– Theo, muévete – gruñí intentando empujarlo a un lado y salirme del auto.
– ¿Qué? ¿Qué pasa? – preguntó confundido.
– Mi padre está aquí – dije entre dientes.
– ¿Y?
– ¿Estás loco o qué?
Me removí debajo de su cuerpo y me salí del auto como pude.
– Quédate aquí. Yo creo que solo viene a recoger su ropa para irse de viaje de nuevo – susurré.
Asintió con la cabeza. Rápidamente fui al jardincito a "oler" algunas flores y disimular que estaba pasando el rato.
– ¡¿______?! – escuché el grito de mi padre desde dentro de la casa.
Entré a la casa por la puerta de la cocina tarareando una canción y acariciando los pétalos de una rosa que había alcanzado a arrancar del rosal. Mi papá escuchó mis pasos así que fue a mi encuentro. Estaba un poco despeinado, pero siempre guapísimo. Sus ojos azules como los míos tenían un aspecto fatal. Abrí mi boca para decir algo, pero me ganó.
– ¿Qué hacías allá afuera? Vas a resfriarte.
Rodeé los ojos y le sonreí. Me abalancé a su cuerpo y planté un beso tierno en su mejilla. Lo abracé y él me levanto en sus brazos riendo un poco.
– Te extrañaba – dije aún pegada a su cuerpo.
– También yo mi vida. Vine para despedirme. Será mi último viaje de negocios antes de tu cumpleaños. Después me darán un descanso y no te desharás de mí.
Le sonreí de oreja a oreja simulando felicidad. Solté su cuerpo y dejé que lo separara del mío. Me sobó la nalguita y abrí mis ojos como platos. Sentí que en cualquier momento se saldrían de sus órbitas. Mi padre se dio cuenta.
– Lo siento. Nunca pensé que te fuera a incomodar – se excusó.
– No lo fue. Amh, es que hace mucho que no me tocabas una pompi papá.
Comencé a reír y lo empujé para que fuera a empacar. Justo cuando escuché todo el desorden que estaba haciendo corrí a la puerta de entrada. Busqué el auto de Theo por todos lados pero no pude verlo. Salí al porche y seguí sin recibir señal de su existencia.
– Te ves realmente sexy con ese vestido.
Me di vuelta para encontrarme con James. Una sonrisa de gato se asomaba por sus labios creando una imagen perfecta de él en mi mente. Se acercó a mí y besó mis labios ferozmente, acarició mi trasero y mordió mi labio inferior. Inhalé su fresco y delicioso aliento mientras buscaba su lengua para juguetear con ella. Cuando la encontré no dudé en hacer movimientos lentos y sensuales con ella.
– Ven – le dije mientras lo hacía entrar a la casa. Cerré la puerta detrás de nosotros y lo aventé al sillón de la sala de estar.
Me puse encima de él parando el trasero y besando de nuevo sus carnosos labios. Ahora yo tenía el control.
– ______, tu padre – dijo interrumpiendo el beso. – Puede vernos.
– Pensé que eso no te importaba – sonreí maliciosa y seguí besando y lamiendo sus labios. Me acomodó en sus muslos sin separar nuestros sexos y tomó mi cabello en su mano, haciendo que me llenara de excitación.
– ¡______! ¿Has visto mi saco? – gritó mi padre desde arriba. Seguí besando a Theo. Mordí su labio para que me dejara, pero en lugar de eso, comenzó a acariciar mi trasero y a juguetear con mis braguitas.