11.Un poco de mi.

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Draco la tomo con firmeza del brazo derecho, sus ojos grises parecían matarme, me fulminaban pude sentir odio a través de ellos.
— Suéltame — le susurró Hermione, yo di un paso a ella no la dejaría, no permitiría que él la dañara.

Pero la soltó de inmediato para pasar a tomarla de la cintura, la sujetó con fuerza y la beso en los labios con pasión, sin importarle que los estuviera observando, de nuevo el golpe en mi nuca apareció y me descubrí apretando los dientes tanto como los puños.

— Te dije que pasaría por ti al departamento y no estabas — Malfoy intentaba hablar con dulzura — después te llame varias veces cariño, pero al parecer no escuchabas el timbre, tal vez un ruido incomodo no te lo permitía — me miro al hacer aquel comentario — tuve que llamar a tu asistente quien por fin me dijo que estabas aquí, que pasa hermosa acaso no quieres estar conmigo.
— Draco ayer te dije que tenía una cita de trabajo seguramente lo olvidaste — note que torcía la boca — si recuerdas a Harry.
Sentí la pesada mirada del rubio. — Claro como olvidarlo — soltó a Hermione y se acercó a mí, me dio la mano y estrujo la mía de forma discreta pero con mucha fuerza al tiempo que sonreía con malicia. — Nos vamos ya — insistió a su novia.
— Por favor dame una hora de acuerdo y pasare a buscarte...
— De acuerdo, no tienes tiempo para mí, lo entiendo – se mostró molesto — quieres trabajar, hazlo aprovecha ahora por qué una vez que seas mi mujer ya no trabajaras tanto recuerdas, amor — interrumpió a mi chica besándola de nuevo, con brusquedad. — Nos vemos — me dijo y salió del salón.
El ambiente permaneció turbio unos segundos hasta que lo vimos desaparecer por el ascensor.
— Espero lo disculpes — Hermione volvió a tomar las hojas — a veces Draco suele ser algo molesto, pero es buena persona, últimamente hemos pasado malos ratos, a él no le gusta que trabaje tanto pero no entiende que esto es mi vida y que...
— Tranquila, no necesito explicaciones — le tome los hombros.
— Es cierto no creo que te importe lo que pase en mi relación.
— Me importas tú — seguía sin soltarla — tú sí eres una buena persona, se te nota, solo relájate, ya entenderá que no puede forzarte a nada que no quieras.
— Eso espero — se dibujaron unos hoyuelos  en sus mejillas — aunque después de esto estará molesto, pero ya se le pasara, siempre se le pasa.

Volvimos a los bocetos, pasaba uno a uno y los describía, la tela perfecta que se debe usar, el encaje, si tenía que ser ceda o raso, si el velo caía al frente o a espaldas, el largo del vestido, era su pasión, claro que no lo dejaría, estaba hecha para eso, era inmensamente feliz cuando hablaba de cada uno de esos vestidos, era como yo cuando pensaba en ella.

Sin darnos cuenta las horas transcurrieron, supe de su vida, como que fue una estudiante destacada, con honores, que ganó una beca para estudiar en París pero que la rechazó por no dejar sola a su madre, que era hija única y que su padre había fallecido unos años atrás, me quedé pensando un momento en él, si lo hubiera cruzado yo,  o si lo conocía del paseo de las almas.

Cuando me llegó el turno no supe qué decir, nada sobre mi familia más que : << tengo muchos hermanos, pero están muy lejos de aquí >>

Mire el reloj, era la hora de visitar a los niños, no quería dejarla así que la invite a cenar después de pasar a verlos; me acompañó al hospital y permaneció en la sala mientras yo hacía mi pequeña ronda, mis ángeles pequeños me recibieron como siempre, para olvidar sus dolores, mi niña favorita jugaba con un par de muñecas, al notar mi presencia salto de gusto, sus brazos delgados me rodearon el cuello.

— Hoy te hice un nuevo dibujo Harry — pasó el papel lleno de colores, un arcoiris nos cobijaba a ambos,un campo lleno de flores nos rodeaba, me recordaba mucho a mi hogar.
— Es muy bonito Sally gracias — recosté a la pequeña y la arrope — en donde estamos, es el parque.
— Harry tú sabes en dónde estamos — se acurrucó — es al lugar a donde me vas a llevar.

Cerró los ojos y se quedó profundamente dormida, di media vuelta Hermione se encontraba a unos pasos de mi, leyendo un cuento a un par de niños, deje que terminara y entonces salimos juntos.

— Es hermoso lo que haces — me dijo al salir del hospital — ver a esos niños, hacerlos felices por un rato, tienes un gran corazón Harry.
— Ellos son los que me hacen feliz, sin ellos mi estancia aquí hubiera sido un desorden.

La escuche reír a mi lado y medite mis palabras debí parecerle un loco, pero también reí
con ella. Cenamos en un pequeño restaurante frente al edificio del hospital, después pasó a dejarme a casa de Neville y se fue.
Había pasado el día entero con ella, había sido el mejor día de mi vida y solo pensaba en lo mucho que deseaba que siempre fuera así.

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora