Primera Parte

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Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto

(...) Se me había roto la fuente

Lo último que miré antes de quedar inconsciente fue a Itachi corriendo hacia mí, con los ojos como platos mientras gritaba con desesperación.

-¡SAKURA, SAKURA!

Caí en la inconciencia, pero aún podía escuchar la voz de Itachi. Tal vez en ese entonces no podía sentir nada pero, en el fondo de mi corazón me sentí humillada, remplazada como cuando remplazas unos zapatos viejos, por unos nuevos y en mejor estado.
No podía creer lo que estaba sucediendo, creía que mi vida era perfecta. Todas las personas envidiaban mi vida, soy bonita e inteligente, tengo un esposo millonario y un excelente trabajo como maestra en la universidad más prestigiada de todo Tokio.
-¡Sakura, Sakura!- Regreso a la realidad.
-Lo siento Ino, no te escuche- la mire confundida, mientras ella ponía los ojos en blanco.
-Sakura, te lo he dicho tantas veces, te lo juro, si sigo así me convertiré en una grabadora.
-Ino, por favor. Quisiera tener un desayuno tranquilo.
-Y yo quisiera tener un esposo, pero sabemos que no se puede tener todo.- Tomo mi plato con cereal y me dirijo a la sala. Ino me sigue.
-Han pasado nueve meses ¿cuánto tiempo más necesitas? ¿10 años? O tal vez...- La interrumpo.
-Dentro de dos días Sasuke cumplirá 19 años y quiero que su padre esté allí.- la rubia se sorprendió, y comenzó a gritar.
-¡Por Dios, Sakura. No puede ser posible! ¡¿En serio vas a sentarte a fingir que son una familia normal!? Vas a sentarte frente a un hombre que tuvo sexo con tu alumna en tu MISMO salón, quién sabe cuántas veces.-
-No es decisión mía, Sasuke quiere pasar más tiempo con su padre y tiene todo el derecho, además si se lo prohíbo sabes que Itachi creara un juicio por la custodia.- Me puse melancólica, no por el miedo de que Itachi peleara por la custodia, sino porque Ino tenía razón, no puedo fingir ser alguien que no soy, no puedo sentarme en una mesa con mi exesposo y fingir que nada paso. Justo cuando me olvido de ti, llegas otra vez a mi vida.
Las lágrimas amenazaban con salir
Ino me tomó por el hombro.
-Tranquila, si eso llega a pasar. Recuerda que estás hablando con una de las mejores abogadas de Tokio- Tenía razón, ambas reímos.

A la mañana siguiente, me preparo para ir a trabajar. Ahora que Sasuke está en la Universidad, me ha facilitado demasiado la vida, Literal. Después de un baño caliente me veo en el espejo, llevo un chaleco azul, una blusa blanca, con unos jeans y una botas de tacón negras (El frío se hace presente, estos son los últimos días de otoño) mi cabello está recogido en una coleta, aunque algunos mechones caen en mi rostro. Tomo mi portafolio y me dirijo a la cochera.
-Sasuke, se nos va a hacer tarde, baja ahora.- presiono el botón que abre la puerta del garaje
Abro la puerta del auto y coloco el portafolio en la parte de atrás. Escucho un extraño sonido, proveniente de lo que parece ser el motor. Saco mi cabeza del auto y le echo un vistazo. Se atoro

-¡SASUKE!
-¡Ya voy mamá!
- Sasuke, te dije que arreglaras el motor de la puerta.
Me acerco hacia la puerta y con las dos manos comienzo a empujar la puerta hacia arriba tratando de desatorarla, por más fuerza que empeñe en abrirla no conseguí nada, en cambio, gracias a mis tacones resbalé soltando la puerta, la cual se desatoro pero con dirección hacia abajo. Tarde en reaccionar, lo único que hice fue cubrirme y cerrar los ojos con fuerza.
Pero la puerta nunca cayó abrí los ojos y me encontré con un joven de la misma edad que Sasuke, rubio, de ojos azules. Esté apuesto hombre detenía la puerta con sus perfectos brazos, no pude evitar el imaginar a esos brazos abrazarme. Alzo por fin la puerta, para después extenderme la mano. La tomé.
-Gracias-le dije.
No me había dado cuenta que tan alto era, aún con mis tacones él me ganaba con bastante altura. Me perdí en su mirada, tan perfecta. Él era jodidamente perfecto y sexy, esa camisa blanca que llevaba hacía notar sus pectorales. Estaba pérdida, con la boca babeando.
-No hay de que.- De pronto note una segunda presencia, un anciano en silla de ruedas, mi vecino. Jiraiya
-Buenos días Jiraiya-Salude con una sonrisa
-Buenos días Sakura, veo que has conocido a mi nieto. Naruto Uzumaki
-¿Es su nieto? Creí que vivía solo.
-Y vivo solo, señora.
-Por favor, llámeme Sakura.- No me gustaba que la gente me llamara señora, si, ya me había casado y estaba en proceso de un.divorcio, además tengo un hijo. Pero ese término me hace sentir mucho más vieja.
-Claro, discúlpeme Sakura. Como le decía, estoy demasiado viejo y necesitaba que alguien me pudiera ayudar con los quehaceres de la casa y que además me cuidara. No me queda mucho tiempo de vida. Pero no me agradaría morir solo en mi sofá y que nadie se diera cuenta, hasta que pasaran 3 o 4 días y el olor se hiciera presente, entonces al fin encontrarían mi cuerpo.- Dios eso sonó tan.. deprimente, no puede evitar sentir lastima por aquel anciano en silla de ruedas.
-Por favor abuelo, yo estoy aquí para cuidarte. Si vas a morir algún día, no será hoy, ni mañana.- continúo el rubio- Sakura, tienes un problema con el motor. Yo puedo arreglarlo, sólo necesitare algunas herramientas.
-No tienes porqué molestarte.
-No es ninguna molestia, eso me podrá mantener ocupado algunos días.
-No, no, jamás te pediría eso.
-No te preocupes Sakura, Naruto puede hacerlo.- Miré al anciano, tenía confianza plena en el muchacho.
-Está bien, muchas gracias.
-Agradéceme cuando lo arreglé.-Sonrió de medio lado
-De acuerdo.- Sonreí
Escuché algunos pasos venir por la parte de atrás, sabía que era Sasuke, así que no me moleste en voltear.
-Sasuke, ven. Quiero presentarte al nieto de Jiraiya.- Se acercó, y pude notar pequeñas gotas de agua en su cabello.
-Naruto Uzumaki- Extendió el brazo.- Es un gusto conocerte
-Sasuke Uchiha- Le di un codazo.- Me miró fastidiado.
-Sasuke Haruno, el gusto es mío. - mire la hora. Genial nos retrasamos demasiado.
-Lo siento, mucho. Tenemos que irnos, pero igual podemos continuar con esta conversación algún otro día. Sasuke despídete.- caminé hacia mi vehículo y me adentre. Sasuke me siguió después de varios segundos.
Saque el auto y la mano por la ventana, moviéndola de un lado para otro en forma de despedida.

Y entonces lo observe por última vez, sólo se quedó allí, estático. Con las manos en los bolsillos del pantalón, con una sonrisa que a decir verdad era intimidante Y con unos ojos de.... Psicópata.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora