17. El destino.

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Cuando todo es alegría no se piensa en otra cosa, el tiempo a su lado transcurría tan aprisa, pero después de esa día ya no importaría más, por qué me quedaría con ella, lamentaba no haberme despedido de nadie, pero estaba seguro que llegaría el día en que volvería a verlos.

— Ya que me prometiste que no desaparecerás de nuevo iré a traerte una sorpresa.
Me beso de nuevo y la vi salir, llevaba las llaves del auto, quizá tardaría el tiempo preciso, el que necesitaba para pedir mi traslado definitivo a la tierra.

— Dumbledore lo he decidido — me acerqué a la ventana esperando me escuchara mejor.  —señor ya no necesito más tiempo, quiero quedarme.
— Hablas en serio Harry — escuche su voz detrás de mí.  — es por ella, por deseo..
— Es por amor, yo la amo, no puedo dejarla, ella me ama a mí también — le sonreía como tonto — por favor usted me dio la libertad de elegir, y elijo quedarme.
— Eres especial Harry lo sabes, yo siempre lo supe — caminaba por la habitación — y sé que estando aquí serás tan bueno como lo eras haya, quizá más, por qué este mundo necesita más ayuda que cualquier otro, algunas personas están perdidas, no entienden el valor de lo que tienen, creen que las pertenecías materiales les darán más poder, o más felicidad, están tan equivocados...pero tú serás un buen ser humano Harry, no cambies que nada te corrompa por qué aquí, el mal está en todas partes tú ya lo has visto, has lidiado con eso, pero eres fuerte, más de lo que te imaginas.
— Me dejara entonces, quedarme aquí.
— Tomaste tu decisión, ya no hay marcha atrás — su mano se posó en mi frente, con una luz blanca vi pasar mi existencia como angel, tantas almas agradecidas y después solo el rostro de Hermione susurrando mí nombre.

Respire con fuerza al abrirlos de nuevo, Dumbledore ya no estaba pero sobre la mesa encontré un papel, un certificado de nacimiento : Harry James Potter
Ahora tenía nombre y apellido, ya formaba parte de la población terrestre, era feliz, lo sería por siempre a lado de la mujer de mi vida, mi nueva vida.

Pero aveces las cosas no salen como se esperan; pase horas esperándola, el teléfono sonó y aún sin permiso atendí la llamada. No podía creer lo que estaba escuchando, una opresión en el pecho parecía no dejarme respirar, un nudo se me atravesó en la garganta, tire el auricular y salí caminando. Calle tras calle, solo pensando, solo pidiendo que no se fuera, asegurando que aún no era su tiempo.

— Dónde está ella — agitaba con fuerza a Neville — qué fue lo que sucedió...
— Al parecer un autobús se pasó el alto, está muy grave.
— No, tienes que hacer algo, tienes que salvarla, por favor, Neville te lo ruego...
— Harry se está haciendo todo, créeme que si estuviera en mis manos...
— Sí lo está — lo interrumpí gritando — tú debes hacerlo — sentí el rostro húmedo — no permitas que se vaya ahora que puedo estar con ella, no dejes que se la lleven.
— Por favor solo tranquilízate — colocó su mano sobre mi hombro — te prometo que intentaremos todo, todo lo que esté a nuestro alcance.

Cuando por fin logre tener algo de cordura Neville me dejo pasar a verla, su bello rostro lleno de fisuras, un golpe en la frente, otro más en el labio, el brazo roto, las costillas fracturadas, el horrible tubo en la garganta, era ella pero empezaba a dejar de serlo, yo sabia distinguir muy bien esos momentos, pase tanto tiempo viendo la evolución de la muerte que para ese entonces era inevitable no reconocer cuando sucedía. Le tome la mano, aún guardaba el calor.

— Por qué me haces esto — hablaba entre llanto — por qué si apenas hace unas horas me decías que podía quedarme y ahora te la quieres llevar a ella, es una prueba, o un castigo, dime por qué me haces esto, por qué ella, por qué nosotros...
— Sabes que no tiene nada que ver — apareció Ron frente a mi — no debes culparlo.
— Qué haces aquí no dejaré que te la lleves — me puse de pie, defendería su vida de quien fuera.
— No estoy por ella, es por ti, te puedo escuchar sabes...— miro a Hermione de cerca — tienes razón no lo merecía, pero no culpes a nadie simplemente sucedió, es el destino...
— No es destino Ron, es algo más, algo que no me deja ser feliz, debe ser por qué elegí mal y ahora merezco un castigo.
— Harry escúchate, casi hablas con rencor, no deberías estar sujetando su mano, dándole ánimos, recordando lo que vivieron, diciéndole que pase lo que pase estarás con ella...no es acaso lo que tiene que ser y debes aceptarlo.

Volví los ojos a mi chica, era cierto, si lo mejor era que se fuera tenía que aceptarlo, no la dejaría sufrir. Pero tampoco la dejaría sola, me acerqué de nuevo a ella, tome su mano, bese su mejilla, cada que podía le decía que la amaba, que lo mejor que me pudo suceder había sido ella, que ella había sido mi sueño, el sueño de siempre.

Me quede dormido un momento, el sonido ensordecedor del monitor empezó a zumbar con fuerza, dos enfermeras y un médico entraron en seguida con un aparato de resucitación, Neville me obligó a salir del cuarto a empujones, no podía verlo, pero sabía que un ángel estaba ahí, que le había llegado su momento.

Grite aferrado a la puerta, grite pidiendo que no se la llevara, que la dejara, le rogaba que se quedara conmigo o me llevara con ella...

El ángel de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora