Capítulo XIII

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Los tenues rayos de luz invaden la habitación de Diego. El aire juguetea con el polvo y un intenso aroma a mora invade la estancia.

Estoy medio destapada, con una fina sábana cubriéndome desde las rodillas hasta el ombligo. La brisa la revuelve y la mueve como si se hubiese cabreado con ella. John se mueve y sigue durmiendo en otra posición, concretamente de cara hacia mí. Puedo ver cómo, a pesar de estar durmiendo, mantiene su sonrisa tímida, aunque ahora más que tímida sea pícara, después de todo. Diego ronca en el otro extremo de la cama, durmiendo a pierna suelta, literalmente, porque sólo un brazo y una pierna están encima del colchón. 

Apoyo mi brazo sobre la cama y mi cabeza sobre mi brazo, observándole, observando cómo duermen. Sinceramente no sé a quién quiero más. Para mí ambos son los chicos guapos y flexibles, así que no sé con cuál quedarme. Aunque viendo todo lo que ha pasado esta noche, creo que podría tener alguna posibilidad de quedarme con los dos. 

John aprieta sus párpados como si estuviese teniendo una pesadilla. Después, los abre de golpe, sonríe al verme y levanta sus brazos para quitarse el sueño de encima. Cierra los ojos de nuevo y sonríe más que nunca, como si estuviese rememorando, recordando lo que pasó anoche. Y poco después se despierta Diego, lentamente, se endereza y nos mira a los dos.

-¿No os vais a dar un beso de buenos días?-pregunta, riéndose- Pero recordad, nada de amor, eh.

-Ya has estropeado el momento-le digo, bromeando. Le doy un beso a John y después me acerco a Diego para dárselo a él. 

-¿Tenéis hambre?

-Esta vez no voy a picar Diego-le dice John-, se a qué te refieres, a otro tipo de hambre.

-No, tonto-Diego se ríe-, hambre de verdad. Esperad que subo el almuerzo. 

Diego se levanta, dejando detrás la sábana, por lo tanto queda al descubierto su cuerpo, totalmente desnudo. Bueno, sólo le vemos la parte de atrás. Por un momento me da la sensación de que John se va a levantar y le va a dar una cachetada, pero me recuerdo a mí misma que una vez se le ha bajado la erección es igual de tímido y frígido que siempre.

Al cabo de un rato, Diego aparece con una bolsa en la mano. De ella saca diversas frutas (básicamente las que tiene formas más sexuales) y cremas, desde nata a leche condensada pasando por sirope de arce.

-¿Aún tienes ganas de más, pillín?-le pregunto, riéndome.

-Vamos a acabar la fiesta bien, ¿no?-menea la nata y la destapa- ¿Quién quiere ser el primero?

John y yo nos miramos y nos empezamos a reír. 

-Pues como no paréis me la echo yo por encima, eh. A ver qué cara se os pone cuando me tengáis que lamer vosotros a mí.

Me levanto, desnuda, me acerco a Diego le pongo una mano en el pecho y le doy un beso.

-Vamos a acabar bien, sí-le empujo hacia la cama y le pongo nata por el torso. John se levanta coge un fresa de la bolsa y hace que Diego se la coma. Él se regocija mientras yo voy quitándole la nata que le he puesto en el abdómen.

Y básicamente el almuerzo es todo el rato así: a John con leche condensada y a mí con sirope de arce. 


Después de dos horas tirados en la cama, riéndonos a carcajadas por las cosquillas y sucios por los caminos del sexo, decido ducharme e irme a casa.

-¿Y si nos duchamos los tres?-sugiere John. Diego y yo nos levantamos de golpe, nos miramos y lo miramos a él.

-¿Acabas de insinuar que hagamos algo sexual juntos?-pregunta Diego.

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora