Si me preguntaran que es lo que mas me gusta de mi trabajo diría que tres cosas, la primera, el clima siempre es bueno aunque estemos en pleno invierno o en el calor sofocante del verano, nosotros no sentimos cambio alguno, ni siquiera el goteo de la lluvia se supone una amenaza para mi, la segunda, las miradas de paz y calma que las almas presentan al ser libres de la pesada carga de su cuerpo terrestre y la tercera, los funerales, sí, sé que suena de lo más extraño pero me gusta asistir a los funerales de mis cruzados a veces alguno de ellos me acompaña, por el simple hecho de mirar por ultima vez a sus seres queridos o por el morbo de ver quien va o quien derrama mas lagrimas, he visto funerales de todo tipo, en tantos siglos que he existido, algunos sencillos como los que se hacen en los poblados del occidente y otros mas que hermosos y llenos de fe esos se encuentran más en el oriente, los más finos suelen ser los funerales reales de Europa, me a tocado cruzar a un rey y dos princesas jóvenes que sufrieron muertes horribles pero eran almas tan nobles que jamás quisieron volver a tras, yo en cambio no me perdí un segundo de sus pompas fúnebres.
Pero en lo personal disfruto de los rituales tranquilos de América, la gente tranquila rodeando aquel frío hueco en donde colocan un cuerpo vacío, un puñado de tierra y un par de adioses, así que todo comenzó en un lugar de esos.La luz brillante se encendió y supe que era mi llamado, la hora no importa estando en el lugar que habito así que simplemente baje, un accidente de auto, tres cuerpos sobre el pavimento, dos más en la ambulancia, entonces mis ojos buscaron a mi acompañante, una mujer joven me esperaba sentada a lado de su cuerpo inmóvil, dibujo media sonrisa y se lanzó a mis brazos, la mayoría de la gente no me recibe tan bien quien espera con ansias a la muerte y eso era lo que era, un ángel de la muerte.
Me besó la mejilla y tomo mi mano tranquilamente.- Existe algo que desees ver antes de partir - le hice la pregunta requerida.
- Podrás cumplir lo que sea. - dijo entusiasmada
- Sí...
- Llévame a casa, quiero ver a mi padre por ultima vez.Apreté su mano fuertemente y nos elevamos, el alma por si misma es inmensamente ligera así que puede volar con facilidad y si no se está firme hasta una ventisca podría llevársela.
Llegamos al apartamento, el hombre que era su padre se paseaba por el estudio lleno de libros, bebiendo de una taza un contenido frío y casi viscoso, su móvil comenzó a sonar y fue cuando lo vimos derrumbarse sobre sus rodillas, había recibido la pésima noticia de la muerte de su única hija.- Puedo acercarme un poco - dijo y yo mismo la acerque
- No puede verte, ni tampoco oírte, pero podrá sentir un poco de ti si tu sentimiento es lo suficientemente sincero.
Coloco su mano sobre el hombro de su padre y lo apretó como una muestra de apoyo, de inmediato el hombre reaccionó y se tranquilizo casi como por arte de magia, así trabajaba el alma pura, entre ellas se podían comunicar sin siquiera verse.
- Es todo nos tenemos que ir - volví a tomar su mano y empezamos a caminar tranquilos, había llegado la mirada de calma a sus ojos.
- Cual es tu nombre - me dijo con su voz cantarina.
- Soy Harry y el tuyo...
- No lo sabes, creí que los ángeles lo sabían todo.
- No todo - sonreí - algunas cosas se mantienen ocultas como el nombre y vida de las almas que cruzamos si ellos deciden contarnos esta bien pero si no, tenemos que respetarlos.
- Entiendo Harry... yo soy Luna, bueno era Luna lovegood.
- Dime Luna te gustaría asistir a tu funeral. - estábamos a punto de ascender
- No, creo que lo único que quiero es conocer el lugar al que voy.
- De acuerdo.La vi desaparecer en una bruma blanquecina que ya era tan común para mi que no me impresionaba y seguí caminando, asistiría al funeral de Luna quería ver como se despedían de ella, supuse que tenía muchos amigos pues era bastante amigable pero cuando llegue me lleve una sorpresa, tan solo cuatro personas, su padre se aferraba a las mangas del saco negro, a su lado solo tres jóvenes, entre ellos dos chicas una de ellas dirigió su mirada de inmediato a mi, me asuste pues somos invisibles al ojo mortal al menos que este en fase terminal o en sus últimos minutos, pero ella me miró, clavó sus hermosos ojos en los míos por varios segundos y no iba a morir, la vi susurrar algo al joven a su lado y de inmediato el chico busco, pero sabia que él no me miraba, ella sí, me ubicaba con facilidad, di un paso atrás, mire a ambos lados y decidí esconderme detrás de una lápida polvorienta.
Los asistentes dieron el ultimo adiós al cuerpo de su amiga y dieron media vuelta, pero ella se volvió, su rostro mas bello que cualquiera que haya visto me buscaba curiosa, al no hallar respuesta alguna la vi seguir a la chica pelirroja que caminaba muy aprisa a su lado.
Tenía que saber quien era y por que logró mirarme cuando eso era imposible, por que seguía buscándome con tanta insistencia, que habría notado en mi... Camine hasta la fosa de Luna, la chica había colocado tres rosas, tome una y pude presidir el aroma que soltaba de nuevo di un salto pues en la tierra jamás había podido experimentar la sensación de los sentidos, algo me estaba ocurriendo y tenía que averiguar que era y después volvería para buscarla, tenía que volver a verla.
No entiendo del todo a que se debe el inmenso temor a la muerte que tienen todos o al menos la mayoría de los humanos, no soy tan malo y no creo que exista un lugar mejor que en el que se pasa la eternidad, no hay dolor ni pesares, jamás tienes hambre, ni sueño, ni sed...y eso para mi era lo mejor que pudiera pasar cuando cruzaba de nuevo el umbral y llegaba a la estación de almas todos los recién llegados parecían estar admirados, no se imaginan lo bello que es este lugar, lo apacible, lo disfrutan unos días y después intentan volver a ver a los habitantes mortales pero muy pocos lo logran a demás no es algo que sea permitido.
Para nosotros las cosas no eran muy diferentes, no podíamos pasar al mundo mortal sin un llamado o en un caso especial así que en un prado que parecía no tener fin nos reuníamos al llegar el crepúsculo, los encargados de cruzar las almas éramos demasiados y no teníamos descanso pero por alguna extraña razón nadie moría en esos tres minutos que tardaba el sol en esconderse y ese era nuestro único tiempo libre y ahí mientras contempla el hermoso tono que el cielo tomaba, entre ámbar y rojizo recordé su mirada, aquella mujer de ojos marrón que no lograba sacarme de la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
El ángel de la muerte.
FanfictionEl parece ser un chico normal pero nada mas alejado de eso, viviendo en un mundo paralelo en donde las alas son su vehículo y en el que su deber es ayudar a las almas a dejar su vida terrestre se encontrará en una gran incrusijada cuando conozca a...