Capítulo III

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Sobre la una del mediodía me dirijo a casa de Diego con una cesta llena de humeante comida japonesa que acabo de pedir. Pico a la puerta  y espero un rato. Al ver que no hay nadie, doy media vuelta y camino hasta casa con la cabeza medio agachada.

-¡Hey, Alice!-me saluda Diego.

-Hey, Diego-le saludo, dándome la vuelta efusivamente.

-¿Cómo es que estás por aquí?

-Mis padres han ido a una convención y me han dejado sola...-me río un poco-. He pedido comida japonesa y he pensado en comer contigo... Si te parece bien. Es que Madison tenía una boda.

-Sí, la acabo de ver en la iglesia.

-¿Vas a misa?-le pregunto, medio riéndome.

-Sí, pero sólo a tocar el piano en el coro.

-Ah, vale-me río-. No te veo muy cristiano. 

Diego se ríe y abre la puerta de su casa. Entramos al recibidor. Hoy me fijo más que ayer. La casa tiene una decoración sencilla: paredes blancas con zócalos marrones. Nada más entrar, unas escaleras que dan a la habitación de Diego. A mano izquierda hay un gran arco que da a una cocina de armarios blancos y encimeras de mármol. En medio hay una isla con un frutero de hierro que, curiosamente, sólo está lleno de pomelos. Diego deja una bolsa que llevaba en la mano y yo dejo la cesta con la comida japonesa.

-Erik, ya estamos aquí-grita Diego en voz alta.

-¡Vale!-le responde una voz ronca desde el salón.

Me quedo sorprendida durante un rato y Diego decide aclararme las dudas que se me pasan por la cabeza.

-Es mi hermano mayor. Mi tutor legal. Déjale, nunca abre la puerta porque es muy perezoso.

-¿Tu tutor legal?-pregunto, intrigada. ¿Acaso Diego no tiene padres?

-Sí, mi madre murió hace cuatro años. A mi padre ni le conocí.

-Vaya, lo siento, si te sirve de consuelo yo también perdí a una persona importante. Mi hermana también murió hace cuatro años. 

-Bueno, ¿y qué has traído?-coge la cesta y la abre para ver qué hay dentro.

-¿Con quién hablas, Diego?-Erik, el hermano de Diego se pasea en calzoncillos por el pasillo con una lata de cerveza en mano, hasta llegar a la cocina. Cuando llega se da cuenta de que no está solo- Pero avísame de que hay visita-se ruboriza y sonríe un poco-. Hola, soy Erik, el hermano de Diego, encantado.

-Yo soy Alice, una amiga.

-¿"La Amiga"?

-¿Perdón?

-Erik-le habla Diego-, ¿por qué no vas a echarle comida a Max?-le señala con los ojos muy abiertos el pasillo. 

Es curioso: el hermano de Diego no se parece a Diego, se parece a Tim. Tiene las mismas facciones oscuras y esveltas que Tim. Puede que si Diego es amigo de Tim es porque sean primos, de ahí que Erik tenga ese parecido con él.

-Ven, vamos a mi habitación-Diego coge la cesta-. Estaremos más tranquilos. 


-Hoy comeremos como auténticos japoneses-comenta Diego, riéndose. Tiene razón: ha montado una mesa pequeña y ha puesto un par de cojines a los lados. Además, como a él también le gusta el rollo oriental ha encendido incienso y se ha puesto de rodillas para comer.

Ha cerrado la trampilla por la cual se accede a su habitación y me ha hecho sentir un poco rara. Por fin puedo asegurar que he estado a solas con Diego. Aunque, ¿a quién le querría yo explicar que he estado a solas con él?

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora