Tim con otro chico. Se me olvidó comentar que si Tim y Madison sólo mantienen una relación de fraternidad es porque Tim tiene unas ligeras fijaciones masculinas. En otras palabras, le van los tíos. Y las tías. Por eso he dicho "ligeras".

-Es mi casa, tenía que recoger y ser buen anfitrión-se ríe.

-Sí, pero que yo sepa te has pasado la noche de juerga como todos-le señalo las escaleras-. Id a descansar un rato, yo me ocupo de recoger un poco.

-Pero si apenas te puedes manter en pie de la resaca. 

-Me tomaré una aspirina. Anda, id a descansar que yo me ocupo de todo.

-Gracias Alice-coge al chico y suben corriendo, en ropa interior y camiseta de tirantes, hacia arriba.  

Me pongo una aspirina en un vaso de agua y me bebo la medicina mientras observo el panorama del comedor. Hay unos cinco tíos durmiendo en calzoncillos con la tiendecita de campaña encima y tías haciendo topless. Algunos chicos llevan puestos los sujetadores que las chicas de topless no llevan. Observo el rincón de potar, ve a ser, donde la gente borracha vomita. Es curioso porque lo hacen dentro de tiestos de plantas, pero al final van tan borrachos que no ven que el tiesto está ya a rebosar y entonces se desborda. Y no sólo potan, también orinan y dejan las colillas. 

En los arbustos crecen bragas y calzones, literalmente, porque están llenos de ellos. En la piscina, alguien confundió las pastillas de cloro con pastelitos de merengue, así que hay un montón de ellos flotando. Las ventanas están cerradas, pero eso hace que estén más sucias de residuos de fiesta, es decir, comida basura plasmada en el cristal. 

Suspiro. Qué palo, qué depresión, hacer todo esto... Pero hacer este tipo de cosas me hace ver que mi lado de ermitaña es útil en algunos casos, que el hecho de no estar en la cama con un tío puede ayudar a la gente. Me pongo los auriculares y pongo una canción de Black.

Me gusta escuchar a Black porque me hace ver que todos tenemos una adolescencia oscura. Alguna vez me gustaría conocerle en persona,  pero dudo mucho que pueda llegar a verle en persona. Aún así me ilusiono diciendo que alguna vez podré ser tan importante como él y ser amigos para el público.


Después de haber fregado y recogido toda la planta baja, incluyendo el jardín, decido subir a las habitaciones. Primero me encargo del pasillo principal y después voy picando a la puerta de cada habitación para saber si se puede entrar o no, o directamente, si están vestidos o no. A veces pienso que hacer este tipo de cosas me hace ser patética, pero después miro el suelo que reluce y se me pasa. No quiero que nadie piense que lo hago porque soy una chica y estoy obligada a hacerlo por serlo, no; he sido educada en una comunidad donde el machismo apenas existe. Si lo hago es porque así me siento más útil. Punto. Bueno, también porque no tengo nada mejor que hacer. 

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora