-John.
-¿Sí?-inquiere él.
-¿Puedes dejar de mirarme como si fuera un bollo relleno de nata? ¡Lo que llevo dentro es un niño, no crema pastelera!
-Lo siento, lo siento-se vuelve a tumbar en la cama y pone su cabeza encima de mi barriga. No sé qué pretende oír ahí dentro, sinceramente, porque aún no hay ni feto ni nada. Pobrecillo, la vercad es que se le ve tan ilusionado que me duele cuando le digo que hay que esperar nueve meses-. ¿Cómo lo llamaremos?
-Es pronto, John. De momento es pronto. Oye, ¿no tienes hambre? ¿Qué tal si preparo algo de comer? ¿Spaghetti carbonara?
-¡Ni de coña! No puedes hacer esfuerzos en tu estado-se acerca, me da un beso en la frente y me tapa con una manta-. Anda, descansa que ya me ocupo yo de todo.
-John, estoy de días, no de meses. De momento estoy perfectamente, gracias-pongo los ojos en blanco y me deshago de la manta. Bajo las escaleras y me voy a la cocina.
Saco un paquete de spaghetti del armario y lo echo en una olla con agua hirviendo. Le doy vueltas mientras intento abrir la nevera con el pie. Localizo la nata y el bacon y me muevo hasta el armario de las especias para coger el perejil. Una vez los spaghetti se han hecho y se han escurrido, los pongo en una olla con todos los ingredientes anteriores. Me siento en la butaca que John puso ayer allí por mis mareos. Fuera hará un frío terrible, pero estoy sudando. Me seco el sudor de la frente y observo cansada el panorama. Y me pregunto dónde está John.
Y en ese instante entra él por la puerta, con un par de bolsas de papel reciclado en las manos. Me levanto a ayudarle pero no me deja. Deposita las bolsas en la mesa y empieza a colocar todo en su sitio.
-¿Pepinillos?-me asqueo- ¡Pero si no te gustan!
-He leído que durante el embarazo se producen antojos y que son necesarios. Si tienes poco ácido clorhídrico en el estómago, se te antojaran pepinillos, así que mejor estar bien surtido de provisiones. También he comprado chocolate, limones, queso roquefort, queso feta, queso de bola, helados y hielo.
-¿Hielo?
-Sí, he leído que calma las náuseas.
-John-le cojo de los hombros y lo paro en seco-. Estate tranquilo. Por favor. Ni siquiera tengo náuseas, ahora, así que tranquilízate.
-Pero es que quiero ayudar. Tú tienes que llevarlo dentro, yo soy el despreocupado, y no quiero serlo.
-Qué mono-le beso-. ¿Sabes cómo me ayudarías?
-¿Cómo?
-Intentando localizar a Ian.
John me mira con cara de haber bebido aceite.
-Alice, creo que deberías dejar lo de Diego. Más ahora. ¿Y si estás en peligro?
-John, hemos tenido esta conversación muchas veces. Diego prácticamente dio su último aliento por decir Ride. ¿Por qué debería dejarlo?
-Qué cabezona eres... Vale, ahora voy. Intentare meterme en redes sociales de Diego, a ver si hay algún Ian por ahí.
Sigo haciendo la comida. John enciende su portátil y visita un montón de páginas web intentando descubrir quién es Ian. Sirvo la comida y comemos, mientras él va explicándome lo que ha descubierto:
-No sé su apellido ni dónde vive, pero he encontrado esto en un pendrive de Diego. Es un documento que se llama RIDE, y parece que habla de ellos, de su grupo.
-¿Y qué dice?
-Habla en general de ideales, como si fuese una especie de grupo donde compartieran ideas. Hay algunas fotografías y entrevistas a la gente de la zona. Y, aparte de eso, no habla de nada más. Ian era un integrante, sí, pero como ya he dicho no pone nada de dónde está ahora mismo.
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Pretty flexible boy
Teen Fiction[Pretty flexible boy] Alice es una chica de diecisiete que apenas ha tenido contacto con los chicos. Relacionarse con la gente siempre se le ha hecho difícil, más teniendo en cuenta los nervios que le causan algunas situaciones. Y cuando se enamora...