31. Piedras

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La chica se sentó al lado de Daniel, enfrente de nosotros. Parecía avergonzada, estaba con la cabeza agachada y tal vez un poco colorada.

- ¿Cómo que estás con este guaperas? - dije riendome lo que hice que ella también riera -

- Pues porque es un guaperas - este le miró mal - que no - dijo riendose -

Poco a poco se fué soltando. Me caía bastante bien para ser rubia.

- ¿Cómo os conocisteis? - dijo mi padre -

- Es mi secretaria en el trabajo

Por si no lo sabeis Dani es médico. Todo tenemos una carrera. Al fin y al cabo no hemos tenido un futuro malo.
Cada uno con su carrera y con su "pareja"

¿Qué somos Jesús y yo?
No somo nada, solo nos damos el cariño que necesitamos pero le quiero.
¿Qué somo joder?

Carolina y Daniel estaban hablando sobre su encuentro y yo estaba en otro mundo. En el que verdaderamente me gusta. Jesús y yo. Solos. Los dos. Él uno para el otro.

- ¿Qué piensas? - me susurró en mi oido sacandome de mis pensamientos -

- En lo nuestro - repité su gesto -

- ¿Algo va mal?

- Después hablamos ¿vale? - asintió -

Le notaba incómodo. Se removía muchísimo en el sillón. Estaba nervioso, lo conocia.

Puse mi mano sobre su pierna y dejó de moverse. Es más se tensó.

- ¿Estás bien?

- Sí, no te preocupes - me sonrió, así tranquilizandome -

¿Está bien? Parecía raro como si ocultara algo.

Le habrá sentado mal la comida o algo.

(...)

- ¿Quieres pasar? - me preguntó mordiendose el labio -

- Claro - sonreí saliendome del coche -

Me agarró de la cintura por detrás y me besó el cuello con pasión. Mordió. Absorbió. Hizo un camino en él. Todo lo que se le antojaba.

- Que bonito chupetón nena

- Sabes que no me gustan los chupetones - dije con tono mosqueada aunque estaba sonriendo atontadamente -

- Tu sonrisa te delata

Me había catado. Buscó las llaves en su bolisllo y abrió la puerta.

Subimos a la habitación. No nos podiamos esperar.

Quitó mi ropa. Faltaba la suya cuando se escuchó de abrirse la puerta de abajo.

- Mierda - susurró con los labios en mi cuello -

- ¿Esperabas a alguién? - me separé de él -

- Sí, visteté y escondete en el baño

- Pero... - no me dejó acabar -

- ¡Que te escondas! - gritó en un susurro -

Cogí mi ropa y fuí al baño. Donde hace una noche lo habíamos echo él y yo.
Alguién había entrado en la habitación.

- Cariño

Escuché besos en la habitación.

¿Qué coño está pasando?

Abrí un poco la puerta sin hacer ruido y ví a la misma que estaba en su despacho. Estaba ella encima de él.
Lo que más me dolió fué su sonrisa de tonto.

¿Me quería? ¿Solo era un juego?

- Voy a hacerme algo de cenar, ahora vengo

- Vale

Eso fué lo último que escuché. Me vestí corriendo. Salí. Ahí estaba él mirandome. Cogí mi bolso de mala gana y cuando me iba a ir se puso delante mía.

- ¡Que te quites! - susurré fuerte -

- Lorena dejame que te explique...

- ¡Que me olvides, para tí no existo, solo jefe y secretaria! ¡deja de meterte en mi vida joder!

Abrí la puerta y bajé con cuidado. Salí de aquella casa. Me derrumbe nada más salir. Empecé a llorar, sin parar.

Me senté en un banco cerca de allí.
Las lágrimas no se acababan. Me dolían los ojos de llorar, estaban inchados y rojos.

Empecé a caminar hasta llegar a mi casa. Querida casa, bendito hogar.

Me tiré a la cama y me quedé dormida profundamente.

(...)

Estaba desayunando sola. Como suelo hacer desde hace 2 día. Hoy tendria que haber ido a trabajar pero no tenía ganas.

Que coño, si es mi empresa. La voy a heredar yo.

Son las 1 y medía de la tarde. Dejó el cuenco de cereales en el fregadero a lo que sonó el timbre.

Fuí con un moño alto. Abrí y me encontré a Jesús enfrente mía. Sabía que me iba a poner a llorar y no quería. Cerré la puerta de inmediato pero claramente el fué más rápido y puso la mano empujando hacía dentro.

- ¡Que te vayas!

- ¡Quiero hablar!

Al final acabé sin fuerzas y dejé que abriera la puerta.

- ¿Quieres hablar conmigo o no? - negué - Lorena porfavor

- Vete

- No

- ¡Vete joder!

Empecé a empujarle hasta que se fué.
Fuí corriendo a mi habitación y solté un sollozo. No podía más. Él es todo.
Y en unos días ya no está aquí conmigo.

El timbre parecía que se iba a quemar de tanto tocarlo y la puerta que se iba a caer.

Escuché piedras en mi ventana.
A los quince minutos seguía igual.
Me levanté y me asomé gritando.

- ¡Joder! ¿quién es el imbécil que está tirando piedras?

- Hola - dijo sonriendo - soy tu imbécil

- Vete a la mierda

- Déjame explicarte

- No

- ¿Por qué?

- No quiero, adios

- Espera

Tiró otra piedra con la intenció de darle a la ventana pero acabó dandome a mí, en la cabeza.

- ¡Eres imbécil!

Me toqué la cabeza y tenía sangre.

- ¿Estas bien? Lo siento, joder soy imbécil

- ¿Has traido el coche? - dije tocandome la cabeza, asintió - llevame a urgencias

- Baja

Bajé cojiendo el bolso. Abrí y me monte en el coche. Arrancó.

- ¿Qué te has echo?

- Estoy sangrando gilipollas

- Lo siento, no queria...

- Hacerlo, nunca quieres hacer nada Oviedo - le interrumpí -

....

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¿Me quieres? {gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora