Abro la caja hexagonal.
Estamos ya en casa, de hecho, hace mucho rato que estamos aquí. John hapuesto todas las pistas que teníamos sobre la isleta de la cocina y hemos empezado a ver adónde conducía todo esto. Como era de noche y sabía que Madison no tenía nada que hacer porque Tim se ha ido de viaje por dos semanas, la he llamado por si nos quería ayudar con el maldito juego de trampas. Cuantos más seamos pensando, antes encontraremos la respuesta a todo esto.
Así, tal y como he dicho, abro la caja hexagonal, con delicadeza por lo que puede haber dentro. Aquí, en este barrio hay una tradición, y es que si alguna vez te encuentras una caja de madera debes tener cuidado con ella porque lo que suele ir en el interior es algo frágil. Así pues, la he cogido con la máxima precaución posible, he levantado el pistón y he quitado el cierre. Y por fin compruebo qué hay dentro: paja. Entre la paja y el polvo, se esconde un muñeco vudú de tela beige y ojos lilas hechos con dos botones. El muñeco, amorfo, lleva una serie de palabras escritas en lo que sería su abdómen, pero por culpa de todas las agujas que lleva clavadas no soy capaz de distinguir prácticamente ninguna. Sólo hay una que consigo entender: cruce. Y creo que se repite por toda la figura.
Rebusco entre la paja para ver si encuentro algo más. Y efectivamente, hay un frasquito de colonia de color rojizo y una notita de papel mal arrancado de una hoja más grande, como si todo se hubiese hecho con prisa. Desenvuelvo el papel arrugado y me quedo en blanco al ver lo que pone en el papel: Megan.
Me caigo para atrás. John me viene a socorrer.
-¡Alice!-me levanta, poco a poco- ¿Estás bien?
-Sí, John-me toco la cabeza.
-Me has pegado un susto terrible-se ríe y se sonroja-. ¿Qué pasa? ¿Te ha dado un bajón?
-No sé, sólo ha sido un mareo y ya está. Me han entrado arcadas pero ya estoy bien, gracias. Oye, ¿tú sabes por qué aquí pone Megan?
-¿Megan no era tu hermana?
-Sí. Pensaba que esta nota se refería a otra Megan.
-A lo mejor Diego tenía una amiga que se llamaba Megan y yo no la conocí. Quién sabe. Era reservado con lo que le convenía.
Hago un amago de vomitar.
-Oye, ¿de verdad estás bien?
-Sí, John, no te preocupes.
-Deberías tomar alguna cosa que lleve azúcar. Espera, voy a traerte algo.
Me ayuda a levantarme y me sienta en una butaca que trae del salón. Mientras, reviso la camiseta, que es lo único que aún no he inspeccionado. Huele a Diego, al tenue olor que recuerdo de él. Es negra y pone Ride, pero esta vez refiriéndose a la cancion de Lana del Rey, pues sale ella de fondo alzando una bandera. Está arrugada y tiene un tacto áspero, como si no se hubiera lavado durante meses.
Y entonces relaciono cosas.
-¡Alice! ¿Adónde vas?-me pregunta John, al ver que me levanto de golpe, me abrigo y me dirijo a algún lugar.
-¡John! ¡Ahora vengo!
Corro como nunca hasta llegar al cruce. El mismo cruce que estaba escrito en el muñeco vudú. Refiriéndose así a que el cruce está maldito. La sangre no es de Megan. Es nuestra. Es del día en que John, Diego y yo nos casamos. Es agua con sangre. Y la camiseta, a pesar de oler a Diego, no es de Diego. Es de Megan. Es de Megan y no sabía por qué me gustaba tanto Lana del Rey.
Me recuerda a ella. Ella escuchaba a Lana del Rey antes de morir.
Corro hasta el poste donde ahora sólo resta vegetación silvestre debido al abandono del lugar. Una solitaria farola alumbra el rincón abandonado donde están las flores de plástico que recordarán eternamente que mi hermana murió allí. Murió por un accidente en cadena, pero nadie se imagina que pasaran tantos coches por aquí, teniendo en cuenta que el lugar parece sacado de un pueblo fantasma de una película de miedo.
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Pretty flexible boy
Ficção Adolescente[Pretty flexible boy] Alice es una chica de diecisiete que apenas ha tenido contacto con los chicos. Relacionarse con la gente siempre se le ha hecho difícil, más teniendo en cuenta los nervios que le causan algunas situaciones. Y cuando se enamora...