23. Un hilo de fe.

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Y realmente no lo sabía, todas las emociones, todo dentro de mi reaccionaba al mismo tiempo, frustración y coraje, dolor y la sensación de pérdida que era lo que más me molestaba, el sentir el nudo en la garganta aprisionándome, no dejándome respirar.
Volviéndome loco.

— Hacia tiempo que quería verte Harry.
En la obscuridad de la habitación, la dulce voz se encendió.
— Luna, que es lo que haces aquí, como te permitieron...
— Alguien debía tomar tu lugar Harry...el puesto estaba vacante y creo que soy demasiado inquieta para la eternidad, no voy a negártelo, es complicado el empleo, a veces veo cosas que no quisiera ver nunca más, pero creo que es parte de todo esto.
— Dumbledore debe confiar mucho en ti, eres la primera alma mortal en tomar el lugar de un ángel.
— Eso es un cumplido para mí Harry, tienes razón, soy confiable y es por eso que también me permitió venir a charlar un poco. Ron nos a contado todo lo que te a sucedido, es una lástima que Hermione no te recuerde, seguramente de haberlo hecho ahora mismo estaría contigo — su comentario me causo una punzada en el estomago aunque realmente sabía que no era mala su intención. — pero creo que aún te queda algo por hacer, es decir antes de mañana de otra forma ella será una bella esposa de un mal hombre.
— No hay ya nada que hacer Luna, ella no me recordara, dejaré que siga con sus planes.
— Y tú piensas que eso le hará de verdad feliz, ella se ve feliz...
— No del todo, sabes aún puedo ver en sus ojos un rastro de lo que siente por mí, pero no sé cómo hacer que florezca, como puedo hacer que me mire nuevamente, parece que he vuelto a ser invisible.
— Que tal el regalo — dijo y no comprendí con exactitud a que se refería — Ron me contó que el día del accidente, ella tenía un regalo para ti, no lo recibiste o sí.
— No, ella no volvió.
— Y si lo buscas, si te da alguna respuesta...

Algo dentro de mí ya no tenía ninguna esperanza, pero una mínima parte aún la conservaba, si Luna tenía razón y el obsequio aquel me daba alguna oportunidad, pero solo tenía horas, la boda sería temprano, tenía que hacer algo antes de perder mi última oportunidad.

Llame al hospital para pedir información sobre el paradero del vehículo, nadie me sabía dar una respuesta, llame entonces a Neville, parecía no servir de mucho hasta que mencionó un lugar, aquel a donde llevan todos los autos víctimas de accidentes, me sugirió que buscará en internet, no tenía mucha experiencia pero lo intente, busque toda la noche el lugar preciso y por fin lo hallé, no sabía si me daría tiempo de llegar antes de que ella aceptara, pero tenía que intentarlo.

Corrí, corrí como nunca, sentí que volaba de tan aprisa, pero cuando llegue el lugar aún no estaba abierto tuve que esperar cerca de treinta minutos y cada que veía que un minuto pasaba mi angustia crecía también, grite, agite la reja, tenían que escucharme, haría lo que fuera; un anciano se acercó por fin, tuve que darle una explicación en donde las palabras claves eran ella se casara con alguien a quien no ama si no encuentro ese objeto.

Con calma el hombre entre busco, se le cayeron las llaves, las volvió a coger, abrió por fin el cajón que revelaba la fecha del día aquel en que su mente se perdió y lo abrió, lo primero que vi fueron las llaves del auto, el llavero con forma de pequeño gato que jugaba con su bola de estambre, algunos papeles, gafas de sol, brillo de labios, un espejo quebrado, su libreta de bocetos, bolígrafos, lápices, pero ningún paquete, nada que pareciera un obsequio.

— Es todo lo que llevaba con ella — pregunte con la ultima gota de fe en la voz.
— No — dio media vuelta y con su andar lento llego hasta una caja mediana, blanca con un moño azul pastel y una pequeña tarjeta.

Guarde la tarjeta en el bolsillo, cerca de mi corazón y tome la caja, la cinta que lo mantenía cerrado seguía en su lugar, nadie lo había visto, entonces lo abrí, era el vestido de novia, no lo había visto terminado hasta ese día, era hermoso, rec...

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Guarde la tarjeta en el bolsillo, cerca de mi corazón y tome la caja, la cinta que lo mantenía cerrado seguía en su lugar, nadie lo había visto, entonces lo abrí, era el vestido de novia, no lo había visto terminado hasta ese día, era hermoso, recuerdo que ella misma fue quien no sólo lo diseñó, si no que realmente se dedicó a cocer cada uno de los detalles, tal vez el regalo no me la devolvería, pero si iba a casarse quería que lo hiciera como le hubiera gustado.
Le agradecí al hombre, tome la caja y tome un taxi, la boda sería en una hora tenía que llegar para que pudiera ponerse el vestido que ella realmente deseaba.
Guaruras por todas partes, delante, detrás, en cada rincón, Malfoy seguramente pensó en que podría aparecerme por aquí, pero que más le daba después de todo el sería su esposo.

— Esta en el salón bajo la capilla — Me encontró Luna tratando de entrar al lugar
— Te ayudamos — le siguió Ron — quédate entre nosotros y te cubriremos, será más fácil.
No creía que pudieran ayudarme pero tenía que aceptar era el momento, me coloqué entre ellos y solo vi el camino, me deje llevar por los dos, mis amigos me ayudaban a conseguir lo imposible. Pude pasar sin ser visto.

Llame a la puerta, Hermione me permitió entrar, cuando la vi, el corazón me dio golpes con fuerza, su rostro estaba iluminado, se veía realmente hermosa, ella era mi ángel.

— Harry, pero qué haces aquí.
— Sé que es muy difícil que me creas, pero tenía que intentarlo, tú y yo Hermione, tuvimos algo, algo realmente hermoso antes de que tu mente me olvidara, aquí está la prueba.

Le entregué la caja, cerrada de nuevo, con el vestido dentro — Venía con esto. — saque la tarjeta.
La tomo de mi mano, pude sentir el roce de su pie, tibia como siempre, suave. Sus ojos se desviaron a las letras, cada palabra que ella había sentido, sus ojos se nublaron y me di cuenta que mordía su labio inferior, abrió la caja, sujeto el vestido y dejo que se extendiera, dio un paso atrás sorprendida, me altere un poco por su gesto de extrañeza, pero de inmediato cambio dando paso a su rostro cristalino importunado por el llanto.

— No quería lastimarte, yo solo...

Me interrumpió besándome en los labios, volví a su dulce sabor, al tacto de sus manos y el roce de su cuerpo en el mío, su calor, incluso podía sentir como su corazón palpitaba con fuerza en su pecho, Hermione me había recordado.

Recorrió con su mano mi rostro, hasta ese momento no me había dado cuenta de que yo también lloraba.

— Pero que estoy haciendo Harry, como pude olvidar algo tan lindo, tan mágico, no puedo casarme con Draco, por qué no siento lo mismo, no lo amo como te amo a ti.
— Vámonos  entonces, escapemos, no le digas nada...
— Harry mi familia está afuera, su familia también, no me casaré con él pero, debo decirle la verdad, la verdad es que, solo quiero estar contigo.

Volvió a besarme, nos dejamos llevar, en un beso encendido, el beso que reponía todos los que me faltaron en ese tiempo que pase sin ella, la necesitaba tanto, la amaba tanto.

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora