3. Por qué.

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El era rubio, con los ojos resplandecientes, no parecía muy atlético yo más bien lo encontraba delgado y común, sonreía demasiado y pasaba las manos por el engomado cabello tantas veces que pensé que si no lo hacía se le caería de repente y ella lo miraba con paz, las pupilas tan dilatadas que casi podía notarse su alma a través de ellas, cuando por fin dejaron de estar tan juntos volví a la calma que siempre me suele acompañar.

— Esperaba que llegaras más tarde — le decía ella mientras volvía a su computador — me encanta que me sorprendas.
— Sabes que amo hacerlo — volvió a sonreír como tonto — la junta fue más corta de lo que imaginaba  y que mejor que aprovechar el tiempo con mi bellísima novia — me atravesó y se quedó a su lado. — no deberías trabajar tanto cariño, sabes que cuando seas mi esposa... — ella lo interrumpió
— Draco te lo he dicho ya muchas veces, amo lo que hago, no quiero dejar esto por favor no me lo pidas.
— De acuerdo — no se veía muy convencido — pero me gustaría que el único vestido que diseñaras fuera el tuyo...te verás hermosa con el vestido de novia — le beso la mano.
— Te prometo que lo haré aunque tú no podrás verlo así que no te ilusiones demasiado — se dirigieron a la puerta.
— Te amo Hermione — volvió a besarla.
— Y yo a ti — respondió el beso y yo solo desvíe la mirada.

Permanecí un par de minutos en la puerta, ella lo amaba y él a ella no tenía ni una sola oportunidad pero aunque no estuvieran juntos, seguía sin tener una puesto que yo sólo era...alguien a quien ella jamás vería.

Camine por las avenidas antes de mi siguiente llamado, no quería volver al edén, enfrentar las preguntas de Ron y tener que contarle lo empalagoso del encuentro que presencié, estaba resignado, la eternidad era buena, no me hacía falta nada y podía ir a donde quisiera, tenía la libertad de las alas, pero esa misma virtud era la que me mantenía tan alejado de...Hermione. No era un nombre común, no recuerdo que en todos los siglos que tengo haya encontrado a alguien con ese nombre, hasta eso la hacía única, pero no podía seguir persiguiéndola, no estaba bien.

Dos semanas después decidido a ignorar a mis pensamientos cuando buscaban acercarse a su rostro sucedió algo que aún no entiendo. Mi llamado no fue más que una falsa alarma, son cosas que raramente suceden, cuando llegue a la acera se encontraba un sujeto sobre el pavimento, un hombre le aprisionaba el pecho con ambas manos, busque el alma del herido pero no encontré nada, al siguiente segundo su cuerpo reaccionó y empezó a respirar de nuevo, me confundí puesto que era la primera vez que me sucedía que mi próximo cruzado volviera a la vida, fue entonces cuando a lo lejos algo llamó mucho mi atención, camine lentamente, inspeccionando con cuidado lo que miraba y poder estar completamente seguro de que no lo imaginaba.

Ahí estaba él, con esa sonrisa absurda, una copa en la mano y una chica colgada de su brazo, pero no era mi chica, era alguien más, que se retorcía entre sus brazos y pasaba las manos de uñas bien arregladas y muy largas por el rostro de marfil de aquel tipo, no alcanzaba a distinguir su rostro pero si el color del cabello, era la pelirroja, la chica que se encontraba en el funeral de Luna, la misma que tomó con fuerza la mano de Hermione para salir del cementerio; no comprendía lo que sucedía, por qué si era su amiga tocaba con tanta libertad a ese hombre...por qué él tomaba la cintura de la chica y la aprisionaba a su cuerpo con tanta naturalidad y reían, ambos, despreocupados.

Me acerqué aún más, el gabinete en donde se encontraban estaba custodiado por varios guardias de seguridad que impedían el paso a cualquiera que se acercara y sobre todo a los curiosos que disimuladamente intentaban fotografiarlos con un pequeño teléfono móvil, para mi fortuna a mí nadie podía verme, así que atravesé sin cuidado hasta donde se encontraban. Justo a lado de la mujer, coqueteaba cada vez de forma más atrevida, pero a él parecía gustarle la atención que le prestaba, acaricio su rostro de mejillas abultadas y sonrosadas y después, simplemente se besaron.

No es que fuera un completo tonto, lo que sucedía no era algo realmente bueno, e intentaba comprender, por qué lo estaban haciendo. El móvil de Draco sonó un par de veces, en la pantalla pude ver el hermoso rostro de mi chica entonces deslizó el dedo y atendió la llamada.

— Cariño aún sigo aquí...claro preciosa te llamaré en cuanto pueda... — aguardaba — te amo también lo sabes...

Guardo el móvil de nuevo en el bolsillo y me encontraba ahora peor, le estaba mintiendo, los dos la engañaban y yo veía como se reían de ella, eso no era amor, eso no era amistad, puede que sea un ángel y quizá por eso creia que aquello era un error. Los seguí, hasta que los vi entrar a uno de los lujosos hoteles de la ciudad, muy cerca del antro en donde se encontraron, me quedé ahí hasta saber a dónde llegarían pero fue suficiente cuando vi como Draco retiraba la blusa de la pelirroja entonces regrese.

Furioso, todo lo que había creido de él había sido una estupidez, no él era el único estupido por engañarla, por hacerle eso y con su amiga, o no lo era tanto, la amistad era así también, tan complicada. Todo me daba vueltas, resultaba confuso tratar de pensar como un simple mortal, me era casi imposible percibir las emociones humanas como lo hacían en la tierra, pero mientras tanto lo que sí sabía era que Hermione no se merecía aquello, qué pasaría si se casaran, si tuvieran familia y si él siguiera teniendo sus aventuras con quien fuera, daba igual, no lo permitiría, pero que podía hacer yo, ella no me había visto cuando estuve en su oficina, no lograba mostrarme por más que lo intentaba.

Entonces cerré los ojos y lo pedí...

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora