50. Nunca te dejaré ir

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Me giró y quedé mirando hacía él.
Fué desatando la venda. La dejó caer al suelo y ví un montón de velas alrededor de la piscina y por todos lados.

- ¿Nos sentamos? - asentí mirandole -

En una parte de nuestro jardín había una mesa con algo de comida, lo habré echo él. Sé lo mal que se le dá cocinar, pero es un detalle.

Terminamos de cenar algo rápido diría yo. Ví como daba el último sorbo a la copa de vino y se levantó, cogió mis manos y me levantó a mí.

Mis manos las colocó sobre su cuello y ,sin creerme lo que había echo, le abracé. Este me agarraba de la cintura atrayendome a él.

- Tenemos que hablar

Apreté los ojos al oir esas palabras ¿cómo pueden salir tantas lágrimas?
Jesús las notó cayendo sobre su camiseta y lo que hizo fue relajarme. Acariciaba mi espalda de arriba a abajo.

- No llores, no quiero que lo hagas...

- Quiero que vuelva a ser como antes Jesúe - le miré con la cara llena de lágrimas - , quiero que cuando llegues a casa me beses, que cuando me duerma me abraces...lo echo de menos - sollocé -

Jesús

Nunca la había visto así. ¿Por qué siempre tengo que cagarla?
No me gusta nada ver como esas lágrimas es por mi culpa, es más no me gusta verla llorar.

Mis manos fueron directos a sus mejillas. Limpié el recorrido de lágrimas que había por ella y me fué acercando cada vez más. Nunca he estado tan nervioso, llevo días sin besarla.

- Jesús porfavor... - susurró desesperada -

Una vez que estaba a centímetros de sus labios, no me pude resistir.

- Te quiero, te quiero muchísimo

Y por fin de una vez la besé, besé esos labios que tanto me gusta.
Sus labios iban a mi ritmo. Era un beso lento, un beso de verdad.

Se fué separando lentamente despegando sus labios de los mios. No queria hacerlo, así que tiré de su labio cogiendolo con los dientes y sonreí.

- Prometo besarte así todas las mañanas

- Y por la tarde...

- A todas horas - reimos débilmente - siento haberme portado como un absoluto gilipollas

- Solo te digo que no la vayas a cagar más Jesús - tocó mi pelo peinandolo hacia varios lados - oye hace calor esta noche ¿verdad?

Cogió impulso y se subió agarrandome la cintura por sus piernas. Me besó y fuí caminando hacia la pequeña piscina que tenemos.

Me tiré con ella encima. Salimos a la superficie y verla sonreir tan cerca es como si me hubiera tocada la loteria.

- Mi vida - le susurré cerca de su rostro -

- Amor mio - seguia riendo -

Su risa no me dejaba besarla. Me la comeria a besos pero me encanta verla así.

Eché su pelo hacía atrás, no le gusta nada que le haga eso, por eso mordió mi mejilla -

- Ay - me quejé falsamente -

- Sabes que no me gusta... - le robé un beso rápido - ¿podrás dejar de besarme? - rio -

- Pues te espera un noche larga cariño - rio inocente mordiendo su labio -

Una vez que estaba desprevenido viendo como se muerde el labio me hizo una ahogailla a lo que yo fuí más rápido y la metí conmigo en el agua.

- Ventajas de ser más fuerte ¿no crees?

- Tengo un novio creido, lo dejaré

- No puedes

- ¿Por qué? - sonrio volviendo a acariciar mi pelo -

- Porque este creido no te dajará ir

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¿Me quieres? {gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora