14. Despedida.

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Cuando abrí los ojos de inmediato mire a mi alrededor, traía ropa de cama pero estaba solo, existía la posibilidad de que solo hubiera sido un sueño, una pesadilla incomoda, revise la casa Neville aún no llegaba, el timbre sonó, me alarmé esta vez revisaría antes de abrir, mire por la mirilla, mi corazón se sobresaltó, era Hermione, abrí enseguida, me miro con una sonrisa discreta y tímida.

— Harry tenemos que hablar...
— Claro pasa — le di el paso y nos dirigimos a la sala — que sucede estás bien.
— Harry... — desvío la mirada, veía algo detrás de mí y en ese segundo perdió la sonrisa.
— Hola Hermione, buen día cariño — sentí los labios húmedos de Ginny en los míos, la mire, llevaba lencería roja que dejaba mucho a la vista y se paseaba sin vergüenza delante de nosotros.

No supe qué decir, estaba confundido, molesto, sujete a Hermione de la mano y lentamente la retiro.
— Solo quería decirte que Malfoy y yo terminamos, ayer tuvimos la última discusión — dio un paso a la puerta — solo quería que lo supieras por qué — miro de reojo a Ginny — por qué eres un buen amigo, me voy los dejo, solos.  Hasta luego Ginny.
— No pero Hermione. — cerró la puerta en mi cara, Ginny me sujetó de ambas muñecas y no pude salir, estaba molesto, pero no sabía qué hacer, no entendía por qué estaba ahí, si había dormido con ella. — Que haces aquí, que sucedió en la noche.
— Harry como puedes olvidarme así tan fácil — volvía a ser seductora — pero no te preocupes puedo hacerte recordar — me tumbo sobre el sofá, me enfadé aún más.
— Te pido que te vistas y te marches — con molestia se encerró en la habitación.

Tome el móvil, tenía que llamarle, darle una explicación aunque no fuera necesario sentía la necesidad de hacerlo, revise el último mensaje, al parecer me había enviado uno muy temprano, pero lo extraño era que yo le había respondido.

< Por qué no vienes al apartamento y charlamos un rato, yo siempre estaré contigo>

Por eso había venido, recibió un mensaje mío, o es decir de mi móvil, pero estaba seguro de que yo no había escrito nada, no recordaba siquiera haber leído el de ella, tenía que preguntarle a Ginny y la obligaría a decirme la verdad.
Abrí la puerta de la habitación, ella ya se encontraba vestida y se colocaba los zapatos.
– Tu le escribiste, le pediste que viniera. – se mantenía en silencio y escapaba de mi mirada. – se te olvido borrar el historial de mensajes Ginny. – la tome del brazo quería que me mirara a los ojos que fuera honesta, le constaba tanto serlo. – Por qué, cuál es la razón.
– No fue mi idea – tiro de su brazo con fuerza – yo solo acepte, sabes eres muy atractivo y en serio creí que aceptarías estar conmigo pero al parecer no te atraigo.
– No pasó nada entre nosotros anoche
– No Harry, nada.
– Entonces por qué no recuerdo y quien te dijo que vinieras o que enviaras ese mensaje.
Me miró directo a los ojos, me decía con ellos todo lo que quería saber, tal vez lo sabía pero quería la confesión.
— Draco, fue él, cuando Hermione se negaba a salir con él, mandó a que la investigaran, Seamus le mostró unas fotos, en donde salía contigo, si no sabes cómo es Malfoy no lo creerás, pero no permite que las cosas se le escapen de las manos y Hermione se le estaba escapando, me mostró una imagen en donde al parecer tú y ella se besaban, entonces ideó todo esto, si yo me acostaba contigo, ella tendría que volver con él, por qué no la dejará.
— Tiene que hacerlo, por qué se obsesiona con ella.
— Por qué no solo es bonita, es inteligente y sin duda diferente a cualquier otra, incluso a mi, jamás pudimos ser buenas amigas, ella era demasiado formal. Draco no dejará que lo dejen mal parado, menos con los reflectores que siempre están sobre de él.
— Por qué aceptaste.
— Me gustas, eres un chico demasiado bueno, como si hubiera demasiada inocencia en ti, ningún hombre la tiene — se paseaba por la habitación — pero como eres distinto no logró nada contigo, pero con él, con Malfoy... — clavo los ojos en el suelo.
— Estas enamorada de él en serio.
— No lo sé, si se le llama así a aceptar cualquier cosa que él me pida, entonces sí, pero bueno no soy la única que vive así, existen muchas más.
— Y aún sabiendo eso ibas a permitir que Hermione se casara con él, le seguirías hablando como si nada ocurriera aunque te acostaras con su marido.
— Diciéndolo así se oye bastante mal.
— Mucho... — la acompañe hasta la salida.
— Tu Harry, estás enamorado de Hermione cierto, note como la mirabas, ojalá algún día alguien me mire a mi así. Lo siento.
Dio media vuelta y salió.

Estaba por acabarse mi último día en la tierra, intente llamarla varias veces pero en todas jamás respondió, nada, al menos no se casaría con Malfoy, era lo único bueno que había salido de todo eso, pero y si el la seguía como había dicho Ginny, entre mi meditación, confusión y deseos encontrados me perdí.

Tome de inmediato el móvil al sentir que vibraba en el sofá, pero no era ella, la voz de Neville me daba malas noticias. Salí corriendo al hospital, tenía que llegar antes de que algo sucediera.
En la pequeña cama de sabanas blancas, tendida se encontraba Sally, más diminuta que nunca con una serie de tubos en su nariz y muñeca, su madre me abrazó con fuerza, se le llenaba el rostro de lagrimas.
— Te llame por qué no deja de preguntar por ti Harry — Neville se encontraba en el área — ya no se puede hacer nada por ella, se va a ir, supongo que quiere despedirse de ti.

Me acerqué a ella, no quería despedirse de mí, ella quería que fuera yo quien la atravesará, pero no podía hacerlo, no aún.
Sus pupilas se dilataron un poco apenas me miró, esbozó una ligera sonrisa y con la fuerza que le quedaba intentó llegar a mi mano.
— Es hora cierto Harry, nos iremos ya.
— Ella está delirando — musitó su madre a mi lado — insiste en decir que eres el ángel de la muerte y que eres tú quien la llevará al cielo.
— Seguiré su juego si no se molesta — le respondí a la señora quien se encontraba más destrozada.
— Sally — me acerqué a su oído — tienes razón es el momento — acaricie con suavidad su rostro y de pronto Ron apareció frente a mi, era la hora. — cierra tus ojos, no soltare tu mano, solo piensa en un lugar, en donde podrás jugar todo el tiempo, en donde no existe el dolor, y puedes comer dulces...
— Helado...— susurro la pequeña.
— Sí helado de todos los sabores y podrás pasar el tiempo bajo el sol y no te cansaras — sonrió apretó mi mano un segundo y después perdió la fuerza, Ron me observó un solo segundo y desapareció, se había ido.

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora