Montreal, Quebec y llovía a cantaros y las gruesas gotas de lluvia resbalaban por las ventanas del dormitorio del convento, estaba casi vacío y el frio era más aterrador, mientras Valeria observaba cada gota deseando estar en Londres con su familia. Lo cual no era posible pues sus padres viajaban todo el tiempo atendiendo sus negocios y eventos de socia lité del Reino Unido; con el único con quien podría estar de no ser por estar al otro lado del océano en el internado "Âmes de demain" en Montreal Canadá era su abuelo, el elegante y refinado Sr. Halvorsen.
Los días de Valeria siempre fueron iguales, pasillos fríos y obscuros, monjas estrictas, compañeras burlonas e insoportables, rezos y oraciones, aburrimiento etc... lo mejor eran los regalos que su abuelo le enviaba. Siempre fue solitaria, hasta que conoció a alguien que cambio su vida, mientras duro su estancia en el internado sin saber que años, muchos años después el niño de la rana pondría su vida de cabeza.
A pesar que la monja Leticia decía que una niña de su estatus social no debía sentarse en el pasto y menos con falda, Valeria corrió a sentarse al césped y hasta los zapatos se quitó, le gustaba sentir el pasto en sus pies. Mientras que en uno de los jardines más aislados del convento saboreaba sus galletas con chispas de chocolate que su abuelo le enviaba desde una prestigiada cafetería en Londres, una rana verde y muy brillante la hizo dejar a un lado sus galletas y se fue tras ella intentando atraparla, estaba a punto de cazarla cuando vio que unas blancas y pequeñas manos la sostuvieron antes que ella.
-Oye! Yo la iba a atrapar! Era mía! -dijo Valeria mirando unos grandes ojos azules y una risita inocente- regrésamela!
-¿y si no que? -respondió retándola el niño que estaba frente a ella.
-si no te pateo allí! -Señalo la entrepierna del niño-
-ah! Quiero ver eso!
Sin pensarlo Valeria le soltó una patada en esa parte sensible y el niño se tiro al piso soltando la rana.
-Ja! ¿No que no la soltabas niñito?
-wow, eres buena! No creí que fueras a hacerlo...
-pues ya vez que si, por cierto los niños no pueden entrar al convento ¿que haces tú aquí?
--pues yo sí puedo! Mi abuelo es el jardinero y en vacaciones vengo ayudarle... mis papás dicen que soy muy inquieto y me mandan para acá...
--pues me caes bien
--y tú a mí, por cierto...¿ y tus zapatos?
--Ah están allá -señalo Valeria hacia atrás sin voltear.
--que rara eres! Mmm dime Seb ¿si?
--¿Seb? ¿Así te llamas?
--Ajaa, Sebastien ¿y tú?
--Valeria- dijo sonriendo y se dieron la mano.
Al mes, Valeria no espero más para contarle al Sr. Halvorsen acerca de su nuevo amigo...
"... abuelo quiero mucho a Seb, sé que es muy poco tiempo para decir que quieres a alguien, pero él es especial, digo no pienses mal, estoy chica para que él sea especial de esa forma que tú crees, me refiero a que no es como las monjas dicen que son los niños, unos des obligados, sucios y mugrosos, Seb siempre está sucio por que ayuda a su abuelo con el jardín del convento, pero no es para nada irresponsable aunque le ha causado algunos problemas a sus papás, pero nada grabe, él es a quien puedo llamarle amigo, me gusta mucho estar con él, atrapar ranas, insectos, platicar y sobretodo no parar de reír, es muy gracioso, por cierto el ahora también ama tus galletas, lo único malo es que nos tenemos que ver a escondidas..."
El resto del año y medio que le restaba a Valeria en la primaria lo paso con Seb, se volvieron los más divertidos y mejores amigos, desde ese día Valeria no se sintió tan sola como antes, a Seb le conto todo acerca de sus papás, y Seb le conto todo acerca de él, tenía un hermano y dos hermanas, siempre había querido tener un gato pero su mamá no lo dejaba por que le daba cosa el pelo del gato, Valeria le prometió algún día regalarle un gato. Fue un buen año, en Navidad vinieron los papás de Valeria por ella para pasar las fiestas en casa, en Inglaterra, fue con su abuelo a esa cafetería a comer de esas increíbles galletas deliciosas, por supuesto Valeria llevo varios paquetes para Seb entre otros ricos postres que podrían agradarle, su abuelo se tomó un expreso Americano de los más finos pro supuesto mientras que Valeria bebió chocolate caliente en una taza verde vino.
Algunas niñas le hacían burla y comenzaban la típica canción infantil "Valeria tiene novio se besan sus bocas..." era una canción realmente tonta además a Valeria no le gustaba Seb aunque no negaba que sus ojos eran lindos y olía rico.
Después de muchas tardes de risas, compañía juegos y secretos el ultimo día de Valeria en el convento llego. Sus padres llegaron a la ceremonia de clausura. Era tiempo de empezar la secundaria en Inglaterra, todo iba a cambiar, para bien y para mal, con lágrimas en los ojos y todo el sentimiento que puede envolver a dos mejores amigos de 11 años, Seb y Valeria se despidieron.
--¿ y no me olvidaras en Londres?
-- jamás! Eres mi mejor amigo! Y sé que un día te volveré a ver
--si y atraparemos más ranas juntos...
-- pero yo atrapare más que tu jajá
-- te voy a extrañar boba-y entonces Valeria comenzó a llorar y Seb volvió a abrazarla con más fuerza.
-- nos volveremos a ver Seb te lo aseguro.
--mira... - le dio un robot chiquito de plástico- es para que tengas algo mío.
--: wwoo esta bonito gracias! Mmm espera mmm -se quitó uno de los listones que sostenía una de las colitas de caballo y se lo dio- esos es para que no me olvides...
Solo que... olvidaron decirse su apellido.
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Y si...? (Simple Plan)
FanfictionTal vez el hecho de haber crecido completamente en soledad en un convento de Montreal, Canadá, dejó a Valeria con un resentimiento hacía sus millonarios y refinados padres. Es por eso que al entrar a la Universidad comienza a vivir de verdad, fue...