Capítulo XIV

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¡Cuatro de Julio!

Hoy es el Día de la Independencia, de modo que Diego y John han venido a buscarme a casa muy pronto para aprovechar el día. Hemos cogido una cesta de picnic y hemos ido a pasear por la playa de Santa Mónica mientras veíamos algunos desfiles por la calle. Me he vestido para la ocasión con una camiseta beige con la bandera difuminada, unos shorts tejanos y unas bambas rojas, de modo que así iba conjuntada con los colores de la bandera americana. Es cierto que podría haberme puesto algún vestido de esos que la llevan estampada, pero he pensado que algo más discreto me gustaría más y me haría sentir mejor.

Diego se ha preparado también para la ocasión: llevaba una camiseta roja con una estrella bien grande, unos tejanos cortos y unas bambas blancas. En la mano derecha llevaba una bandera americana para celebrar el día. Ah, y también una chistera con los colores, pero la llevaba más de decoración que de vestimenta.

Lo que me ha sorprendido es que John ha ido muy atrevido. En vez de ir con tejanos largos y azules, que es a lo que estoy acostumbrada a ver, se ha puesto unos rojos y cortos, unas zapatillas azules y una camiseta de tirantes blanca. De modo que durante todo el desfile no paraban de acercarse chicas a flirtear con él.

Y aunque lo nuestro no sea una relación estable, ni siquiera amorosa, John tiene lealtad hacia nosotros. De modo que, cuando una chica se le ha insinuado, le ha dicho que yo era su novia. La chica me ha mirado como si intentara decir que soy demasiado fea para estar con él. Pero John me ha cogido de la mano y ha insistido en que no. 

Una amiga de la chica le ha cogido el brazo y ha intentado separarnos, pero en ese momento ha venido Diego a ver qué pasaba. Al ver el panorama, ha insistido en que John y yo éramos novios. Y por si no paraban, les ha dicho que él y John también estaban juntos. De modo que ha quedado al descubierto que teníamos un trío. 

Así que el resto del desfile ha dejado de parecer un desfile del día de la independencia para parecer el del día del orgullo hay. Ojo, no tengo nada en contra ni mucho menos, de hecho, John y Diego realmente se quieren, con amor, quiero decir, así que prácticamente es como si una parte de ellos fuese gay. Ve a ser, que son bisexuales, porque les gustan las chicas y los chicos. De modo que, cuando todos se han enterado de que John y Diego estaban juntos, se han ido arrimando todo tipo de chicos, no para flirtear, sino para conocer su historia. 

Al finalizar el desfile nos hemos dirigido a la orilla de la playa de Santa Mónica para hacer un picnic. Hemos estado comiendo y hemos conocido a una pareja muy amable con la que hemos compartido el resto del mediodía. Se llamaban Sarah y Kevin, y eran un poco más grandes que nosotros, tal vez un par de años más. Nos han estado explicando que no son de por aquí pero que han venido para aprovechar y pasar unos días en la costa, ya que ellos son de Arkansas. 

Las situaciones así son típicas en el Día de la Independencia. Sobretodo con la gente que trabaja, que suele aprovechar el puente para irse de viaje y celebrarlo con familia que a lo mejor hay en la otra punta del país. Es el caso de mis padres, que han decidido ir a ver a mis tíos a Michigan. De modo que ahora estoy sola aquí. Y cada vez que me acuerdo de que estoy sola y puedo hacer lo que quiero, se me dibuja una maléfica sonrisa en la cara. Aunque bueno, estando ellos aquí tampoco me han privado de muchas cosas, claro.

¿Que por qué no he ido con ellos? Bueno, digamos que saben que hay alguien especial para mí. Pero de momento no saben que no es alguien y son "alguienes". Por el momento voy a mantenerme callada, no vaya a ser que entonces sí me priven de algunas cosas.

Como iba diciendo, hemos conocido a una pareja. Y una de las cosas de las que hemos estado hablando era de cómo se conocieron. El chico, Kevin, trabajaba en un supermercado mientras compagina éso con sus estudios. La chica, Sarah, estaba trabajando en una tienda de comestibles que había en su calle, pero la acabaron despidiendo. Pero el Destino quiso que el día que la despidieron, su madre encargara la compra a domicilio y Kevin estuviese de servicio aquel día, de modo que él fue el que llevó el pedido. Y al ver a Sarah tan triste le preguntó qué le pasaba. Ella le respondió que estaba hecha polvo porque la había despedido y no quería vivir, ya que eso significaba tener que arrastrarse de nuevo para buscar trabajo. Kevin consoló a Sarah y ambos se enamoraron. 

Pretty flexible boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora