26. Desplomado.

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Podría ser una simple amenaza, un tonto chantaje por parte de esa mujer, que más daba lo importante ahora era mantenernos juntos, tal vez era buena idea salir de la ciudad un tiempo, para que Hermione recuperara la calma, pensar en perder su empleo por simples rumores la tenían demasiado inquieta.

Pero ella se negaba a salir, seguía dando explicaciones al hombre que la había despedido y este no se tomaba la molestia de escucharla, siempre salía con los ojos llenos de lágrimas y gritando una sarta de insultos que creí ella desconocía, pero trataba de entender su enfado, yo lo estaba.

— No dejaré que sigas así Hermione — le decía al mismo tiempo que limpiaba su rostro por novena ocasión — me duele lo que está sucediendo. — le bese la frente, mientras abría la puerta del carro.

" ¿ señorita Granger es verdad que el joven Malfoy le a pedido que cambie de vida?
¿ Es este joven su nueva conquista ? ¿ desde hace cuanto que es usted una prostituta? "

La cámara nos seguía, la reportera se aferraba a mantener el micrófono cerca de Hermione, la sangre me hervía, acelere con fuerza y salimos del lugar, todo era mi culpa, tenía que ser yo quien se enfrentará de frente a todos, no se atreverían a matarme, o sí, Draco sería capaz de acabarme, no pensé en que realmente existiera tanta maldad dentro de alguien.

Lleve a Hermione a casa de su madre, le mentí para poder dejarla un rato diciendo que era de suma importancia que acompañará a Neville a resolver ciertos asuntos, no se quedó convencida pero la compañía de su madre la tranquilizó y pude salir. Esta vez me dirigí a su casa, la mansión de los Malfoy, tenían que escucharme todos los miembros, dejarles en claro que Hermione no estaba sola y que la defendería de cualquiera.

El lugar era enorme, a pesar de la seguridad que custodiaba la entrada, no me fue impedido el acceso, eso me resultó sospechoso, quizá esperaban que me presentara. Las mucamas, no hablaban, se limitaban a mirar sus zapatos cada que pasaban junto a mí.

— Pero a quién tenemos aquí — escuche la voz del tipo odioso — nuestro amado Harry Potter — dijo con sarcasmo — por qué no te sientas Potter, te ves alterado deseas algo fuerte de tomar, dime de qué quieres que hablemos, de ti, de mi, o de la mujer que nos hace feliz en la cama.
— Quiero que la dejes en paz...
— Pero ni siquiera la he visto cómo podría molestarla
— Sabes lo que le están haciendo Malfoy, todo lo que dicen los espectáculos, ella no es así, es solo que no puedes con la derrota.
— Eso crees — camino por la sala hasta servirse una bebida — sabes yo no fui quien les sugirió la vida que Hermione solía tener, ella debió hacerse fama sola, como tú que vas por el mundo haciéndote ver cómo un hombre inocente, eso no te queda Potter a leguas puedo ver que eres parecido a mi, mírate ahora luchando por salvarla de nuevo.
— Tu madre nos ofreció dinero para que nos fuéramos
— Debieron hacerle caso — dijo de la forma más tranquila posible — la oferta sigue en pie, podrían salir de la ciudad incluso del país.
— Quiero que te retractes de todo lo que has dicho de Hermione, sabes que la despidieron, que ninguna empresa la quiere contratar por las mentiras que has dicho, ella no se lo merece...
— No desde luego, ella se merece algo mucho peor, por haberme dejado en ridículo el día de la boda.
— No debiste engañarla — me moleste aún más
— No pienso retractarme, veamos cómo salen de esta...
— Lo haremos... — dije dirigiéndome a la salida pero antes de llegar a la puerta Lucius Malfoy se interpuso en mi camino, me hizo retroceder hasta el salón.
— Cual es la prisa por irte — decía mientras caminaba con desafío — nadie se interpone en los planes de los Malfoy y quien lo hace, lo paga y tú lo harás.

Levantó la mano, hasta ese momento note el arma que sostenía, mi corazón daba golpes no podía correr, tenía que mantener la calma, no me haría daño, intente tranquilizarme respirando profundo.
— Vas a matarme tu, dejas que tu padre te defienda — rete a Draco — creí que ya habías crecido.

Molesto camino hasta su padre, le arrebató el arma y ahora era Draco quien me amenazaba, ambos me impedían el paso, era imposible salir ileso pero tenía que intentarlo, di un paso adelante.
— No quieres hacerlo, de haberlo querido ya lo hubieras hecho pero no lo harás
— Pero yo sí — Lucius levantó la otra mano, en sonido estruendoso se escucho a mi alrededor.

Escuche gritos, una mujer se aferraba a Draco, mientras yo me desplomaba, pero por qué, qué sucedía, mire mi costado derecho, la sangre comenzaba a brotar manchando mi camisa, la adrenalina me empezaba a recorrer, calor subía hasta mi rostro, caía al suelo y solo escuchaba la voz de Hermione llamándome, cerré los ojos y me perdí.

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora